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UN LUCERO EN EL FIRMAMENTO


En los primeros días del año seiscientos, la tierra quedo destruida, después de cuatro años de dolorosa y sangrienta guerra. La tribu derrotada; en el pasado gozaba de gran respeto y reputación de sus enemigos, por la acción de sus grandes guerreros, quienes conformaban un ejército de duendes poderosos y valientes hadas escarlatas.

Lo que no supo por mucho tiempo la tribu vencedora, era la existencia de un sobreviviente llamado Murlos, quien poseía grandes poderes sobrenaturales heredados de un linaje de gladiadores.

Murlos al verse solo en la tierra, busco ocultarse en el pantano de los lamentos y así evadir la persecución de los cinco reyes aliados; cuya única misión consistía en localizarlo para darle muerte y exterminar por completo a los duendes escarlatas.

Los cinco reyes aliados, se convirtieron en los nuevos amos de la tierra; enviaron a todos los pueblos a sus mensajeros para proclamar su soberanía y con su poder doblegar a los reinos a servir al nuevo rey.

Murlos era un duende de mucha experiencia. En el pantano de los lamentos, recordaba el día cuando su amigo el rey, coloco sobre su pecho la medalla de honor al mejor guerrero. Titulo que solo se le otorgaba a los más sobresalientes de las diferentes disciplinas del combate mortal. También recordó la promesa que le hizo al rey, de proteger la gema sagrada incrustada en la medalla dorada. Una joya invaluable, un diamante tallado a mano, amado, y respetado por todos los duendes y hadas.

EL diamante representa la vida de sus antepasados, quienes transmitían un poder sobrenatural a quien la poseía.

Murlos tomo la medalla dorada en su mano y apretándola con fuerza, prometió a la memoria del rey Balzac, regresar el honor y el respeto merecido a su tribu.

Como resultado de la última guerra el rey Balzac había sido asesinado por los cinco reyes aliados; pero Murlos aun poseía la joya santa, que tenía el poder entregado por los dioses para devolver la vida a los muertos. La gema tenía una fuerza muy antigua y poderosa, que solo se podía activar cuando capturaba las almas condenadas de sus asesinos, quienes quedaban presos en unas celdas ocultas dentro de la joya.

Murlos tenía sobre su pecho el arma más deseada por los reyes de la tierra y la iba a utilizar para intentar capturar las almas de los cinco reyes, quienes habían matado a su rey y a su pueblo en medio de una saciedad pecaminosa. Para Murlos era una misión desbordaba en imposibles, capturar reyes malignos se había convertido en un gran reto para él; pero no se sentía solo sobre la tierra, aun contaba con las almas de sus antepasados, que de cierta manera vivían tallados en el diamante de la medalla sagrada para ayudarlo a vencer a sus enemigos y probablemente traer de nuevo a la vida a dos millones de duendes y hadas; sepultados en los confines de la tierra. Murlos era el duende más vigoroso, bien hizo el rey Balzac al escogerlo para que intentara cumplir su último deseo, resucitar a su raza abatida.

El pantano de los lamentos, era un lugar oscuro y tenebroso. Pero aún así, era el lugar preferido de los duendes y de las hadas. En este lugar encontraban paz para su espíritu y la adoración a sus dioses. En este mismo sitio, Murlos sintió por primera vez el sabor amargo y espeso de la muerte, cuando pensó que quizás fracasaría en su intento.

Miro al cielo y vio cinco lunas nuevas, por un momento pensó ver las caras de los cinco reyes aliados, que esteban sobre él para matarlo.

Tomo la medalla sagrada en su mano y la pego fuertemente a su pecho quebrantado por el dolor de su tribu, luego grito al cielo diciendo:
“dioses busco mi destino, denme la suerte”, al pronunciar estas palabras, el pequeño diamante incrustado en la medalla sagrada atravesó la carne de su mano y salió disparado, hacia el cielo. Brillando como un lucero, para calmar sus temores y darle esperanza en una posible victoria sobre sus enemigos.

Ahora el cielo se adornaba con cinco lunas nuevas y un hermoso lucero, peleando un espacio en la oscuridad con su luz resplandeciente.

Después de un tiempo los cinco reyes aliados, conocieron el escondite de Murlos. Penetraron estratégicamente en el pantano de los lamentos para capturarlo. Al ubicarlo, el jefe de los reyes aliados, llamado Agonir, se paro frente a Murlos, buscando la medalla sagrada en su cuerpo; pero al notar el agujero en la joya, lo tomo por el cuello y le pregunto:
-Duende ¡miserable! ¿Donde está el diamante, que lo hiciste?- Murlos levanto enérgicamente sus fuertes brazos y apunto sus manos a uno de los reyes aliados gritando a gran voz:
-¡te conjuro a las celdas del diamante!-
De sus manos salieron dos rayos de luz; uno dorado y otro violeta, dirigidos al cuerpo del rey más anciano, llamado Desmon, que al recibir la descarga cayó herido de muerte.

Agonir, el rey de los aliados al verlo caer se lleno de ira y grito desesperado
– ¡No! ¿Qué has hecho desdichado duende?- El rey tomo a Desmon en sus brazos tratando de evitar que muriera, y de sus ojos agonizantes, brotaba un vapor oscuro como niebla negra, que subió hacia la oscuridad del cielo. Era un alma condenada a vivir encarcelada en las celdas del diamante, que brillaba en la noche celeste sin parar.

El rey Agonir embriagado por la ira, dirigió su mirada a Murlos diciendo: - Insolente. ¡Pagaras por esto, te voy a matar!-
Murlos vio en la mirada del rey su final en medio de aquel frio pantano; pero aun no estaba preparado para morir y decidió enfrentar la amenaza diciendo:
-No les tengo miedo, ya solo me faltan ustedes y morirán por mi mano, sus almas las encarcelare en el diamante sagrado y los escarlatas reinaran. ¡Y ustedes no existirán jamás!-
Los cuatro reyes aliados, rieron irónicamente, en un tono sarcástico y escalofriante, Agonir interrumpió la risa y pausadamente dijo:
-Reyes. Terminemos con este soñador, pongámosle fin a su insípida existencia- respiro profundo y agrego -Muerto este duende, inicia nuestra era y todas las tribus de la tierra sabrán que somos grandes, Solo necesitamos el diamante que este gusano esconde-
Los cuatro reyes desenfundaron sus espadas y apuntaron a Murlos diciéndole:
-¡Nuestro sortilegio te consuma!-
Murlos inmediatamente extendió sus brazos replicando.
- ¡Dioses sagrados protejan mi conjuro!-
Acto seguido un poder desconocido formó un muro dorado alrededor del cuerpo de Murlos, convirtiéndolo en una estrella para protegerlo del ataque maligno de los reyes aliados.

Los reyes sorprendidos observaron a Murlos, sin un solo rasguño. Entonces solo ahí comprendieron que estaban ante el más poderoso de los duendes escarlatas, al que jamás debieron haber provocado. El rey Agonir alertado ante el peligro exclamó:
-Rey Faluz, te autorizo para matar a este diminuto animal y asegurar la joya sagrada-
Faluz se hizo al frente para enfrentar a Murlos, desconociendo las verdaderas intenciones del rey Agonir quien lo enviaba a una muerte casi segura.
Era la ocasión perfecta para eliminar a su aliado quien representaba una amenaza a sus más íntimos deseos de convertirse en el amo y señor de toda la tierra.
Faluz se fue acercando a Murlos con una notoria malicia en sus ojos mortecinos y con una sonrisa maligna respondió al rey:
-Será un honor cumplir tus órdenes, oh excelentísimo rey, acabar con el último duende, será un placer muy grande para mí.-

-Que así sea Faluz y cuando termines tu tarea, te esperamos en el árbol de las agonías- Añadió Agonir mientras se alejaba acompañado de los reyes Limgá y Jardit sus aliados de guerra.
-Pronto estaré ahí, no me tardaré- respondió Faluz, lleno de autosuficiencia y con poca humildad.

Limgá y Jardit comprendieron que el rey Agonir había entregado a Faluz a un combate suicida, conociendo los poderes del duende.

Murlos un tanto asustado, se sentía como una ovejita con el cuchillo en el cuello para el sacrificio, pero se aferraba a vivir y a luchar por sus creencias.

Faluz solo veía a un pequeño duende fácil de digerir, de escasos cabellos rubios, de ojos blancos sobre un pedazo de nariz puntiaguda que le hacía juego con las orejas.

