En la 12 avenida de una zona (...), de Quetzaltenango, Guatemala; el "Principito Rojo" empezó a sentir cómo su corazón latía más fuerte y pronunciaba en silencio: me llegó la suerte. Pero a la chiquilla que estaba observando, era Cristel quien se estaba desplazando para llegar al INSO donde estaba estudiando. Ella era la villana favorita, complacía a los chicos e insultaba a las chicas. Con razón le decían la "Santa-diablita".
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Para no hacer alarde de este bello escrito; él se levantó y pegó un grito: Oye tú bonita, ven que quiero besarte la boquita. Al escuchar eso, la escultural mujer, se detiene y le voltea a ver, respondiéndole así. Tú estás allá, yo estoy aquí. Si quieres darme un beso, acércate a mí. Pero el galán le replicó sonriendo: Era una broma, quiero conversar contigo. Es algo importante, por favor vente conmigo. -Está bien- dijo Cristel al guapo desconocido.
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Y se conocieron, y se conocieron.
Y se enamoraron, y se enamoraron.
Pero meses después, ambos se lastimaron. Y el Principito se armó de valor, fue con ella a pedirle perdón. "Monita" yo no quise romper tu corazón. Pero ella hizo caso omiso, le cerró la puerta y se echó al piso. Se puso a llorar y sin decir palabras empezó a pensar: Perdóname mi Príncipe, yo soy una "puta". Me he acostado con todos y tú tienes castidad. No te merezco, tú me has hecho feliz pero yo nada te ofrezco. Tú me hablas de matrimonio y me da pena pues mi virtud ya me lo quitó el demonio. Por eso voy a alejarme, sigue con tu testimonio. Cristianos como tú, no existen varios, al contrario... cada vez son pocos. Perdón por llamarte loco por pensar de esa manera. Me trataste como reina, siendo yo una cualquiera...
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Después de lo anterior, Ella quedó dormida. ...Al despertar se marchó y escribió una carta... diciéndole a "Principito Rojo":
Con los ojos rojos te escribo, lee mis palabras, que la verdad te digo. He hecho cosas muy malas y tú apegado a las cosas sagradas. Tengo que desaparecer de tu vida. Sé que te causé una grave herida. Pero me avergüenza mi pasado. Hoy, como aquel tiempo que te conocí, dejé de hacer esas cochinadas. Porque vi en ti una vida consagrada. Quiero que sigas en tu Ministerio ...Quiero que busques a alguien y cásate con ella...
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Y gracias por lo que hiciste por mí... contigo una gran felicidad viví. CUÍDATE...
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Al terminar de leer, aquel Príncipe tomó aquel papel.
Y con su pluma en la mano
Escribió una canción:
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Como quisiera que pidieras perdón.
Pero al contrario, rompes mi corazón a diario.
Pues anhelo tus besos, extraño tus abrazos.
Pero cuando intenté acercarme, me diste tu rechazo.
Intenté re-enamorarte y todo fue un fracaso.
Ya que decidiste irte y se rompió aquel lazo,
Que con fuerza nos unía.
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Tú me dabas versos y yo a ti poesía... todo era alegría.
Parecía fantasía y la verdad nunca pensé que esto acabaría.
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Hoy mi vida no es vida, tan sólo es agonía.
Sigues siendo mi alegría y aunque sé que lo sabías, te marchaste.
Si sabías que te amaba no entiendo por qué te alejaste.
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Sólo me dejaste, sin decirme adiós.
Ahora yo le pido a mi hermoso DIOS.
Que venga a consolarme, con su gran amor y que a ti,
Te dé su bendición.
Puede ser que no me creas pero estés donde tú quieras, te deseo lo mejor.
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Con cordialidad fina:
Tu más fiel y mejor admirador,
El Principito Rojo, el "Moderno-Trovador'.
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Estas letras las canta un rapero aficionado de San Ramón, San Cristóbal Totonicapán.
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Pero lo malo es que el autor de la carta anterior, al llegar a su casa se ahorca y sus senrimientos expiran. Hoy solo queda su historia que aquí he plasmado.
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La aldea donde esto pasó, me lo reservo por respeto. Sólo digo que aquel joven era totonicapense.