Puedo olerte en el vino
En la sangre
En el pan recién cortado
En la hierba que crece entre mis manos cuando muero.
Puedo tocarte
Interminablemente
En las avenidas donde me pierdo y canto
En los andenes cuando me vuelvo lluvia
En las manos
Que me saludan indiferentes y yo extraño tu beso.
Puedo mirarte
En los amaneceres y los infiernos gélidos
En las frutas amargas de otros árboles secos
En la lontananza y sus recuerdos infames.
Puedo también sentirte
Soy otro que eres tu y que soy yo mismo
Me repito en tu ausencia y en tu tiempo
Me diluyo en tus aguas como un témpano
Me configuro
Me desgasto en los pliegues de tu vientre
Me salvo
Me condeno
A ser dios de tus siete maravillas
A acecharte en las noches como un lobo
Sin hambre
A la espera de ser víctima voluntaria
De tu antojo.
Texto agregado el 09-07-2016, y leído por 136
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