FIGY
Figy: hoy en la última hora de mi vida quisiera tener la oportunidad de hablar con los espíritus que me han conducido por este camino tan tortuoso ¡sí! Quiero oír sus voces y tener explicaciones, quiero pensar en ellos y sentir el dolor en su máximo nivel, hoy quiero ¡sí! Simplemente quiero, mi vida ha llegado a su fin y como premio o castigo, realmente no lo sé, he obtenido este estado ¡oh sí! Hoy me veo como una asquerosa y abominable joya forjada en las entrañas de la sociedad que es exhibe para vergüenza de ella misma.
Voz del niño Figy: escúchame desdichado Figy ¿no reconoces esta voz? Aún eras un humano normal, jugabas todo el día, dormías como un ángel, tu conciencia era tan pura, tu mundo era poblado de unicornios, de dragones, de pelotas y globos de colores. Tu mayor héroe vestía unas pesadas botas, Jeans azul y camisa a cuadros y su título era “papá”, tus mayores miedos se disipaban ante la dulce voz de alguien que, ante tus inocentes ojos, podía hacer siempre que marchara todo bien para ti, porque ostentaba ese poderoso e insuperable título de “mamá” y eso garantizaba lograr lo imposible. Vivías en una fortaleza impenetrable llamada “hogar” ¿recuerdas como comenzaste tu camino hacia este momento?
Figy: lo he olvidado y quisiera que te marcharas, es demasiado hermoso ¡perversamente hermoso! y en estos momentos, esa dulce escena me hace sentir infinitamente amargado, me causa un dolor y una tristeza pavorosa ¡cuán miserables suelen ser los recuerdos de días felices al exponerse frente a la tragedia de una vida perdida en los abismos de la desesperanza! Miserables porque en el instante en que se toma conciencia que no hay marcha atrás y que todo ha sido perdido, ellos son expuestos como un punto más de la cadena de sucesos que llevo a tan fatal destino ¡no te quiero oír tierna y horrible voz!
Voz de la víctima: conmigo iniciaste ¿lo recuerdas? Jugábamos en mi casa tranquilamente, de pronto tu mirada se transformó, se volvió vacía y sin expresión, tomaste un cuchillo y sin decir una palabra cortaste mi garganta, fue por los días en que tu papá murió, tenías episodios extraños, cada vez reías menos, leías con avidez y constantemente repetías que tu vida tenía que cambiar, que era hora de acabar con la farsa, que todos tenían que irse aunque fingieran querer quedarse y sí que despachaste a muchos… cuando me asesinaste tu vida cambio.
Figy: Eras mi amigo nunca te olvidé… ese momento… ese instante… estabas justo ahí para marcar mi historia, te diré esto: una serie de hechos conforman una circunstancia que luego se convierte en un trecho de la imborrable historia de la humanidad, sumergida en un imparable rio que fluye siempre hacia un destino incierto, llamado tiempo; juez insobornable e implacable, para quien no valen los arrepentimientos, ni sentimientos, mucho menos pensamientos, porque en él se registra cada acontecimiento… ¡amigo tú estabas en el preciso momento! Ese día decidí cambiar y hoy pienso ¿hasta dónde se extendió esa circunstancia? ¿A cuántos afectó? Me pregunto si el asesino de mi padre se preguntó hasta donde se extendería su acto.
Voz de la víctima: pero ¿Por qué un cambio hacia el mal? Podías intentar ser mejor, tu cuchillo no solo cortó mi garganta, cortó tus esperanzas de redención, hirió el corazón de tu madre, de tus hermanos, de amigos, de muchos… añadió una herida más a la humanidad entera… si tan solo hubieses cambiado en otra dirección, le hubieses dado un sentido diferente a la vida y muerte de tu padre.
Figy: ¡no te atrevas a…! mis más secretos pensamientos has dicho ¡como duele! lo intenté, hice todo lo posible por ceder ante mi desaforado deseo de violencia, di lo mejor de mí, pero ahora creo que las circunstancias me formaron como esto, mi mente maquinaba constantemente cosas terribles, mis deseos y la percepción que comencé a tener de la justicia, terminaron por darle forma a las maquinaciones de mi mente y eso a gustarme… algo debió averiarse dentro de mi cabeza, de repente un día me di cuenta que no podía sentir mucho…
Voz de la víctima: has dicho que te gustaba ¿Entonces te quejas hoy porque sabes, porque sabes que tu violencia a nadie benefició, ni a ti mismo? Creo que sabes que todo ese desastre en que te convertiste ha sido resultado de una vergonzosa avería en tu cabeza ¿hay algo más Figy?
Figy: viví tanto tiempo ignorando tantas cosas que hay en el mundo, que cuando fui empujado, de esa forma tan cruel, a mi encuentro con la maldad, mi razón la asimiló como si fuese algo inherente a la vida y, dadas las circunstancias, no tenía suficientes argumentos para rechazarla. Me tomó por sorpresa
Voz de la víctima: entonces te dejaste llevar de tus demonios, diste rienda suelta a tus fantasías olvidándote de todo y de todos ¿Qué ha sido de tu vida? Solo has hecho males a cuantos se han cruzado en tu camino ¿a cuántos has asesinado? ¿Cuán larga es la sombra que proyecta tu maldad? Has añadido siglos de dolor y odio al mundo… dime antes de irme, cargando esta pesada tristeza en mi muerto y para siempre desdichado corazón: ¿Conociste el amor?
