Pero la huella siempre está ahí,
nada se olvida realmente.
Recojo los cristales rotos
que quedan de mi reflejo...
me recuerdan lo insignificante que soy,
lo efímero que puedo llegar a ser,
realmente todo lo que soy.
Entre lágrimas recuerdo mi absurda infancia,
la que nunca tuve,
la que me fue negada.
Mi padre siempre me cantaba aquella canción
"boys don't cry",
y mi madre...
jamás fundó el amor entre nosotros
tan sólo lo prostituía.
Pensé que podría olvidar,
me equivocaba.
Toda una vida errada,
toda una absurda vida.
Sólo la ignorancia
me daría felicidad.
Texto agregado el 13-09-2004, y leído por 192
visitantes. (2 votos)
Lectores Opinan
14-09-2004
"mi mundo en un gramo" Rosa_negra
13-09-2004
solo le arreglaria "me recuerdan LOS insignificante que soy" soleylo
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