Vestido con ropas doradas, resaltaban sus pulseras cargadas de rubíes sobre sus pellejudas manos, lo que mostraba una apariencia de un ser indefenso, tierno y sin muestra de peligro.

Faluz sabía que no podía confiar en aquella apariencia frágil, también sabía que poseía el poder del diamante sagrado que lo hacia el más poderoso de los duendes y que requería de mas estrategias que de fuerza.
Faluz y Murlos se miraron con fiereza, con una sola intención de matar o morir; solo los dioses, serian jueces de este encuentro mortal en el pantano.

Murlos por su parte, también sabía que el rey vestido con ropas reales y armas de guerra, no sería fácil de aniquilar como lo hizo con el anterior.

También noto que del rey Faluz emanaba una energía invisible, espantosa y poderosa, capaz de secar el pantano con su fuego convirtiendo en grietas la tierra. Murlos solo esperaba el momento de actuar para responder acertadamente.

Faluz entonces levanto sus musculosos brazos hacia el cielo invadido de estrellas titilantes, logrando unos movimientos mágicos con sus manos. Luego comenzó a realizar una danza suave, haciendo que su transparente ropaje dejara entre ver sus cortos y torcidos pies, que se movían de forma precisa y segura para aproximarse a su rival. Eran momentos tenebrosos que alertaba a Murlos a entender que los movimientos del rey Faluz formaban parte de la terrible danza de la muerte, que lo duendes temían. Murlos respiro profundamente pensando más en el ataque que en su defensa; estaba dispuesto a ir más allá de lo imposible para sobrevivir y derrotar a su enemigo.

De los labios del rey Faluz salía un canto agudo, repitiendo constantemente las mismas notas musicales. También Murlos pudo ver como del cuerpo de Faluz surgían miles de rayos afilados como espadas que salían disparadas hacia el para herirlo. Sintió temor y grito diciendo:
-Poderes del diamante sagrado, entrégame mi conjuro-
Las palabras de Murlos, hicieron temblar el pantano; y de su pequeño cuerpo salieron escudos dorados que lo protegían de los rayos agudos del rey Faluz; estos al chocar con los escudos producían una explosión de fuerzas maléficas que provocaron reacciones violentas a su alrededor, creando cráteres de incomparable tamaño.
El agua del pantano desapareció, los reptiles, los mamíferos y la vegetación, habían muerto en el enfrentamiento. El lugar se torno oscuro, árido, solitario y reactivo. Solo las cinco lunas y el lucero, que brillaban sobre el oscuro cielo fueron testigos imparciales de la batalla. El rey Faluz, abrumado trato de buscar respuestas a su fallido intento de poder. De nada sirvió su insaciable rudeza y ante tanta destrucción pregunto:
-¡Duende! ¿Quién eres tú para detener los poderes del gran Faluz?- Alzando la voz continua diciendo: -pequeño ¡roedor! te matare lentamente, mis maleficios acabaran con tu insípida existencia y rogaras piedad, pero no descansare hasta ver que tu piel, destile la última gota amarga de tu dolor-
Murlos sorprendido por las maldiciones del rey Faluz, se maravillo también por haber derrotado la danza de la muerte. Maleficio que todos los duendes temían y odiaban. Ahora era parte del pasado y le proponía la idea de terminar con el rey.

Murlos seguro de sus poderes, se dirigió al rey Faluz diciendo:
-Oye intruso, así como murió tu amigo, así mismo sucederá contigo, en este pantano tu cuerpo será esparcido, ni tus poderes, ni tus fuerzas tienen mandato en este lugar-
El rey Faluz volvió a reír, y esta vez su risa parecía más una mueca de agonía; pero su orgullo lo obligo a responder con altivez:
-¡Ignorante! No soy un anciano y mucho menos un débil como el rey Desmon, a él pudiste vencerlo porque sus fuerzas estaban agotadas, solo fue tu día de suerte, pero yo vengare su muerte con todo mi poder, mi energía es incomparable porque soy superior a ti y a todos los reyes, prepárate a morir-
Luego Faluz dio un grito de guerra y añadió -¡muere!-
De sus manos salieron rayos candentes cargados de violencia contra el duende; Murlos esquivo el ataque maléfico dando un salto gigante que lo poso en la cima de un cráter volcánico y sin perder el control le replico diciendo:
-Faluz hoy morirás, hoy es tu último día sobre la tierra, mis manos apagaran tu alma y mis poderes serán sobre ti- Levanto los brazos y con sus manos dibujo unos símbolos mágicos y dijo: –¡máximo conjuro del gran diamante sagrado, destruye a mi enemigo, y que hoy se abran los cielos!-
Faluz levanto su mirada al espacio y vio como descargas poderosas se desprendieron del abismo; por primera vez sintió temor, estaba solo y atrapado bajo el conjuro del último duende escarlata.

Luego vio venir los espíritus duendianos de la muerte, comandados por dioses ancestrales con armas letales capaces de destruir cualquier adversario. El rey Faluz no sabía cómo escapar de esta fuerza irrompible, siempre se creyó vencedor, pero ahora estaba al borde de su final; en un instante de abandono, sin sus aliados que buscaron la ocasión precisa para deshacerse de él.

Hastiado del miedo, sintió que su vida era miserable, pero aun así, no estaba dispuesto a morir fácilmente, Antes daría la guerra y esperaría salir victorioso de esta prueba mortal.

Entonces exclamo con todas sus fuerzas diciendo:
-¡Danzarines inmortales, acudan en mi ayuda y denme la victoria!-
Miles de espadas volvieron a salir de su cuerpo, apuntando fieramente a los seres escarlatas; estos a su vez se defendieron con rayos dorados como el sol, destruyendo las espadas que invadían el espacio dando la apariencia de un medio día. Los espíritus identificaron su blanco y un segundo rayo impacto la humanidad del rey Faluz para destrozar su cuerpo en millones de pedazos.

Las fuerzas en el aire, las centellas, las descargas eléctricas y el odio entre rivales se apago; solo quedo un silencio en el pantano. La lucha de duendes y reyes aliados dejaba otra víctima por cobrar.

Murlos desde la cima de un cráter, observo como humeaba la tierra. Se arrodillo y tomo bocanadas de aire para llenarse de victoria. La niebla era espesa como el aceite pero así volaban sobre el cielo algunos búhos amarillos, sobrevivientes de la contienda. Las aves entonaban canticos de triunfos mientras se alejaban en el horizonte.

Murlos un vencedor de la muerte pudo recordar el día de su nacimiento. Rearmo todos los sucesos de su vida, hasta el triunfo del presente. Sus pensamientos se detuvieron en el pantano sagrado donde los duendes hacían sus lamentos; pero esta vez no tenia de que lamentarse, solo quería sentirse agradecido con sus dioses. Entonces abrió sus piernas y planto sus pies firmes sobre la tierra caliente, luego levanto sus brazos y dijo:
“Gracias… dioses de mi pantano sagrado por darme esta victoria y por cumplir el pacto hecho a nuestros ancestros mediante la joya sagrada, de venir en mi auxilio en el más difícil de los momentos. Desde generaciones atrás permitieron que este día llegara y que yo naciera para derrotar a dos de los enemigos de nuestra raza, muchas gracias.”

Acto seguido aparecieron alrededor de él, una docena de dioses, vestidos con ropas extrañas y desconocidas para Murlos. Uno de los dioses, se acerco a él con una mirada serena y con una cálida sonrisa le dijo:
-Dame tu mano izquierda, no tengas temor, soy Abrismar, tu dios protector quien te he dado la victoria-
Murlos fue invadido por unos sentimientos muy fuertes, que no sabía sí eran nostalgia o alegría, al estar frente a tantas divinidades; de quienes escucho hablar desde niño, pero ahora sus ojos los podían ver.

Miles de palabras se habían enredado en su lengua que no le permitían hablar y solo algo se atrevió a decir:
-Divino duende, perdóname ¿Es este momento del fin de nuestra era?-
-Si… es el final de nuestro tiempo para esta tierra manchada que nos necesita, pero tal vez no será el fin de nuestra historia- explico el dios Abrismar.
Los dioses, los fantasmas, los duendes, las hadas escarlatas, comenzaron a llorar. Era un llanto enternecedor o tal vez un llanto de bienvenida a la nueva era de reyes. Abrismar siguió diciendo:
-No está en mí decidir que pasara en el futuro, porque no es el momento indicado para hacerlo; hay que esperar el reino venidero para saber la verdadera respuesta a tu pregunta-
Murlos se arrodillo ante el dios y se aferro a su mano para irse con él. Luego sin darse cuenta los dioses desaparecieron dejando una fresca fragancia en el pantano.