Figy: sembré maldad y miseria por donde fui, hice males tan espantosos que aun, para un criminal común, sería difícil concebir… tengo un lugar principal reservado en la historia de los peores hombres que ha dado la humanidad… pero, si, al menos tengo un mérito: conocí el amor, puedes creerlo; pensaba que nada podía superar mi dolor hasta, hasta que la conocí a ella, su belleza insoportable, su amargo amor, su negrura, su indiferencia… sus arrebatos de pasión, su vida única, ella… solo ante ella brillaba con todo su esplendor ese humano vulnerable y miserable que era en el fondo… ella era la cuenta de cobro por todo los males hecho… ¡vete! Puedes irte, la veo venir…
Figy: ¡oh mujer de negros vestidos y mirada siniestra! Por ti conocí la belleza, la alegría, eso que llaman amor ¡oh por ti sentí la esperanza! Soñé y tuve ilusiones, te llamaba felicidad, pero eras copa amarga y tomar de ti significaba dolor ¡un dolor surreal e inverosímil! Jezabel…
Jezabel: ¡oh desdichado Figy! mirada atormentada y sonrisa inocente ¿crees que es amor lo que te di? Nunca conocí eso ¿Cómo podría haberte dado algo así? te llevé a dimensiones desconocidas y te sumergí en sueños oscuros llenos de placer y erotismo, conociste el eros, mas no el amor, conociste el placer y no el cariño, en mí no había nada romántico ¿por qué crees que te conocí?
Figy: me atrajo una fuerza encerrada tras tus ojos, esas sombras a tu alrededor me llamaban, olías a extraño, exudabas misterio ¿Qué eras entonces? ¿Qué querías de mí?
Jezabel: yo era todo lo que necesitabas, alguna vez en tu vida debiste tener algo que quería y yo representaba eso para ti, fui como tú: egoísta, todo me inspiraba desprecio, dadaísta ¿Quién era hasta que llegaste tú? ¡Nada! no era nada hasta que llegaste tú… al final me convertiste en un muerto, al final alguien me convertiste en un “feminicidio” ¿por qué tuviste que hacerlo? Pensé que al verte reflejado en mí, me guardarías de tu asesino, pero finalmente… era una mujer y tu un hombre ¡y esa estúpida necesidad de posesión!
Figy: ¡es eso! ¿No podías ser solo mía? tenías que ausentarte por largos periodos y esas ausencias eran para mí un martirio peor que si me arrancaran la piel o los ojos, porque en tus actos había ese misterio aterrador que me azotaba, tu ausencia era como una peligrosa condena a la libertad, un desborde de emociones peligrosas que supuraban odio y rencor contra la humanidad y cuando llegabas sentía la necesidad de ofrecerte mis hazañas como una horrible ofrenda y… ¡eran tus ojos! Tus fríos e indiferentes ojos me envolvían en una mirada hipnótica, me transportabas a pasadizos escondidos donde encontrabas seres espantosos y abominables como sacados de noches infinitas donde se cocina la maldad para todos los tiempos… pasadizos… de mi imaginación… de tu imaginación…
Jezabel: ese es tu mundo, has podido ver por una grieta hacia tu parte más profunda cada uno de esos seres espantosos eres tú, solo has visitado tu interior querido Figy, soy quien podía hacerte entrar en tu mundo, porque éramos iguales… querido Figy… maldito Figy… desdichado Figy… seres como tú y yo pasamos por la vida viéndola desde abajo, desde la oscuridad, solo cielos grises, solo negras noches para nuestras vidas, solo desdichas construidas a partir de la basura que la sociedad deja en medio de nuestros caminos, marginados y ofendidos, algún día decidimos brillar con una negra luz y la humanidad entera se horroriza ante nosotros pero ¡no! Solo se horrorizan ante sí mismo, porque somos lo que esconden, cada uno de ellos tiene una parte nuestra y he ahí su horror.
Figy: ¿Por qué tenía que asesinarte? Ahora estoy tan solo ¡esta soledad es monumental! Los días después de ti son tortuosos y en las noches la soledad se materializa con un rostro cuya mirada tiene un significado de eterna tristeza, tal es mi insatisfacción, que no hay adjetivo para calificar lo que siento… si dices que no es amor lo que me diste y sentí por ti, entonces es una nueva clase de mal hecho exclusivamente para mi… ¡es tan dulce en mi recuerdo! ¡Tan malditamente amargo! Un horror a mi medida…
Jezabel: sé lo que sientes, querido Figy…
Figy: ¿puedes responderme algo? ¿Porque aún no han venido los espíritus que invoqué? ¿Por qué solo vienen recuerdos como ustedes?
Jezabel: tales espíritus no existen, yo no existo, no estoy acá, hoy dejas este mundo cargado de perversiones, maravillas, asquerosidades y bellezas, ese mundo de contrastes donde aún tú mismo tienes algo que te diferencia del resto de las cosas ¡hoy lo dejas! Te has cansado de él, quizás por eso estás hablando conmigo…
Figy: ¿hacia dónde voy? No hay a donde ir… por lo menos no sabría responder, solo sé que un rostro me ha mirado y sus ojos me han transmitido una sensación de eterna tristeza… me voy.
Corregido el 19-08 2016, 1:34 am. São Paulo, Brasil
Eustorgio Martínez Valle.
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