¡Que la fuerza te acompañe!




¡Que la fuerza te acompañe!, es una expresión que emerge del mundo del celuloide, un eslogan cinematográfico, una locución que fuera de ese contexto pudiera considerarse como una frase hueca, por lo tanto sin sentido. ¿Será?

¡Pues no es así!, más allá de la connotación que tiene dicha expresión en la cinta La Guerra de las Galaxias, la palabra fuerza por sí sola posee significado y significantes en distintas disciplinas del quehacer humano. Corresponde a la semiótica o semiología —Hay quienes afirman es lo mismo, mientras otros difieren de esa opinión— la ciencia encargada de dilucidar el asunto.

Acaso no se dice de la fuerza de voluntad, de la fuerza del poderoso para sojuzgar al débil, de la fuerza del Estado, de la fuerza de la verdad frente a la mentira, la fuerza mental o de la palabra y la fuerza del silencio. Además el concepto de fuerza acepta connotaciones cuantitativas, ahí tienen ustedes la paridad de fuerzas, la oposición de fuerzas, fuerzas mayores y menores. Además se le dan implicaciones aditivas, cuando por ejemplo se menciona que la suma de las fuerzas cumple las leyes de los vectores, porque en física la fuerza es una magnitud de carácter vectorial, con valor numérico, dirección y sentido. ¿Hay tantas fuerzas o existe solo una?

¡Ya se ha dicho en párrafos precedentes!, el vocablo fuerza tiene significado y significantes distintos, no es lo mismo la fuerza de la sangre a la fuerza del destino, entendido este asunto como la fuerza desconocida que se cree actúa sobre los hombres y los sucesos inherentes a su existencia. La fuerza del destino en la literatura, por cierto, ha sido motivo y tema abordado por autores de renombre: Oscar Wilde lo hizo en su libro El crimen de Lord Arthur Saville, publicado en el año 1891. Donde se tiene como moraleja una enseñanza: no se debe desafiar nunca a la fuerza del destino. La vida está en otra parte (1969) de Reilan Kundera o La vida es sueño (1636) de Pedro Calderón de la Barca son otros de los libros que abordan el tema de la fuerza del destino.

Ah, ¿y la fuerza del amor?, expresión que invariablemente induce a la sensiblería, al pensamiento empalagoso redundancia de lo cursi, si no vean esto encontrado en uno de los tantos recovecos existentes en el laberintico Google: "El núcleo del amor es la fuerza, el valor que mostramos para luchar por lo que amamos, la fortaleza para defender lo que más apreciamos, enfrentar desafíos, superar barreras, derribar obstáculos". ¡Órale!... Y sigue, "Cuando el amor es auténtico surge con la fuerza de la audacia, el atrevimiento, la osadía quien nos lanza a correr riesgos para conquistar lo que amamos; es en esa fuerza, entrega sin condiciones donde surgen fortalezas donde antes no las había". ¡Uy! Y recontra ¡Uy!

Después de lo anterior, mí ya de por si exigua fuerza creativa ha quedado en punto muerto, al menos en reposo. Por ello abruptamente me aparto del tema, no sin antes desearles ¡Que la fuerza los acompañe!, sea la fuerza que ustedes quieran y manden, en mí ya no queda fuerza alguna para contradecirlos.