BUENOS AIRES DESPUÉS DEL AMOR.
(Ensayo breve)
Por: DANIEL JOBBEL.
Esa ciudad que es la misma ciudad "junto al río inmóvil", de Eduardo Mallea; es la misma de Marechal, "Adán Buenosayres..."; es la mismísima de Jorge Luis Borges, "la ciudad del hombre de la esquina rosada..."; es la ciudad que se hace cuento y fundada a Don Jorge Luis... en ese poema:"A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires. La siento tan eterna como el aire y el agua..." Esa ciudad no miente.
Cuando llegaba a ella me preguntaba: ¿Y la felicidad viaja en subte?¿Es tan efímera?
La felicidad, dice Osho,"pasa por disfrutar los momentos buenos y tomar los momentos dolorosos con estoicismo"¿?... Y una más grata de Bucay "La felicidad es un invento de los políticos y los psicólogos pero en realidad no existe, es una zanahoria delante del conejo -nosotros- para que sigamos adelante". Y todas estas circunstancias y asociaciones con historietas de 'Landrú' son inevitables.
Sin embargo, toda vez que pulso mi lira, mi vihuela y la zampoña, con mi voz, entono mi ánimo y elevo mi espíritu para cantar 'loas' al animalito más bello por su gallardía en la cocina: Su majestad el cerdo... Pablo Neruda lo olvidó (y hay que reconocer que se acordó de casi todo el mundo) en sus odas. Homero los destinó a los papeles más bajos (discreto, pero se acordó) cuando convirtió en 'puercos' a los compañeros de Ulises.
Ahora, usted lector se preguntará, que tendrá que ver con el animalito. Le digo, bien vendría convertir en 'cerdos' algún ejemplar político... ¿No es cierto? Cierto. Es que en la ciudad de Borges los hay y de muchas maneras y formas. ¿Por qué? Bueno, le explico...
Al pelo viene apuntar una cita de 'Eduardo Galeano', en la cuál alerta, "Mucho cuidado: los delincuentes andan sueltos. Pero los más temibles no son los que provocan la histeria pública y dan de ganar millonadas a los fabricantes de alarmas, a las empresas que venden seguridad privada y a la prensa que vende 'inseguridad'. No: los peligrosos son los presidentes y los generales que destripan gentíos, los reyes de las finanzas que secuestran países, los poderosos tecnócratas que roban salarios, empleos y jubilaciones. Todos somos rehenes..."sic.. Y dícese arrogante porque se está en la cúspide y pisa fuerte. Es cuando ese animalito hace presencia en ese teatro de operaciones... Con demoledora visión ante la realidad, ¿como encontrar los caminos hacia la felicidad?
Indudable que todo tiene que ver con el todo... Empezando por el hombre de anteojos de cristales azules que saca una armónica y luego de unos trinos de ensayo, arranca con un tango. Se siente que es 'Gardel' aunque no cante. Con el pie al compás de un acompañamiento casero, se detiene en una nota y la alarga hasta que vuela lejos del pasillo de la estación del subte. Sufre la falta de 'guita' pero es, se siente Gardel o Gieco si se prefiere. Y eso es lo importante. Sobre el final dejó caer un trapo cuadriculado y sucio (pañuelo para más dato) sobre el piso, en donde una lata, la que tiró encima del trapo y en el que todavía conserva pegoteado el dulce de antaño, acaso para que se aferren las duras monedas contra el fondo...
Ahora bien, para los temerosos que preguntarán a donde voy con esto. ¿Qué tendrá que ver? Hay una contra-pregunta que para muchos es 'perogrullada': El dinero ¿hace a la felicidad?... ciertamente todo el mundo -salvo raras excepciones- contestaría que no, que para nada, que las felicidades no dependen en absoluto del dinero. Son incompatibles. O lo que es lo mismo, tanta gente a la que la falta de billetes no les causa ninguna desdicha.
Usted que interpretó la pregunta anterior o simplemente hizo uno de esos depósitos a plazo fijo 'corralito por medio' para no perder cobertura alguna le digo: "que ese es un problema que atañe a la felicidad". Tiene dinero y preocupa. Todo el día pensando, en las tasas, el dólar, la inflación y cualquier otro etcétera . Creo que no será feliz con eso. Si nos acordáramos de la aritmética que nos enseñaron en la primaria, estas cosas de las finanzas no sucederían. A ver.
Que usted sepa, por ejemplo, cuanto pierde o gana por una diferencia anual de cinco puntos, en una colocación a treinta días. Si lo sabe, saltéese el párrafo que viene y después me sigue. Cinco puntos de 'felicidad' equivalen a treinta días de bienestar interior. Vió que no lo sacaba.
Acaso ¿alguien recordó una felicidad a la que se subordinan otras? Si falla esa, ¿las demás la compensan? Es la 'felicidad interior' (como la del fulano del subte que se sentía 'Gardel', se acuerda), un contentamiento íntimo, una paz de conciencia, una serenidad de ánimo, una limpieza del espíritu, una pureza del 'alma' que el dinero y la violencia se muestra incapaz de procurarnos. Al contrario la corrompe y la gasta. Esos son los cinco puntos.
El argumento, válido para un extremo ¿no lo es también para el otro? ¿Es más corruptor el exceso de dinero que el mínimo de pobreza? Sin retaceos le digo que es lo mismo. Esto no lo ignora nadie, ni siquiera las religiones. Sí algunos políticos.
Franqueando ingenua e hipócritamente la realidad en el Buenos Aires de Borges, Mallea, o Marechal las oportunidades de felicidad son tan escasas que se le niega hasta los pies. Si hay que salir apresurado y terminar de vestirse en la vereda, entonces el desayuno no existe. Uno se afeita, dos o tres pasaditas, se detiene, un sorbo amplio de café, mordisco de una galletita enmantecada. Y así, a los apurones no se valora nada, ni a nadie. La 'felicidad' pasa por delante de nosotros, el 'amor' viaja en subte y se gasta, se gasta. Y empieza la arrogancia.
Y lo de arrogante emparda al fin con... bueno, ese animalito que Neruda no citó en sus odas. No sé si se entiende lo que digo. Pero lo impecable de Buenos Aires es que no miente belleza, anécdotas, color, esperanza y tango. Eso sí, la felicidad la busca usted... ¿No entiende? Pues entonces vaya a la ciudad sobre el río inmóvil y mire. Cruce el zaguán del misterio, abra la puerta y asómese a la calle para saber que tengo razón...-® |