Después Murlos cayó muerto. Sobre el suelo sofocante y en sus labios conservo el beso que quiso regalarle a su dios.
Su minúsculo cuerpo yacía boca arriba con una mirada fija en el firmamento, cuando se escuchaban campanas de cristales dueñas de un sonido lento y tranquilo.



2


LAS ÚLTIMAS LUNAS DE OTOÑO


Pasaron cuatro siglos desde aquellas guerras que destruyeron la tierra, donde los reyes aliados, exterminaron a los duendes escarlatas. De esas contiendas solo quedaron pequeños comentarios que con el pasar de los años, se convirtieron en vagos rumores de leyendas y fabulas de una generación a otra.
Cuando los reyes aliados comenzaron a gobernar, muchos se negaron a adorarlos. El rey Agonir y sus dos reyes crearon una estrategia para someterlos; trajeron muerte y derramaron sangre de los rebeldes en la tierra. Todos los pueblos fueron sometidos por el terror, convirtiéndose el miedo como el arma más poderosa para doblegarlos. Este temor los catapulto, Pasando de ser simples reyes a divinos dioses en todo el nuevo gran reino.
Los reyes crearon una nueva religión, con doctrinas invencibles y poderosas; donde se adiestraba a los pueblos a adorarlos fervientemente. En todos los rincones de la tierra había imágenes de los reyes aliados con vestiduras blancas para ser venerados por todos; a cambio entregaban beneficios y recompensas a sus mejores seguidores. Con sus poderes controlaban el clima, los cultivos, fomentaban la promiscuidad y todo tipo de libertinajes, para mantener a sus fieles ignorantes de sus pretensiones.
Los reyes aliados no sabían, que en la clandestinidad se estaba formando una secta, que cada día se iba multiplicando para protestar contra la blasfema doctrina del rey Agonir, la cual había derramado tanta sangre humana, pecados que tenía que pagar con su vida.
Reyes malignos convertidos en falsos dioses; pero que con sus actos violentos estaban muy lejos de ser verdaderas divinidades.
Con el pasar de los años se fue levantando una villa, conformada por quinientas casas alrededor de un imponente castillo. La villa fue bautizada con el nombre de “TUNAT” que en lengua real significaba “Adoradores de Agonir”. Esta hermosa villa estaba ubicada al extremo sur del continente donde la influencia del imperio era muy escaza.
En esa villa habitaba una familia muy poderosa y gozaba del respeto y la admiración de sus vecinos. Contaban con muchos pastores de ovejas, quienes usaban su lana para fabricar prendas y así contrarrestar el excesivo frio de las montañas. Esta familia era la propietaria del gran castillo conocido como los “Prisnos”. Nombre otorgado por el sacerdote supremo del rey Agonir en esa región, que significaba “los prósperos”. Para la familia Prisnos vivir en estas tierras era una bendición, porque no sentían con tanta fuerza la presión de los reyes aliados.
La familia estaba conformada por sus padres, Nalsalí y Ardana, y tenían dos hijos varones jóvenes llamados Telú y Lamí y una adolescente muy hermosa llamada Javu. Quien era de una belleza incalculable, pretendida por todos los jóvenes apuestos de la región. Su mayor atractivo lo tenían sus grandes ojos verdes esmeralda, al igual que sus extensos cabellos rubios que caían a su cintura; fácilmente una posible candidata a ser reina de algún reino lejano.
Javu dedicaba gran parte de su tiempo a escribir temas filosóficos, antropológicos y poesía; además tocaba la lira, donde fabricada hermosas melodías para calmar su impaciencia.
Todo el tiempo se mantenía encerrada en su habitación, ubicada en la parte más alta de una de las cinco torres del castillo. Su cuarto estaba diseñado con flamantes ventanales con marcos de oro puro. Desde aquellas ventanas se divisaba una pacifica laguna, que parecía un cristal resplandeciente por los rayos del sol, Su brillo atraía a centenares de cisnes y gansos de diferentes tamaños y colores, que con sus canticos alegraban el paisaje.
Javu soñaba con ver a su villa libre de todo dominio de los reyes aliados. En secreto sin que sus padres y hermanos se enteraran o sospecharan algo; se fue sumando a la secta rebelde que se oponía al imperio de Agonir. Esta secta tomo el nombre de los “Mabrigios”.
Todos los viernes mucho antes de salir el sol, Javu utilizaba un pasillo secreto que solo ella conocía, para salir del castillo atravesando la villa, vestida con trajes de humildes criadas, alcanzaba a llegar a los bosque que circundaban las montañas, donde había una casa de barro con techo de palmas, con ventanas de madera silvestre, y un piso de tierra amarillenta.
Uno de esos viernes de encuentros clandestinos, ocurrió algo extraordinario que cambio por siempre su vida. Al entrar en la pequeña vivienda, se encontró con un grupo de veintidós ancianos perfectamente sentados en una mesa antigua; desgastada por los ruegos de sueños de libertad. El más anciano del grupo, era un hombre gordo, pequeño en estatura, de piel trigueña, quemada por el frio, con largos aretes y vestido con cueros de cordero, quien se levanto de su silla y se ubico en el centro de la sala y dijo: “hoy son las últimas lunas menguantes del otoño, y es el tiempo preciso para contarles una historia verdadera.
Somos una secta clandestina y subestimada, y nos hemos hecho llamar los Mabrigios que significa esperanza.
Este nombre viene de un idioma muy antiquísimo, desconocido por los humanos. Un lenguaje hablado por seres maravillosos; mágicos, respetuosos de la verdad, amantes de la naturaleza, vegetarianos y llenos de toda sabiduría. Que seguramente serán mostrados en el futuro como oscuros demonios por la religión falsa del rey Agonir. Estos seres eran conocidos como los duendes escarlatas, quienes batallaron hasta el final de su era.
Liderados por el más apasionado de los reyes escarlatas que haya dado esta tierra. Su nombre completo es Balzac Jalad Salyt llamado el máximo” explicada el anciano.
En ese instante, todas las personas sentadas a la mesa, vieron como aparecían, platos cubiertos de deliciosos manjares: frutas de toda especie, botellas del mejor vino de uvas, panes de trigo y deliciosos postres de llamativos colores. Todos los que estaban en la mesa se miraban sin comprender de donde aparecían tales viandas, y peor aún, tampoco comprendieron las palabras del anciano mayor, que al notar las caras perplejas de su auditorio continuo diciendo: “esperanza, pero ¿Esperanza en quién o de qué? Pronto lo sabrán; por ahora, solo sepan que estamos en la noche de los Mabrigios, es noche de ilusión y esa ilusión está en nosotros. Porque han llegado los días en donde el libertinaje, el miedo y la muerte sin control de gente inocente deben ¡acabar!... Mis amados Mabrigios, es el tiempo de volver a la guerra contra los reyes aliados, ellos han corrompido a la tierra con sus aberraciones, postrando a los pueblos a sus pies para que los adoren como dioses, es hora que la ignorancia concluya.”
Todos los asistentes aun seguían sin entender al anciano mayor quien siguió diciendo: “pueblos sin esperanzas, sin conocimientos de la verdad, pueblos enfermos que se mueren sin libertad, necesitan de un poder superior a sus pensamientos y ese momento ya está por venir” Miro a su alrededor y escucho el silencio en el salón y pregunto para hacerlos despertar -¿pero qué será lo que está por venir?- pregunto.
Esa era la gran incertidumbre de todos y más aun de una adolescente como Javu, quien se había convertido en una Mabrigia a temprana edad no hacía mucho tiempo. La joven sintió como su respiración se entrecortaba es sus pulmones, luego detuvo su mirada en la pequeña lámpara que colgaba sobre la mesa, buscando quizás claridad, para descifrar las palabras del anciano Mabrigio.
