Me ignoras por temor a enamorarte.
Te escondes, por miedo de abrigar
en tus manos un amor y ser feliz.
Clausuras tus ojos para no sentir.
No puedes creer en cariños perfectos
porque dudas que te puedan amar.
Ya has sentido alguna vez la duda
que invade cuando te invitan a ser amada,
y has llorado, arrepintiéndote de ello.
Expulsaste la esperanza, decepcionada
por no acertar siempre en tu vida.
Pero aun te quedas dormida esperando
a quien, con sabiduría, te haga el amor.
Que en él habites, bajo su transpiración,
que te transite descubriéndote mil veces,
que te arrebate el corazón a besos,
haciéndote volar con la seguridad
de que tus pies dejarán la firme tierra
y tu alma se estrellará en la delicia
de volverte suya, mientras carcome
tus últimas resistencias a ser feliz.
Pero tú me ignoras por ser el profano
que quiere bañar con su sudor tu piel.