No sé
Ignoro el momento preciso
que me perdí en tu alma.
Este silencio ruidoso
me transporta hacia tus manos
y nunca habla.
Tus caricias, tus besos, tus abrazos,
tu mirada comprensiva… Tu respiración.
¡TODO!
Me enamoró de vos.
Tienes el corazón quieto, que el mío necesitaba,
apacible como las flores del invierno
tranquila como el volar de una garza.
Tienes el pensamiento pausado
como los que prefieren amar en silencio.
Soy fuerte con la naturaleza,
soy duro con los déspotas,
pero a tu lado soy tan vulnerable,
como un poeta con insomnio esperando que amanezca.
Te busco a cada instante, en mi almohada,
en esa mesa de estudios repleta de libros desordenados.
Suelo extrañarte hasta cuando estás conmigo.
Recién tengo la rara sensación de la felicidad:
dormirme entre tus brazos,
despertarme en ellos,
rodearte con mis manos mientras lees,
reírnos de cualquier cosa,
discutir por nuestras ideologías encontradas,
cocinarte lo que me pidas.
A veces me pregunto:
¿Qué habré hecho para que me ames así?