El anciano camino hasta la mesa, y tomo la botella de vino para servirse una copa; tomo un sorbo y continuo diciendo: “Hoy la muerte de nosotros y de otros Mabrigios de lejanas tierras, contribuirán al regreso de un héroe que trasformara al mundo”. Todos los presentes en la reunión se levantaron de sus asientos, maravillados de conocer a ese pacificador por el cual sacrificarían sus vidas, como una ofrenda noble a la causa de los Mabrigios.
Javu sorprendida comenzó a llorar; pero sus lágrimas no eran de tristeza sino de alegría. A su memoria llegaron los recuerdos de su niñez, de sus abuelos, de sus padres y hermanos. Estas palabras del anciano despertó la ilusión de luchar, pora lograr la libertad. La idea de la resurrección de un duende mediador le dio a entender la importancia de su raza y el orgullo de ser parte de una comunidad secreta con poderes sobre humanos capaz de producir un cambio verdadero para su comunidad por muy diminuto que este fuera.
El anciano al ver el asombro que había causado a sus oyentes, comenzó a entonar un cantico de alegría muy antiguo que todos ya conocían; levantó las manos en señal de victoria y se dejaban llenar de un gozo sobrenatural que produjo una danza solemne en el lugar. Javu bailaba, llevando los compases de la melodía mientras sus pantalones se movían con gracia sobre su cuerpo. Luego la danza fue evolucionando en el lugar y se fue convirtiendo en una fiesta que contagio a todos los asistentes a la reunión; pero un grito del anciano apago el momento feliz:
-¡Silencio! Todavía no es tiempo de celebrar, sino de organizar al pueblo- Todos inmediatamente se detuvieron a mirar el rostro, severo y autoritario del anciano, quien ahora había puesto sus ojos sobre la belleza de Javu diciendo:
-Ven aquí preciosa doncella… se que eres descendiente del gran Lominik Prisno- -Si señor… ¡era mi abuelo!- interrumpió javu sorprendida.
-El fue mi gran amigo, un excelente mabrigio; y sin darte cuenta, el te enseño nuestras doctrinas, te protegió, te revelo los pasillos secretos del castillo para que hoy estés aquí, amando esta lucha por la libertad que tanto deseaba y lo hacía feliz. Hoy estas para recibir el poder que solo yo te puedo transmitir-
Javu miraba con sorpresa al anciano; pero estaba preparada para asumir su papel en la lucha por la libertad que deseaban. Ahora Javu entendía todas aquellas situaciones que vivió con su abuelo Lominik, todo comenzó a tener sentido para ella. Recordó con dolor aquel día de su partida, sabía que era un hombre increíble y muy especial en su vida.
El anciano llamo la atención de Javu con una pregunta decisiva:
-¿Te gustaría saber la verdad sobre la muerte de tu abuelo?-
Javu movió la cabeza con curiosidad y con el deseo de llorar.
-Tu abuelo no murió por culpa de los caballos azabaches, esa gran mentira fue creada por los sacerdotes de Agonir; pero la verdad te sea dicha; realmente fue la iglesia Agonista quien lo mato, cuando pastoreaba sus caballos en el valle de la misericordia. El mismo rey Limgá con el sacerdote Ferluis, invocaron el sortilegio asesino de los reyes aliados para acabar con la vida de tu abuelo-.
Javu con lágrimas en sus mejillas, interrumpió su relato con una pregunta:
-¿Por que mataron a mi abuelo, si era cumplidor de sus deberes con el reino?-
-por soberbia de los reyes.- Expreso el anciano con ira –las palabras de tu abuelo ofendieron al rey y al sacerdote cuando reclamaba mas amor y menos muerte para su pueblo- el anciano hizo una pausa y continuo –las palabras fueron interpretadas como blasfemia y por solo pedir “amor y menos muerte” hoy no se encuentra con nosotros.-
Javu irrumpió en un llanto indiscriminado; las palabras del anciano fueron sinceras y verdaderas; ella supo que su abuelo fue un experto jinete y le pareció dudosa su muerte a causa de unos caballos azabaches. El anciano con sus agotados ojos contemplo el dolor de aquella hermosa doncella, sus palabras habían abierto una herida en su alma, entonces quiso consolarla con suaves palabras diciendo:
-Se que la verdad es dura, pero tú eres joven y fuerte, eres capaz de soportar esto y mucho mas; pero prepárate porque te voy a decir algo que debes hacer para salvar las razas.-
El anciano hizo un breve silencio y continuó diciendo -Javu Prisno, tu cuerpo tiene la misión de alojar un héroe que redimirá la sangre derramada en nuestra tierra por culpa de los reyes aliados– los ojos de Javu trataban de salirse de sus orbitas por lo que oía –todos los integrantes de los Mabrigios en la tierra, hoy se unirán a ti, para que lideres la libertad del mundo.- afirmo el anciano.
-¡No!... ¿Por qué yo? Si solo soy una pequeña mujer, que sueña con vivir en un mundo mejor, de paz, de equilibrio, como está escrito en las enseñanzas escarlatas– se detuvo a pensar varios minutos ante la mirada del anciano y continuo –aunque tengo miedo, estoy dispuesta a cumplir con esta misión.-
El anciano la tomo en sus brazos y le hablo diciendo:
-Yo también quiero vivir en ese mundo que tú sueñas; y el libro de las enseñanzas del gran Balzac dice, que “un anciano vendrá del pasado y prepara el camino del héroe que salvara la raza, envuelto en una delicada piel de pétalos color rosa, que dará su dulce miel pero en la boca de sus enemigos será amarga como la hiel-
Javu al escuchar la profecía del anciano, entendió que la flor de pétalos rosados era una hermosa mujer, escogida entre todas las demás para cumplir con el plan que daría inicio a la reencarnación de una raza dormida.
Javu mirando fijamente los ojos del anciano y con decidida resolución dijo: -Yo también quiero poner mi cuerpo para morir en sacrificio de esta raza, quiero revivir ese maravilloso mundo que nos permita alcanzar la gloria-
El anciano sonrió y le abrazo con más fuerza, luego lleno de júbilo se dirigió a los demás ancianos diciendo:
-Hoy es la madrugada profética, donde la vida tomara valor, ya no viviremos inertes, ahora solo debemos cantar de alegría, batan sus túnicas, alcen sus voces, porque hoy es una fecha para recordar, los antiguos Mabrigios volverán a la vida, preparemos el camino del héroe de todos los tiempos- todos al unísono comenzaron a dar voces de júbilo y una contagiosa alegría invadiendo el lugar, mientras el anciano alzaba su voz llamando la atención –Hoy es una fecha donde Murlos, volverá a la vida y despertara de su sueño en las entrañas de esta hermosa doncella, quien será el canal por donde vendrá de nuevo la esperanza a nuestro pueblo.-
Había un silencio en el lugar después de escuchar las afirmaciones del anciano, que al notar en sus rostros la indiferencia a sus palabras grito amargamente:
-No me miren así; demuestren que creen en lo que les digo, son promesas de libertad que hoy se cumple ante sus ojos… ¿qué es más fácil, decir lo que pienso o demostrar la verdad de esta profecía?– todos los Mabrigios comenzaron a cantar y a danzar de nuevo y el anciano continuo. -acércate Javu, para que todos vean el poder que vendrá sobre ti– ella camino hasta el anciano mirándole sin pestañear –eres la más hermosa de las doncellas y aunque tu cuerpo es débil, has sido escogida para recibir dentro de ti, el poder de los dioses– El anciano acerco su boca al oído de Javu y susurro:
–Desde este momento Murlos es engendrado en tu alma, levanta tu cabeza y tus brazos–

