Los grandes maestros de la humanidad han sido orales, pues parece ser que la palabra hablada tiene o tenía más magia que la palabra escrita. SOCRATES es un gran ejemplo de ello, al igual que JESUCRISTO y otros tantos que lograron seducir a los escuchas de una manera tan contundente que lograron todo lo que se proponían. La textualidad aparece mucho después y masifica en el sentido que muchos tienen acceso a un texto, pero en esta era de la masificación se lee cada día menos, no sabemos si esta época está plagada de diversiones y cosas superfluas que hacen que la letra sea materia muerta.
La textualidad llega con la imprenta y desde aquel entonces se multiplicaron los textos y se fue perdiendo ese poder de la oralidad, a los grandes maestros se los debería escuchar siempre, pero ningún grande de la literatura podría llegar de esa forma a las masas, que solo verán en la textualidad un reemplazo de la voz y más que de la voz de la viva voz, hay seres que tienen el poder de seducir y hasta llevar a las masas a situaciones peligrosas para la humanidad, tal como lo hacía Hitler, quien tenía una elocuencia tan tenaz que lograba hasta enardecer a sus seguidores que al escucharlo lo aclamaban y seguían todas las consignas que lanzaba este maléfico personaje.
Hoy en día se producen más textos, demasiados textos, que muchas veces no son leídos por nadie o por muy pocos, las grandes editoriales solo le apuntan a escritores famosos, es decir apoyan la marca ( nombre) de alguien que ha ganado concursos importantes de literatura, o bien, que sus libros hayan sido llevados al cine. En la antigüedad la oralidad fue determinante en la difusión de la literatura, pues era la única manera en aquel tiempo, esto permitía que todos quisieran contar un cuento, un mito, una saga y todo lo que había que contar. Todos contaban y todos escuchaban y estas historias llegaban a los oídos de casi todos los escuchas, que más adelante dejaban de ser escuchas y se convertían en narradores orales.
Escribir es dejar algo para la memoria de la humanidad, algo que puede ser trascendente o intrascendente, hasta peligroso en algunos casos, por eso, los grandes de la humanidad como Leonardo Davinci, no escribieron para los ojos y el entendimiento de todos, pues consideraban demasiado importante aquello que descubrieron y luego escribieron, los grandes secretos no pueden estar al alcance de cualquiera, porque se correrían muchos riesgos. La textualidad requiere de lectores que sepan descifrar el tejido que ha construido el escritor, hay libros fáciles y libros muy herméticos, estos segundos requieren mucho conocimiento del lector y toda una hermenéutica para su deconstrucción textual.
Yo, como Habitante de esta época considero que la escritura es importante como memoria de todos los tiempos, como testimonio de muchos sucesos y circunstancias, como esa máquina de guerra como lo planteaba Jacques Derrida, la máquina discursiva tiene mucho poder, lo malo es que a veces nos interesamos en muchas cosas banales y los textos se quedan en libros que nunca se leen, de leerse y entenderse, sin lugar a dudas cambiaríamos este caótico orden social en el que vivimos. A veces los que cacarean democracia, lo único que hacen es conducir con sus palabras orales en algunos casos y escritas en otras ocasiones a las sociedades al barranco. Cada época produce cierto tipo de textos, lo importante es que estos textos sean el producto de toda la colectividad, que tiene el lenguaje al alcance de la mano, al alcance de la mente, al alcance de la pluma, pero lo malo es que jamás produce textos que reivindiquen a las grandes masas. Los escritores producen buenos textos, pero qué hacer en una época donde el libro poco a poco pierde terreno frente al vídeo y los medios masivos de comunicación.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
@ DERECHOS RESERVADOS.
|