si hay algo que lo distinguía era su color de piel... desde muchachos reía de todo y a todos nos tomaba el pelo... jugaba a la pelota mejor que todos... le creíamos que sería el Pele de este pueblo... corría como los dioses y hablaba sin cesar mientras jugaba, y cuando estaba parado en una esquina, reía de todo y de todos... nadie podía juzgarle... y por ser negro, nadie le ofendía...
no lo he vuelto a ver nunca más desde que me mudé del barrio... y cuando ya mayor pregunto por él, nadie puede darme razón de su existencia... Palpa, así le llamaba, y así creo era su nombre... aquel negro que reía y jugaba a la pelota como el mismo rey... es posible que esté muerto... quizá sea padre, abuelo o algo por el estilo... en mi caso personal, a quien a nadie le importa, sigo solo... y no rio de nada... ni juego a la pelota ni casi nunca la jugué... era yo uno de esos que observan de todo y no hacen nada... me pregunto si yo hubiera sido el negro, quizá fuera diferente mi vida... quizá estuviera lleno de hijos, jugando a la pelota, o bailando en cada rincón de algún callejón... no lo sé... pero ahora en que estoy solo y ya casi no tengo nada que ver, ni escuchar, los recuerdos del negro me hacen sonreír... aquel negro que jugaba a la pelota... aquel negro que yo admiraba tanto y que una y otra vez me daba golpizas tras golpizas... como olvidarle si aún escucho su risa y sus golpes por todo mi cuerpo... quizá aquel negro se haya metido en mi alma y yo mismo me esté flagelando como si fuera el peor de todos los esclavos... quizá tenga el espíritu de un negro, oscuro como la noche o la conciencia del rincón de los miserables...