Javu obedecía sin revelarse en absoluto a su maestro
–Es la hora del advenimiento levanten su voz, que se escuche en todo el mundo, invoquemos al poderoso héroe, y repitan conmigo, “la muerte será vencida y Murlos volverá a la vida”– todos en una gran voz gritaban la consigna, cuando de pronto una luz incandescente inundo el lugar y Javu cayo desmayada en el piso, al tiempo que el anciano anunciaba: -Bienvenido Murlos, soy Balzac tu rey– se escucho un murmullo de sorpresa en el salón, -en esta criatura humana eres plantado para que vuelvas a la vida, después de tantos siglos, ha llegado este día para traer la esperanza, la paz y la vida a esta tierra– luego la luz intensa desapareció lentamente y Javu abrió sus ojos con una mirada crédula y severa.
Ahora Murlos estaba dentro del cuerpo de Javu quien se incorporo mirando sorprendida a su alrededor, luego el anciano dijo de nuevo:
-Bienvenido a la vida, hoy estas aquí con nosotros, escucha fervientemente a tu rey Balzac. Murlos, los reyes aliados sabrán que estas en este mundo para vengar la destrucción de nuestra raza, así que prepárate, vuélvete más poderoso que los dioses recuerda que todos nosotros estaremos contigo– el anciano saco de su bolsillo la medalla sagrada con el diamante de poder y pregunto: -¿Te acuerdas de esto?–
A la mente de Murlos llegaron infinidad de recuerdos tortuosos de guerras, de muerte, de duendes, y el último combate con Faluz– entonces Murlos respondió diciendo:
-Mi rey Balzac, aun recuerdo mi juramento; y los dioses han escuchado tus peticiones, al hacerme volver a la vida en este cuerpo que no es el mío.- Balzac sonrió diciendo:
-Tu cuerpo no importa, lo que más interesa es vencer a los reyes aliados y con esta figura lo podrás lograr- tomo su mano y le puso la medalla sagrada con el diamante –Tu misión es proteger esta gema y recibir el poder de los antepasados. Te recomiendo que cuides esta prenda como yo lo hice por tanto tiempo. Ahora la fuerza y el poder están en ti, adelante– Murlos miraba su cuerpo inconforme y decidido preguntar de nuevo al anciano.
-Rey Balzac... ¿Por qué estoy en este cuerpo de mujer?- Y él respondió.
–Los dioses en su desbordante sabiduría, han conocido las flaquezas de los reyes aliados, y se idearon este plan, que cuando te ilumines lo entenderás.-
Murlos dentro de la figura esbelta de la mujer dudo mucho de las palabras del anciano y dijo: -Mi querido rey, con este delicado cuerpo es imposible matar a los reyes que faltan– El rey Balzac respiro profundamente y dijo:
-Quizás para ti no lo sea, pero en la voluntad de los dioses es la única posibilidad de vencerlos, solo te corresponde creerlo y aceptar lo imposible.-
Entonces todos los ancianos presentes se acercaron a Javu a preguntarle:
-Eres tu Javu… porque has cambiado la voz ¿Qué te paso?-
-No soy Javu, soy Murlos, el alma y el cuerpo de la mujer ha sido sacrificados por una gran causa de vida, pero no se preocupen, cuando todo esto haya terminado y si este cuerpo sobrevive, entonces Javu volverá tan hermosa como siempre-
Todos los ancianos Mabrigios inclinaron sus cabezas y resignados dijeron:
-Todo sea por la nueva vida que los dioses han prometido, pero déjanos ver la medalla sagrada–
Murlos abrió su mano y la medalla destellaba en la palma de su mano. Y les dijo:
-Esta es la medalla de la vida perpetua, una joya maravillosa, que tiene el poder de volvernos a resucitar, hace por nosotros todas aquellas cosas que no le pedimos ni esperamos-. Todos querían tocar la medalla pero Murlos aclaro –Nadie podrá tocarla, porque no todos tienen el privilegio de hacerlo, solo aquellos que han sido elegidos por los dioses para grandes misiones–
Un ambiente de alegría se reflejo en todos los Mabrigios aunque no pudieron tocar la joya; había una fe, una credibilidad en su líder y se vislumbraba una nueva tierra, libre de malos recuerdos. Luego de hablar y celebrar el regreso de Murlos al grupo de Mabrigios, el anciano rey Balzac, tomo a Murlos y le hablo aparte:
-Es hora de que te acompañe al castillo para que descanses luego debo volver con nuestros amigos, -¿Por qué maestro si estoy disfrutando este recibimiento?– Murlos pregunto
-Recuerda que los aires están llenos de espíritus que protegen al rey Agonir y si saben de ti se viene a tierra nuestros planes, así que vamos y escóndete en el castillo-. Respondió el anciano Balzac.
Murlos comprendió y prefirió proteger el plan, El anciano Balzac acompaño a Murlos hasta la puerta del catillo y agrego: -Ahora que has vuelto, el hechizo protector ha desaparecido del diamante temporalmente, porque al venir del más allá, te pueden detectar, si permaneces en el bosque-
Una tierna llovizna caía sobre el bosque; las gotas de agua titilaban bajo la luz de las antorchas y un frio abrazador dominaba la montaña. Murlos y Balzac se subieron en sendos caballos y rápidamente desaparición en el umbral de la puerta, quedando el grupo de ancianos en la cabaña.
Mientras los otros miembros de los Mabrigios, seguían comentando el hecho importante de la reunión, escucharon un fuerte estruendo en la puerta de la cabaña. Todos miraron de dónde provenían los golpes y vieron parado en la entrada del lugar al tercer rey aliado, al mando de una escuadra de guerreros del reino, vestidos con armaduras de color azul oscuro. El rostro del rey Jardit era espantoso y siempre lo ocultaba detrás de su cabello gris para disimular su fealdad. Su estatura superaba los dos metros de alto y su cuerpo casi esquelético lo hacía ver descomunal. Sus manos dejaban ver cantidad de anillos, mientras levitaba agarrando su bata para que no tocara el suelo. Y sus piernas eran tan largas que terminaban en unas uñas puntiagudas como águila.
Los ancianos al ver la extraña figura del tercer rey aliado, levitando en la entrada de la cabaña, palidecieron del susto y se armaron para enfrentarlo; El rey Jardit al ver a los Mabrigios reunidos en la clandestinidad dijo:
-Asquerosos adoradores de duendes me producen asco, fanáticos ignorantes hasta cuando dejaran de conspirar contra el reino de Agonir- seguidamente movió sus manos haciendo un ademan violento y continuo diciendo: –Guerreros de Agonir dejen caer su sortilegios sobre estos rebeldes, ahora– rayos de colore negro con visos rojos, cayeron sobre los ancianos y destruyeron sus cuerpos completamente. El rey aliado al ver los cuerpos calcinados sobre el piso pregunto:
-¿Quiénes eran estos humanos?, ¡Aquí ha sucedido algo extraño! Solo acabe con simples Mabrigios. Las invocaciones anunciaron la presencia del enemigo, que nos trajeron hasta aquí pero ¿donde está lo que buscamos?- se dirigió a la tropa y dijo: -Vamos no se queden allí parados, busquen el diamante– La tropa inmediatamente comenzó a esculcar entre los cadáveres sin hallar lo que buscaban. El rey Jardit a ver el fracaso de su misión salió de la cabaña y usando sus poderes levanto el vuelo con toda su tropa, desapareciendo lentamente en la oscuridad del cielo, dejando una estela de muerte en el grupo de los Mabrigios.
A la mañana siguiente el rey Balzac arrodillado entre los restos de sus amigos Mabrigios, lloraba inconsolablemente. Entendió que su cita con la muerte había sido fallida y postergada para un futuro cercano.
Luego fue al castillo de los Prisnos para poner en conocimiento a Murlos de la masacre; y frente a tales sucesos tomo la decisión de ordenar un cambio en el refugio de su héroe y ansioso le dijo:
-Te das cuenta que no me equivoque…yo sabía que llegarían a la cabaña del bosque buscándote. Los espíritus de los aires notaron la activación del diamante y supieron que algo pasaba por las invocaciones de los ancianos que llamaban tu regreso a la tierra– lo tomo por sus hombros y le afirmo –Es hora de que te marches del castillo, y protejas el diamante-
-¿A dónde voy a ir si no tengo un lugar donde esconderme?– Pregunto Murlos asustado
-ves al lugar donde moriste, y refúgiate allí; esta vez solo busca iluminarte a través de la meditación– lo miro fijamente y le pregunto -¿recuerdas que te enseñe a meditar cuando apenas eras un niño?-
-Sí. Lo recuerdo muy bien– respondió rápidamente –Pero iluminarme así mismo es imposible– agrego Murlos con incredulidad.
-No…no es imposible, solo depende de ti, de tus profundas convicciones, de tus creencias mabrigias, solo así serás guiado en el universo para lograr el camino que te lleve a derrotar a los reyes aliados más poderosos del reino Agonista. Ve con todo el deseo que hay en ti, solo así serás iluminado por nuestros dioses Mabrigios.- Remarco el rey Balzac.
-Qué pasara contigo….mi amado rey- Pregunto Murlos desesperado. –No te preocupes ahora por mí, solo cumple tu objetivo; yo de mi parte cumpliré otra misión que se me ha encomendado y es el hacer frente al rey Jardit y vengar la muerte de los ancianos Mabrigios. Después esperare que vuelvas con victoria para salvar nuestra raza- Murlos lo miro con nostalgia y dijo:
-Me iluminare por ti, pondré en práctica todas tus enseñanzas y la luz de los dioses la traeré conmigo para iluminarte a ti mi señor– el rey Balzac con pequeñas lágrimas concluyo diciendo:
-Ya vete, que no quiero llorar frente a ti y cuando te ilumines búscame para reclamar nuestra eternidad en el universo-.


