Julio de 2016
Don Ataliva Palma
Hermano de mi abuela Ángela Nieves Palma, para nosotros fue siempre el Tío Ataliva, provenientes de una de las primeras familias que poblaron Colon, supo tener tropa de carros, cuando éramos chicos alcanzamos a ver algunos de ellos depositados en la quinta de otros parientes, ruedas de tres metros de alto, madera y hierro unas moles impresionantes al menos para nuestra visión de niños. Fue pionero en el manejo de camiones para trabajar en la cosecha y hasta tuvo un camión propio.
Cuando le decíamos que nos íbamos a bañar a la Laguna de Melincue, se reía, “Como se van a bañar en ese charco, si lo cruzábamos con los carros y el agua no llegaba ni a la mitad de las ruedas”
Un tipo serio, de pocas palabras, vestido siembre de bombachas batarazas, camisa gris, pañuelo negro al cuello y sombrero de lona gris, enjuto ,de rasgos aindiados y pelo chuzo, canoso y y abundante, que mantuvo siempre recortado por don Ezio Romuno, su peluquero de toda la vida.
Los únicos días que se empilchaba de bombachas negras sombrero de fieltro y rastra con monedas de oro y plata, cruzada con un facón con incrustaciones de oro a la cintura, era para las fiestas patrias, donde era designado siempre como rayero en las carreras cuadreras que se corrían en esas ocasiones. Ese mismo facón es el que le puso en la barriga a Elias Sequeiro ,mi abuelo de sangre , al que le perdonó la vida cuando se enteró que le pego a mi abuela, ella su amante de años y a la que le hizo tres hijas mujeres, una de ellas mi madre y un varón, fue la que con sus gritos y llantos le rogo que no lo matase, que no se perdiera, que no valía la pena, que no lo vería nunca más.
Ese facón me lo había prometido a mi junto a la rastra con monedas, por ser el nieto mayor de mi abuela, pero cuestiones no muy clara sobre su destino final impidieron que se cumplieran sus deseos.Su palabra era sagrada y nadie le discutía un fallo.
No puedo dejar de recordar una de esas fechas patrias donde concurrí con mis viejos y hermanos pequeños, donde en una carrera donde se había apostado mucha plata, se armó un un alboroto con la llegada de los caballos a la meta y se discutía fuerte y algunos pelaban los fierros , cuando él solito dijo esta palabras en el medio de la pista “Puesta nomas compañeros” y se tranquilizaron los ánimos y se disolvió la montonera. Cada vez que escucho una milonga, donde dicen esas palabras lo tengo presente.
No sabía leer, pero tenía novelas gauchas, el Martin Fierro, Hormiga Negra, Juan Moreira, que cuando íbamos a visitarlos, nos hacía que le leyéramos en voz alta durante horas
Cerca de los noventa años cayó enfermo y junto a mi hermano Carlos Jorge (Caco-Neron) lo cuidábamos hasta la noche, físicamente estaba igual que siempre , pero le habían detectado arteriosclerosis y se perdía y nos desconocía , una tarde, casi noche se despertó de golpe, diciendo “Que hago aquí” me quiero ir a casa, no tío le decíamos no puede está enfermo, yo estoy sano, alcánceme la ropa que me voy, nos consultamos con mi hermano, teníamos yo trece y el doce años y decidimos dejarlo ir antes que vinieran las tías o mama ,lo vestimos ,quisimos acompañarlos, se opuso, yo sé donde vivo nos dijo , y se marchó, cuando llegaron las enfermeras nos querían matar, llamaron a mi vieja y tías y les contaron lo que habíamos hecho, le explicamos que ya era grande que había que dejarlo hacer lo que quisiera.
Lamentablemente contrajo un resfrió fuerte y al poco tiempo falleció,
Nunca sentí remordimientos por haberlo dejado partir, creí siempre que habíamos hecho lo correcto.
Agustin Alberto Secreto
Derechos Reservados
|