Si me pierdo en esta madrugada
En alguna otra vida
Podrás encontrarme,
Si la lluvia se apiada de mi dolor
No tendré permitido el recuerdo,
Antes de cargar en la cruz que llevo
La gran miseria a la que me entrego
Y la soberbia Soledad
Que me estruja entre sus dedos.
Tengo frío,
Llamo a mi conciencia
Pero ha preferido el suicidio,
Busco el calor de mis demonios
Pero se han aturdido frente al espejo
Que les brindó su reflejo.
¡Ayúdame alma mía!,
Es una suplica que le proclamo a la noche escarlata,
A la luna oculta entre la niebla,
A las estrellas que han sido pedazos de piedra y proyección inducida.
¡Sálvame de esta vida ingrata y vacía!
Las poesías y la ansiedad de vivir,
La muerte en el baldío
donde fue ejecutada la infancia,
El cansancio que pesa en el alma,
Y el amor dado a patadas.
No deseo creer,
No deseo aprender a vivir,
Tengo la mirada perdida
Por la incapacidad de salir a buscarte,
pues, ¡Es que no he podido encontrarme! ,
Tengo la pena que invade,
El llanto que atemoriza
Cuando hemos corrompido la carne.
Nadie,
Sólo la sed y el hambre,
Me vulnero en los hábitos miserables
Y tengo terror de la corrupción que me acecha,
Conciencia desecha,
Ella me devolverá a la hoguera
Donde largué a llorar por vez primera.
Si me pierdo en esta madrugada,
Si contemplo la destrucción de mi orbe en la mañana,
Si no me salvo de mi misma
Te pido que aniquiles la tibia morada,
Porque en ella reside
Lo mejor que supe hacer de mí,
En ella he mutilado al pasado
Y todo el desamor
Que me ha revuelto las entrañas
Y ha sido mugre y costumbre,
Ha sido falsa pasión y derrumbe.
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