3
UN ENCUENTRO ANGELICAL
Después de la masacre a los ancianos Mabrigios el rey Balzac organizo una búsqueda contra el rey Jardit para vengar la muerte de sus hombres. Con el pasar de los días pudieron dar con su paradero en las montañas del martirio, que era su lugar favorito para entrenar sus ejércitos. Hasta ese lugar inhóspito llego el rey Balzac para cobrarle su cobardía. Cuando lo tuvo en la mira quiso desaparecerlo de inmediato pero pensó que debía sufrir más por todos los males que ha hecho y fue entonces cuando dijo:
-Hace cuatrocientos años que estuve esperando este momento, desde el día de mi iluminación hasta hoy, entendí que era mi enemigo más abominable, y ahora es el momento para que mi deseo de acabarlo se cumpla- cerro sus ojos apretando una ira mental y junto a sus seguidores, se dirigió a enfrentar de una vez por todas a su máximo enemigo.
El rey Jardit lo vio llegar y lo miro con indiferencia; pero si levanto su mano llena de anillos multicolores y lanzo un grito intimidante:
-Danzarines de la muerte y espadas malignas, detengan al intruso que se acerca-
El rey Balzac también levanto sus manos batiéndolas sobre su cabeza y dijo:
-Luces de poderes mabrigias, ¡detengan el ataque del enemigo!-
Los danzarines y las espadas voladoras quedaron suspendidas en el espacio, y lentamente se fueron destruyendo por completo.
Era la primera vez en toda su fantástica vida de rey, que con solo decir las palabras podía dominar y neutralizar la “danza de espadas”, y desintegrar poderes manteniéndose vivo.
El rey Jardit al notar lo sucedido se sorprendió y pregunto con temor:
-¡Que! ¿Cómo pudiste detener mi fuerza?-
-ahora estoy bendecido por mis dioses ancestrales, cosa que será imposible para ti, mientras tengas tu alma contaminada por sombras de muerte- respondió el rey Balzac con orgullo. Y continuó diciendo -Pensaste que soy un anciano débil; pero no sabías que estoy conectado con las fuerzas de los dioses que dominaran este mundo.-
El rey Jardit quedo paralizado por el miedo, sintió deseos de marcharse, pero ante su escuadra de guerreros a su mando se puso al frente y pregunto:
-¿Qué quieres de mí, asqueroso duende?-
-Solo quiero que me respondas, por la muerte de los ancianos de la cabaña del bosque. Cobarde te valiste de tus poderes para calcinarlos; pero yo ahora estoy aquí para que pagues por eso- manifestó Balzac.
-Solo fui guiado por una alarma del espacio, que me señalaba el nacimiento del enemigo, es mi deber no es mi culpa- contesto el rey Jardit.
-Se que fallaste y seguirás fallando, porque nunca podrán encontrar al héroe de los Mabrigios, porque esta engendrado en el universo y volverá; Gracias a ese puñado de almas que han sido sacrificadas en la tierra, para despertar el poder que descansa en el abrigo de los humanos y recuperar lo que nos pertenece- expreso con fuerza Balzac
-Puras pamplinas, ¿Dónde se va a esconder un duende sin ser descubierto? ¿Se te olvida que toda la tierra está llena de nuestra fuerza?- pregunto Jardit.
-La tierra está llena de su maldad y tiranía, pero los Mabrigios unidos a los humanos nos hemos llenado de tanta fuerza suficiente, para lograr cosas inimaginables que ningún rey aliado podrá obtener como resucitar la vida de un duende- replico Balzac, tratando de herir su orgullo.
-De que hablas… nunca escuche a un duende decir tantas tonterías- bromeo Jardit
-Mañana te reirás mejor cuando conozcas a nuestro héroe, su poder será incomparable, superior a cualquier duende, será la esperanza de todos en la religión de los Mabrigios. ¡Seremos recordados! Nuestra doctrina, nuestras guerras sagradas. Toda la tierra será fantástica- expresó Balzac estas palabras.
-Ya me colmaste la paciencia duende asqueroso, te hare tragar tus palabras- replico el rey Jardit y siguió diciendo: -Eso nunca sucederá; nuestro poder, nuestra religión, existirá por siempre, Agonir reinara sobre todo rey de la tierra, nadie podrá venir del más allá a derrotarnos, aunque tengan la iluminación de sus dioses, que hasta hoy, de nada les ha servido-.
De repente comenzó a caer una lluvia cargada de truenos y centellas, el cielo se oscureció, como presagiando un final catastrófico, y en medio de las descargas eléctricas apareció Agonir y su hermano el rey Limgá. El rey Agonir fijo sus ojos sobre el anciano y sin mediar palabras le dijo:
-Quien lo iba a creer, el propio rey Balzac, ahora encarnando a un viejo decrepito y desafiante; ¿Tú no estabas muerto, que haces en mis tierras?-
El anciano permaneció callado, mientras el rey Jardit al escuchar la voz de Agonir se inclino ante el rey haciendo una venia, diciendo:
-Mi señor y rey, bienvenido a mi comarca-
El rey Agonir al verlo inclinado frente a él, lo miro con desprecio y le dijo:
-No has tenido suficiente valor para terminar con la vida de este simple mortal que hoy viene a ti con ínfulas de dios; te desconozco, detesto a los débiles, no eres digno de ser mi hermano, y menos de ser un rey.-
Agonir miro a su hermano Limgá e hizo un extraño gesto con su boca, luego los dos cerraron sus ojos en una poderosa concentración y dijeron:
-Lita, lita, cabal, lita- que traducido significa “pierde tu esencia y poder”.
El cuerpo de Jardit se incendió en una llama gigante que ni la lluvia que caía podía apagar; su cuerpo fue desintegrado por completo, dejando en el suelo una viscosa mancha. El rey Agonir, como si nada hubiera pasado, sin la más mínima muestra de dolor, se dirigió de nuevo al anciano Balzac que aun permanecía en silencio. Y en tono amenazante dijo:
-Cuando termine con tu inservible vida, pondré fin a esta larga historia, destruiré el diamante, tus conjuros y acabare con los duendes por siempre-
El anciano Balzac, ya perturbado por las palabras del amo y señor de los reyes aliados, por fin abrió su boca y respondió severamente:
-Agonir Tu ego será tu perdición-
-¡Cállate insolente, respétame porque yo soy tu dios!- interrumpió Agonir. -solo a mi me debes adoración para dejarte vivir sobre la tierra- agrego indignado.
El anciano rey sintió aquellas palabras llenas de blasfemias; que hizo hervir su sangre con el fuego mabrigio, pero prefirió callar y esperar el día indicado.
La lluvia estaba menguando y las últimas gotas de agua caían fastidiosamente sobre el rostro de Agonir, quien prefirió marcharse. Hizo una señal a Limgá, para levantar un vuelo sereno sobre los charcos de agua lluvia, dejando al anciano inmóvil sobre la hierba mojada, luego desde cierta distancia los dos reyes aliados giraron en dirección de Balzac, lanzando un sortilegio sobre el que no le dio tiempo para defenderse, de dos seres poderosos que dejaron caer severos rayos que destrozaron el cuerpo mojado del anciano Balzac junto a su tropa; pero aun en su agonía gritaba con dolor:
-Mi muerte es la esperanza de los Mabrigio. ¡Yo volveré!-
Agonir y Limgá volaron lentamente hasta el cuerpo aun caliente del anciano rey Balzac. Agonir al ver el rostro quemado por los rayos dijo a su hermano:
-Limgá, hay que estar preparados. La muerte de este anciano traerá tiempos de guerra, este mortal era muy importante.-
Limgá sorprendido por las palabras de su hermano, por primera vez sintió miedo a enfrentar una guerra final y desesperado respondió:
-Yo estoy preparado para seguirte, tú eres mi dios, y tú reinaras por siempre, nadie acabara con tu reinado y tu imperio dominara la tierra.-
Agonir noto en la palabras de su hermano cierto temor que intento calmarlo diciendo: -Calma Limgá, no me prometas nada, solo espera en paz, no depende de los que hagas por mí, lo que te dé o te quite el poder de caer en manos, más poderosas que tu-
Limgá sintió vergüenza al sentir temor y para animarse beso el anillo de poderes de su hermano, y le dijo:
-Perdóname, pero tú eres lo más valioso que he tenido, no me imagino este mundo sin ti, pero tendré cuidado para enfrentar el futuro-
Agonir al mirar el rostro de su hermano un poco más tranquilo agrego:
-Yo se que así será, pero ahora es tiempo de partir y consultar al árbol de las agonías-
La lluvia había desaparecido, el cielo volvió a ser azul y los reyes levantaron su vuelo, dejando atrás el cuerpo sin vida del rey Balzac y de sus hombres; como una prueba más de dolor para los Mabrigios; su sangre reclamaba libertad entre las hojas que se llevaba el viento, quizás como un mensaje de esperanza a cualquiera que estuviera dispuesto a recibirlo y a entender el silencio de los débiles, que no tenían poderes para defender sus sueños.

