El beso es una linea
que va prolongando su forma,
en los senderos que propician su intersticio
en la anatomía desvelada de lo prohibido.

El beso
es un pájaro enjaulado,
que anhela la libertad de la pasión
y la calma de quién ha amado.

El beso sin nido
reside enjaulado en la omisión del deseo,
habita en la estrecha deserción
que atormenta a un alma noble en su destierro.

El beso
es la intensa lejanía que nos ofrece el universo,
es la cercanía tardía,
es la perdida temprana de un sentir
que ha hecho de nosotros una dicha.

Delicioso beso,
precoz flor que te metes en mi vestido de noche,
llama lasciva
que prolongas mi fantasía en la ejecución del roce,
que me desangras en la espera,
que te vuelves dulce en la miel de mi colmena,
que pruebas el manantial de mis curvas
siendo vos mi esclavo y yo tu reina.

¡Beso
te aprieto entre mis labios!,
idilio y placer,
festín estival en todos los sentidos;
y te saboreo en el descaro,
impetuosa lucha de los cuerpos
que en el incestuoso suelo del amor se han reventado.

¡Oh,
ardor en la piel
y humedad en la lengua
de los versos pronunciados!