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Estaba lloviendo. Alguien tocó la puerta
- Debe ser un mendigo, dijo Pedro
- No, dejalo pasar, dijo Arturo
Era un forastero y Jeronimes lo dejo ingresar a pedido de su hijo Arturo, quien le prestó una toalla para que se secara.

Al día siguiente , el forastero se retiró luego de recibir una carta por medio de un ave mensajero.

Jeronimes ya estaba viejo y antes de morir recibe una carta:
- Gracias por la hospitalidad. Mi padre acaba de heredarme el trono y ahora soy Rey. Quisiera que su hijo Arturo sea mi consejero.
Era el extraño forastero y Jeronimes le contesta la carta. Pero Pedro leyó la carta y decidió usurpar a su hermano gemelo, Arturo.
Pedro viajó, llevando la carta de su padre al Rey, pero no le dio la carta ni le aconsejaba bien. Antes que nada le pedía al rey miles de monedas de oro mientras pensara que hacer, sin embargo, luego dubitaba y salían mal las cosas. El reino estaba al colapso. Las masas, cada vez, más fuertes hacían alboroto. El consejero codicioso, Pedro, prefería las grandes fiestas con grandes banquetes antes de repartir los recursos de manera equitativa al pueblo. Por ello, el pueblo, con hambre, reclamaba al Rey y éste no sabía que hacer. Entonces buscó a Pedro por todo el palacio pero no lo encontraba. Pedro estaba en una de sus tantas fiestas disfrutando del lujo. Buscó en la habitación de su consejero y encontró la carta:
- QUerido amigo: Gracias por invitar a mi hijo Arturo a ser parte de su reinado. Yo ya estoy viejo y pronto me iré al cielo. Mis dos hijos son idénticos y hasta yo me confundo a veces. Pero Arturo tiene una cicatriz de una quemadura en el pie izquierdo. Resulta que ordené a mis hijos que recogieran leña y hicieran una fogata.
Dame mi pan, Pedro, tengo mucha hambre
Te lo doy si logras atravesar el fuego con tus pies descalzos, le retó Pedro. Arturo hizo lo acordado pero sólo puso en el fuego en su pie izquierdo.
-Yo intervine y logré que Arturo no se quemara el otro pie, pero Pedro no le devolvió el pan y Arturo no probó bocado hasta la mañana siguiente.

Pedro llegó ebrio de la fiesta, asomó a su habitación y encontró al Rey de mal humor. El Rey le obligó a Pedro a asearse sus pies con una tina- Para que te pruebes estos nuevos calzados- El consejero codicioso, al fin, cedió y algo avergonzado se quita los zapatos . Un olorcito se esfumó por toda la habitación. El Rey notó que no tenía ninguna cicatriz.
Entonces ordenó a los guardias que se lo llevaran y que traigan al verdadero Arturo, su hermano gemelo.

A la mañana siguiente, el pueblo se revolcó frente al palacio y su furia era desbordante. El Rey pidió consejo a Arturo.
Debe haber un diálogo con el pueblo, una conciliación con los líderes de las masas.
Entonces el Rey pidió a su consejero actual que dialogue con ellos
-¿Qué es lo que piden?
- Queremos aumentos, tenemos hambre. No nos pagan hace dos meses.
- Les aumentaremos lo que nos es posible, pero, ¿Qué dan a cambio?
Se quedaron callados
- Si no dan nada a cambio, no hay aumentos. Un trato es un trato, y ustedes deben trabajar más en las tierras, producir más, trabajar más horas, en caso de losmédicos atender a más pacientes, etc. Y les aumentaremos cuando veamos mayor productividad. ¿Están de acuerdo?

Luego de una pausa, atinaron a decir:- Sí, estamos de acuerdo.

Pedro iba de puerta en puerta para que le den comida, pero la gente le cerraba la puerta en la cara, tratándole con la misma moneda de cómo trataba a los forasteros

Texto agregado el 13-09-2004, y leído por 322 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
18-05-2005 Me encantó la fábula. Seguiré leyéndote. didi
 
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