Pasaron varios años desde aquella noche cuando Javu se convirtió en Murlos. La historia de un grupo de hombres y duendes que habían muerto militando una secta llamada Mabrigios, fue la cuota inicial para revivir a un héroe llamado Murlos. La leyenda era contada por los sacerdotes de Agonir para desatar una cacería de miles de personas. Los sacerdotes de Agonir quemaban vivos a miles de personas,
Que morían simplemente por sospecha o capricho. Los primeros en morir, fueron los Prisnos a causa de la petición hecha por el abuelo Lominik varios años atrás, iniciando así unos años de oscuridad y muerte. Los padres y hermanos de Javu, junto con sus esposas e hijos, fueron asesinados vilmente en la plaza de Tunat ante la mirada del pueblo. El castillo de los Prisnos fue incinerado y reducido a escombros, el esplendor de sus jardines y el lago de cristal, fueron borrados del horizonte, haciendo que las aves multicolores, emigraran a un destino desconocido escapando de la muerte.
En estos tiempos de tinieblas y aniquilamiento, los más fervientes adoradores de Agonir, preferían congregarse a diario en los imponentes templos donde habitaban las imágenes de los cinco reyes aliados, para no ser culpados de blasfemos y morir a manos de los sacerdotes Agonistas; aunque algunos de ellos también temían por su vida.
El pueblo sabía que los reyes sobrevivientes a la guerra territorial, estaban fuera de control, exigiendo sangre humana para borrar cualquier indicio de traición.
Después de matar a los Prisnos, el rey Agonir y su hermano Limgá volvieron a Tunat, para escuchar un rumor que circulaba por las calles de esta villa.
Al cumplirse un año de aquella masacre, entre los pocos sobrevivientes había seis sacerdotes fieles al reino de Agonir, a quienes decidió enviar a la ciudad más grande de la nación, por su comercio de pieles, oro, plata, animales exóticos, madera y barcos de guerra, llamada Antuario.
El rumor en las calles de Tunat no era del todo claro pero se decía que la libertad se había sembrado en el corazón de un guerrero del pueblo; lo que aprovecho el rey Agonir para continuar con sus matanzas.
Entre los más sabios seguidores de Agonir, se decía que su gran rey tenía miedo de un monstruo llamado Murlos, que contaba con grandes poderes sobrenaturales, que hacía imposible que un simple mortal dotado de poderes limitados, pudiera vencer un binomio tan poderoso.
Los años fueron pasando y la fe de los Agonistas, comenzaba a menguar, porque las armas que poseían ya no eran de confiar ni aun la amenazada de la muerte lo podía evitar.
Al tiempo que todo esto ocurría, en lo más profundo del pantano de los lamentos, se escondía Murlos, protegido por el aura del diamante que lo hacía invisible a sus enemigos; entre la vasta y espesa vegetación. Se dedicaba a cumplir las órdenes de su rey Balzac de alcanzar la iluminación de su alma.
Murlos comenzó a distinguir la paz que el mundo le ofrecía con la que él sentía; su meta era alcanzar las virtudes del diamante sagrado que lo convertiría en un ser invencible.
Su cuerpo se había desarrollado y su estatura había aumentado capaz de soportar dolores extremos y largas temporadas sin probar alimentos. Su nuevo cuerpo era incomparable, capaz de resistir toda prueba de violencia a pesar de estar en el interior de mujer.
Murlos aprendió todas las técnicas para iluminarse a través de la meditación día tras día se acercaba mas a la divinidad. En ocasiones perdía la noción del tiempo doblegando su carne a vencer los deseos mundanales. Conoció además todos los súper poderes que fueron acumulándose en sus brazos y piernas, convirtiéndose en un guerrero colosal. Después de transcurridas treinta y tres lunas nuevas en el cielo, aquella apariencia delicada de niña inocente, cambio por la imagen de una mujer plenamente bélica, producida en la más extrema y sublime gloria de los dioses ancestrales.
Varios años pasaron y la luna mayor, vio cada una de sus facetas de formación. Por fin logro su sueño de convertirse en un aliado de los dioses escarlatas en el nivel de iluminado. Esa era la visión de su rey Balzac verlo convertido en el héroe de los duendes. Ahora era el momento de pasar del mundo terrenal al espiritual, lo cual consistía en superar la prueba del ayuno.
Permanecer seis meses sin probar alimento, únicamente podía tomar agua en los charcos del pantano de los lamentos, para doblegar todos los deseos carnales. Debía aprender a levitar desdoblando su cuerpo para poder internarse en lo más alto de los cielos escarlatas.
Al llegar al séptimo cielo de iluminación, observo miles de almas humanas, sentadas en una gran plazoleta plateada, cantando y elevando plegarias a sus dioses. En el octavo cielo, observó miles de duendes que flotaban sobre un altar de oro; y entre ellos pudo reconocer a sus padres y hermanos, a sus hijos y nietos.
Murlos quiso llegar a ellos pero una fuerza extraña dominaba su espíritu impidiéndolo. Luego llego al noveno cielo y allí pudo ver a sus dioses escarlatas, sentados en tronos violetas en lo más alto de una montaña dorada de donde salían truenos y centellas. Una fuerza sobrenatural lo llevo hasta ellos, que al verlo no hicieron ningún gesto. Murlos al notar este frio recibimiento, no permitió que la tristeza invadiera su espíritu, sino que debía mantener su felicidad sin mancha. Lleno de dicha exclamo:
-dioses amados… estoy dichoso de estar delante de sus presencias-
Ninguno de los dioses escarlatas pronuncio palabra, solo uno movió su mano y le mostro un hermoso templo dorado: y una voz retumbo en su cerebro diciendo “tu camino es hacia la luz, adelante, que los ángeles te esperan”
Murlos nunca había conocido un ángel, pero siguió el camino de la luz que lo condujo a una hermosa edificación, donde se resaltaba un iluminado altar al final del pasillo. Al llegar al lugar se postro ante la luz refulgente, cuando sintió una mano sobre su espíritu. Al levantar su mirada pudo notar que se trataba de su amigo el rey Balzac, se lleno de dicha y dijo: -Mi señor, mi rey que alegría que este aquí conmigo-
El rey Balzac le ayudo a levantarse del piso y sonriente dijo:
-Murlos… mi amigo y héroe, te felicito, lograste la meta, que alegría encontrarte aquí, siempre supe que lo lograrías-
Murlos no pudo contener las lagrimas, que se convertían en perlas al caer al piso, -Mi señor, este lugar es de espíritus, ¿Qué hace usted aquí?- pregunto con tristeza temiendo lo peor.
El rey Balzac respondió con palabras consoladoras:
-Estoy aquí, porque este es el lugar donde adoro a mis dioses, los duendes escarlatas-- le colocó su brazo sobre sus hombros y siguió diciendo:
-Ven, sentémonos en aquellas sillas que están junto a la imagen más grande del templo. --Caminaron hasta el lugar sin decir palabras, luego dijo:
--Hay demasiadas cosas que son desconocidas para ti, y aun para los sabios. En el universo existen majestades superiores, dioses duendes, pero aun hay otros más excelsos, adorados por nuestros dioses, a esos seres se le conocen como ángeles de luz, y son nueve en total-
-¿Nuestros dioses no son los únicos que existen en el universo?- interrumpió Murlos. -No, no son los únicos- respondió Balzac con deseos de proseguir. -¿Y quiénes son esos dioses excelsos y donde están?- volvió a preguntar Murlos.
-Los nueve ángeles, son los dioses excelsos supremos, los verdaderos amos de los cielos, ellos nos crearon a todos nosotros, a los humanos, los inframundos, los duendes, reyes, licántropos, centauros, minotauros, faunos, serpientes parlantes, entre otros. Que algunos son desconocidos para ti; pero muy pronto podrás conocer a todos estos seres con almas vivientes- subrayo Balzac.
Murlos estaba confundido en gran manera. No entendía nada sobre ángeles y menos de seres desconocidos; todo ese lenguaje era extraño para él, pero creyó en su rey y en todo lo que decía.
-Mi señor, podría decirme como son los nueve ángeles- pregunto Murlos
