Lunes, otra vez. Todas las semanas tienen un lunes y ésta no podía ser la excepción. No fui a trabajar, hice san lunes; sin embargo, tuve un interesante recorrido matutino: realizar un par de pagos en el banco, adquirir pañales desechables y leche en polvo para el nieto, y comprar el medicamento para la próstata que hacía ya un par de días se había terminado.
Los que saben de las buenas costumbres al escribir, aconsejan llevar un orden en lo que se quiere contar, hacer un plan general más o menos definido de lo que se pretende escribir. Generalmente trato de seguir la mayoría de esas reglas; pero muchas veces mi cabeza anda con tanto desorden que las cosas que quiero contar no me salen en el mejor orden posible; aunque la verdad es que la mayoría de las veces escribo a lo que me da el entendimiento, con todo el desorden que trata de recomponer mi cerebro. Un eslogan recién visto hoy mismo en grandes letras en una parada de autobús: “Lo importante está en la cabeza” Y no lo niego, lo que pasa es que la mía parece bodega de trebejos, con cosas tiradas por aquí y por allá, polvo por todas partes y moho para rematar.
Si cuento lo anterior es porque cuando iba hacia el banco, un par de muchachas jóvenes, bajitas y muy delgadas, caminaban delante de mí y pude admirar su espirifláutica figura, semejaban un perfecto número once. Esto no tiene ninguna gracia, lo que sucede es que en mi regreso a casa me encontré con otro par de mujeres jóvenes, pero esta vez altas y muy gordas, formaban un doble cero perfecto.
Casi llegando al banco me encontré con un motociclista atropellado; bueno, no sé si lo habían atropellado o se había caído; pero la ambulancia y como veinte policías ya estaban ahí. Al herido le vendaron un brazo y no parecía tan lastimado.
Hice mis pagos en el banco y me fui a la farmacia por la leche y los pañales del nieto. ¡Ufff!... afortunadamente había, y nada baratos. Los pañales desechables ya se sabe que son prácticos y ahorran mucho tiempo; no como los de tela, que había que lavarlos, y que ya nadie utiliza para sus bebés, porque después de su uso quedaban empapados o llenos de las “preciosidades” olorosas que hacen los nenes. ¡Y la fórmula!, menudo invento la leche en polvo, fortificada, vitaminada, deslactosada y no sé cuántos ada más; con infinidad de mejunjes para todas las necesidades que requiere un bebé y que no le hagan daño si la madre no ha podido darle los pechos por cualquier lamentable cuestión y es necesario terminar de alimentarlo con la mamila, con esos biberones que de tan modernos uno termina por dudar en si sabe usarlos o no; porque hay para recién nacidos, de seis meses a un año, para niños un poco más grandes. Y los biberones traen un hoyito pequeño, mediano o grande, o dos hoyitos, o extrañas formas que según las propagandas de los empaques, dicen que reducen los cólicos… ¡qué sé yo!
Conseguida la fórmula y los pañales me fui a la farmacia para comprar el medicamento para desinflamar la próstata. ¡Otro gasto de cajón!... porque si no me lo tomo hay que sufrir y pujar a la hora de hacer pipí, así que lo mejor es no fallar y tomarse una pastillita por la noche, que permite tener “medio controlada” la inflamación y tamaño de la próstata. Bueno, este padecimiento requiere de muchos cuidados y deberes: ir cada seis meses con el urólogo, practicarse ultrasonidos, estudios del antígeno prostático y un bolón de cosas más. Y es que como dice el matasanos, el cáncer de próstata no es cualquier juego. ¡Ah!, pero recuerda que el medicamento inhibe un tanto la actividad sexual, así que si nota que el aparato no le funciona o anda flojo y no se levanta a tiempo, no se preocupe demasiado. Es normal… así que coménteselo a su pareja para que ella no se lleve un tremendo susto o se vaya a quedar con las ganas…
El regreso estuvo finalmente animado por el par de gordas que formaban el doble cero; pero eso ya lo conté, debía ser el final y con mi pensamiento embrollado lo he revuelto todo. Este lunes aún no se termina. No sé si habrá más sorpresas como las matutinas; pero si las hay, luego las contaré; mientras, voy derecho, porque lo derecho no lleva curvas…
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