Jaime, el jardinero.
Al cumplir los cinco años, Saúl le dijo a su hijo:
___Jaimito, quiero que seas un médico o un abogado, no te doy otra opción, debes seguir los pasos de la familia donde sólo hay médicos y abogados y de los mejores, somos una familia rica y sólo así lo seguiremos siendo, el dinero atrae al dinero y sólo con él podrás ser feliz en la vida.
Con los ojos muy abiertos pero sin entender nada, Jaime escuchaba a su padre un abogado muy famoso.
Pero con los años, Jaime no daba señales de querer seguir los pasos de su padre y cada vez que le preguntaban por sus estudios él contestaba:
___Para lo que quiero ser no necesito de estudios.
A lo que su padre muy enojado le contestaba:
___Y ¿Qué es lo que quieres ser?
___Voy a ser jardinero…
___¿Te has vuelto loco?!!! Un jardinero… ¿De dónde sacas esas ideas?
___Si, es lo que quiero ser…
Claro que por ese entonces Jaime aún tenía ocho años y a pesar de lo enojado de su padre, éste se daba cuenta de que apenas era un niño aún y que ya maduraría.
Y fueron pasando los años y Jaime fue creciendo y estudiando y llegó el día en que su padre enfermó y antes de morir le pidió a su hijo que como último deseo, quisiera saber si se recibiría de abogado como él.
___Papá, una vez te dije que yo no quería ser abogado pero por complacerte lo seré aunque también seré jardinero.
Saúl no podía creer lo que oía y del disgusto se fue más rápido de lo que se esperaba.
Jaime siguió estudiando para cumplir con la promesa a su padre pero cada vez se dedicaba más a su jardín.
El jardín de la casa de Jaime era enorme, en él había plantadas todo tipo de flores, rosas sobre todo pero también jazmines y orquídeas que se complementaban unas con otras debido al cuidado que su dueño les profesaba.
La madre de Jaime estaba encantada con el jardín pero sólo lo podía ver desde la ventana de su casa, Jaime no permitía que nadie entrara a su jardín, decía que era el futuro de sus hijos y que como tal debía cuidarlo.
Claro está que ella no entendía nada de lo que su hijo decía pero era su único hijo y lo quería mucho por eso jamás discutía con él.
Y el tiempo siguió su curso y Jaime se recibió, como quería su padre y con el tiempo se casó, como quería su madre y pasado el tiempo también tuvo hijos pero siempre siguió cuidando su jardín al que ni siquiera su mujer ni sus hijos podían entrar.
Y también llegó el momento de su muerte y sus hijos, ya recibidos de abogados y de doctores, tal cual lo quería la familia, se preguntaban, entrando por primera vez al jardín:
___¿Qué tendrá este jardín para que papá lo cuidara tanto?
Y la respuesta les llegó de la manera menos esperada.
Durante el velorio, un cadete trajo una carta la cual entregó al hijo mayor de la familia que decía lo siguiente:
___Mis queridos hijos, sé que lo primero que van a hacer al saber que ya no estoy es ir al jardín, a mi querido jardín para saber qué es lo que esconde y en él no verán más que hermosas flores las cuales he ido cultivando con amor y desearía que ustedes hicieran lo mismo pero como sé que con esto no les digo nada nuevo les voy a pedir que hagan un experimento para demostrarme cuál de ustedes es el merecedor de seguir cultivándolo.
Quizá a alguno le parezca ridículo que un abogado o un doctor como ustedes se dedique a cultivar flores pero eso se lo dejo a vuestra imaginación, si deciden cuidarlo con esmero sólo les diré que cada tanto deben remover la tierra, eso las hará crecer con más fuerza. Acepten el desafío y entre los cuatro verán qué hacen con lo que les dejo por herencia, los quiero a todos. Saúl.
Los hijos pensaron que su padre quizá debido a los muchos años que tenía estaba algo ido pero decidieron seguir con el cuidado del jardín y siguiendo las instrucciones de su padre, se dedicaron a remover la tierra de las hermosas flores y fue en ese preciso momento que lo descubrieron, debajo de cada planta a unos treinta centímetros hacia abajo, encontraron cajas de hierro herméticamente cerradas pero cuyas llaves se encontraban pegadas a la misma. Los hijos de Jaime no salían de su asombro al sacar con mucho cuidado diez cajas del mismo tamaño una debajo de cada árbol.
De inmediato llamaron a su madre que estaba igual de asombrada que ellos y se enfocaron de lleno a la tarea de abrir las cajas que se encontraban bastante oxidadas pero que se pudieron abrir con facilidad.
La primera caja contenía monedas de oro, la segunda, priedras preciosas y así sucesivamente en cada una encontraron el equivalente a mucho pero mucho dinero, ahorrado por Saúl durante toda su vida y entre tantas cosas, una carta.
___Y ¿Qué les parece lo que les dejo de herencia? Voy a aclararles algo que quizá se estarán preguntando y es ¿Cómo se me ocurrió esconderlo todo en el jardín? Y les diré que mi padre era muy avaro y desde muy chiquito me inculcó el ahorro pero él decía que tenía que tener mucho cuidado con los bancos, que él no confiaba en ellos y fue ahí que se me ocurrió algo muy gracioso lo cual nunca revelé a nadie, la palabra JARDINERO me lo estaba diciendo, la separé y quedó JAR-DINERO y pensé ¿Qué mejor lugar para guardar el dinero que en un jardín? Lo demás sólo fue cuestión de tiempo y además gracias al óxido de las cajas, las flores crecieron mejor que en cualquier otro jardín.
Ahora que saben mi secreto, si quieren pueden seguir cultivando mis flores o no, eso se los dejo a ustedes, sepan cuidar lo que me costó una vida obtener, no despilfarren pero tampoco sean avaros, y sobre todas las cosas compártanlo entre ustedes y tengan siempre presente que los hermanos deben permanecer unidos como muy bien lo decía Martín Fierro.
Omenia
|