Renuncio.

A construir para ti un Paraíso entre mis sueños.
A pensar en ti como el color de un arco iris.
A ser una hoja que enlodas y pisas al transcurrir tu camino...
A mirar cómo florece cada rosa cuando la tocas,
le fisgoneas, le admiras y deseas.

En cambio yo, desnudaré mi alma
a otras tantas.
Punzaré el aguijón de mi desprecio.

Llueve la ira y la desdicha,
en mi corazón desierto de tu ser
pero impregnado del aroma de tus abejas,
esas que acechan, que son la miel de tu arrogancia,
de la premura de tu inmadurez.

Yo por mi parte, prefiero ser el viento que te eleva
y te mengüe lentamente.
Sacudirte amargamente, de-ses-pe-ra-da-men-te.

Ahogaré mis deseos en un mar,
perecerán las remotas ilusiones
de una canción sin compás.

¡Continúa bebiendo de las fuentes,
aliméntalas de tu aliento!

Prendo fuego en la mirada,
mi silencio es una muralla,
para que siempre trates
pero nunca pases.