Mirando desde la distancia la gran mole de acero y concreto medito profundamente acerca de si realmente fue acertiva la opción de alejarme de tu vida. Pienso en cuantos segundos, minutos, horas y días han pasado desde el inicio de esta interminable cruzada. Más mi ubicación espacio temporal siempre ha sido un desastre: solo tengo la seguridad que ha pasado bastante tiempo.
¿Estoy logrando el objetivo final que es mantenerme al margen de un sentir que no deseo?
Me encanta esta hora de la tarde, cuando casi anochece. Pues las grandes sombras proyectada por las costrucciones dibujan indescifrables figuras sobre las baldosas de la calzada. Desafio mis habilidades para descubrir múltiples formas entre los manchones de oscuridad.
Bebo agua sin gas acompañando unas galletas de avena, mirando a las personas que caminan cerca de mi indiferentes, las observo detenidamente desde mi banca de concreto ubicada en el inicio del paseo peatonal.
Trato de imaginar que es lo que estas haciendo, que estarás pensando, y que estas sintiendo. Sé que pronto saldrás del trabajo para regresar a tu hogar.
No imaginas que estoy solo a un paso de ti: nunca sabrás lo cerca que estuvimos este día, jornada de juegos de oscuridad.
A medida que bajo hacia el litoral soy devorado por la sombra del edificio en donde seguramente estas por terminar tu labor diaria, preparándote para retornar a tu casa. Sé que así es, pues puedo sentir tu presencia y puedo traducir el lenguaje de tu corazón.