Soy la tristeza del mundo,
haciéndose sentir,
pesada en tu nuca
a la hora en que la sangre
no bombea más que alcohol,
pero aun así la tristeza puede ser serena,
si no se mezcla con la pesadilla
que dentro de la cabeza,
de tu cabeza hoy dormita
Soy el dolor,
el dolor más grande del alma,
una patria sin calma o
un convento sin Dios
un gusano que se creyó mariposa,
y voló, sin alas que dieran sombra,
sin boca con la que beber,
sin hogar, sin nombre ni amor
Pero aun encuentro los pedazos,
perdidos, por ahí tendidos
de lo que fui una vez,
lejos de tiempo alguno ahora,
distorsión, de mi piel y mis ojos,
de mi risa ya carcomida y vacía,
Y te abrazo con el cariño que aun me queda,
y me hundo, en mi mismo, en mi odio conmigo,
y así me voy, con el rostro al contraste del sol,
bajo las ramas de los castaños ansíanos,
que me entienden,
si, me entienden,
pero siempre se burlan.
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