-Quizás los conocerás, solo te puedo decir que son muy hermosos de parecer, dentro de ellos hay una esencia inigualable, que te hacen estar confiado.- Murlos miro la estatua y entendió que correspondía a un ángel y sintió que se llenaba de luz por dentro y quebrantado pregunto.
-Mi rey, ¿Cuál es mi camino a seguir ahora que me han iluminado?-
-Tú aun no estás completamente iluminado- aclaro el rey Balzac.
-¿Entonces?... ¿Qué me falta?-- pregunto Murlos
-Para que esto suceda, debes invocar a los nueve ángeles, ellos abrirán tu mente, Y conocerás los misterios de la tierra; lo que no te puede asegurar es cuando vendrán a ti-
Murlos sintió que su meta estaba cerca y decidido respondió:
-Así lo hare mi rey, no me será fácil invocar a los ángeles; pero hare que lleguen a mí, no importa el tiempo que tarden.-
El rey Balzac lo abrazo y le dijo:
-Es hora que vuelvas al pantano de los lamentos y vuelvas a entrar en el cuerpo de Javu,- El espíritu de Balzac desapareció ante su mirada y escucho un zumbido ensordecedor que le hizo cerrar sus ojos.
Luego una luz atravesó su ser para transportarlo nuevamente al cuerpo de la mujer que yacía boca abajo sobre el pantano.
Murlos abrió los ojos y pensó que había soñado con el cielo; pero un ardor en su estomago le anunciaba que estaba muriéndose de hambre. Intento ponerse de pie sin lograrlo, porque sus músculos se habían entumecido por la humedad del pantano. Después de varias horas se levanto diciendo:
-Es hora de ir al encuentro con mi destino, mi tiempo de preparación ha terminado, el poder del diamante está conmigo, y la fuerza suprema de los nueve ángeles viven dentro de mí-
Murlos miro unas ardillas juguetear sobre un árbol de manzanas rojas y el color de las frutas, le provocó comerlas después de tanto tiempo sin probar bocado.
4
EL ORIGEN DEL UNIVERSO
Desde el día que Javu prestó su delicado cuerpo, a un duende escarlata llamado Murlos, para alcanzar la iluminación de los dioses, hasta la recuperación plena de sus fuerzas para enfrentar a los reyes aliados, transcurrieron cincuenta lunas nuevas.
Murlos estaba plenamente preparado en todas sus facultades físicas y mentales para iniciar su misión salvadora. Guiado por los dioses fabricó un nuevo atuendo. Ideo nuevas ropas, y zapatos de fique. Cuando las vestiduras y su calzado estuvieron listos; se coloco sus hermosas prendas, luciendo como una reina. Adorno su cabeza con hermosas trenzas, amarradas en las puntas de finas piedras del pantano. Cuando termino de vestirse, respiro profundo y tomo la decisión de marcharse a cumplir su misión. Miro alrededor y contemplo el pantano.
Lugar que se había convertido en su confidente; un sitio amado por los duendes, en donde la historia tomo un giro inesperado, pero consolador para los intereses escarlatas y de algunos humanos, que se habían unido para vencer a los reyes aliados; los que habían sembrado el temor con la muerte. Murlos le decía adiós al lugar que lo cobijo para instruirse en el sueño de llegar a ser el iluminado.
Murlos inicio atravesando cadena de montañas congeladas por el frio, sorteando criaturas monstruosas de cabellos largos y lenguas como látigos, semejantes al lagarto que quisieron devorarlo, pero sus nuevas habilidades le ayudo a evitar ser lastimado por estas criaturas descomunales. Luego logro superar el valle de los cuernos, un lugar atestado de toros salvajes que matan a los hombres con sus afilados cachos y que hasta el momento nadie había podido superar.
Al final de esta travesía, logro llegar al punto donde iniciaría el plan de salvación para su raza. Era una ciudad fantástica, súper poblada, llena de riquezas y de idolatría, al gran rey Agonir. Anturio la ciudad más importante de los reyes aliados, donde maquinaban su poder de sometimiento a los rebeldes. Murlos se hospedo en una antigua posada; allí pudo sentir el olor del pasado, donde la guerra cobro muchas víctimas y que la gente ya había olvidado. Quizás por el dominio del rey Agonir que había silenciado sus almas.
Murlos pago su alojamiento y gastos con preciosas gemas, conseguidas en su largo viaje. Entro en su habitación para mirarse en el espejo y tomo la decisión de cortarse el cabello, tinturarlo de negro, para verse más nativa; porque al llegar a la ciudad noto que todas las mujeres tenían el pelo corto y oscuro, esto le ayudaría a ocultarse en la población.
La antigua posada estaba ubicada a la salida de Anturio, lo que hacía que abundaran más viajeros. Hombres y mujeres que comercializaban carnes, telas, cueros, tintes, joyas y toda clase de baratijas y cachivaches domésticos. Para Murlos alojarse en Antuario, era estar en la boca del lobo. Y esto lo sabía a plenitud, solo tenía que utilizar estratégicamente sus armas de guerra sin que el rey Agonir supiera que su enemigo pudiera esconderse debajo de sus propias vestiduras reales. Antuario una ciudad donde solo se respiraba la doctrina de Agonir pero le había llegado el momento de respirar un aire más puro.
Al tercer día de estar refugiada en la antigua posada, se levantó muy de madrugada para invocar a los ángeles. En el ambiente se percibía un fuerte olor a vino de manzana y a vela derretida; que lo hacía propicio para la invocación.
Murlos recordó las técnicas utilizadas en el pantano y las palabras del rey Balzac para su iluminación total.
Se coloco las ropas que había traído y salió apresuradamente de la posada. En la calle esquivo algunos borrachos y músico trasnochados en las esquinas, para luego alejarse hasta un lugar apartado llamado Nalí. Subió hasta la cima de la colina para tener una mejor vista de la ciudad de Antuario. Era el lugar perfecto para invocar a los ángeles porque reinaba el silencio y la paz.
Tomo la posición de loto en medio de varios árboles de eucalipto para impedir que alguien la viera e impidiera su meditación.
Después de un largo momento de concentración, comenzó a repetir pausadamente las palabras que abrían la puerta de entrada de los ángeles, y algo extraordinario paso.
Murlos abrió sus ojos, y se vio rodeado de un poder inimaginable que producía una profunda paz. Luego vio descender a los nueve ángeles de apariencias muy similares, que llegaron hasta el. Eran tan altos que superaban los cuatro metros de altura, tenían ropas blancas que llegaban hasta los pies, y destellaban como estrellas. Sus rostros eran de incomparable belleza, enmarcadas en cabelleras doradas que caían sobre sus espaladas, y la piel brillaba como el oro cegando la mirada de Murlos; que no podía dimensionar el alucinante esplendor de la visión, y emocionado exclamo:
-Gracias por venir excelsos ángeles del universo…. No soy digno de su presencia pero sus palabras podrán ayudarme a salvar la tierra-
Los ángeles el escuchar las palabras de Murlos le dijeron suavemente:
-Disfruta de esta paz y no te alteres, mantén la calma, solo hemos venido para contarte el origen de tu universo, antes de que la muerte gobernara la tierra- La voz del ángel era casi femenina pero con la expresión impetuosa de un dios.
-No se enoje mi dios…. ¿Podría decirme quienes crearon a mis dioses?- pregunto Javu.
-Tus dioses no han sido los primeros duendes que hemos enviado a esta tierra, antes fueron querubines que mostraron esmero y sacrificio; que les permitió ser dioses de tu raza- respondió el ángel que tenia la vocería del grupo.
Murlos al escuchar estas palabras, reconoció la nobleza de sus dioses y valoro su procedencia y virtudes. El ángel continúo diciendo:
-Cierra tu curiosidad y abre tu mente, porque te contare la única historia que iluminara verdaderamente tu alma, para que logres tus deseos-
Murlos respiro profundamente y dijo:
-Guardare cada una de tus palabras como un tesoro; porque mi alma anhela tus dichos melodiosos, para sanar a muchas naciones-
Los ángeles se agradaron con Murlos y encontraron en él un don especial. Luego miraron sus ropas y respondieron favorablemente a su estilo y dijo el ángel:
-Antes de nuestra existencia, el vacio reinaba; luego se inició la vida y fuimos los ángeles primeros seres en la creación. El universo se alegro al ver nuestro esplendor, pero solo hubo lugar para diez ángeles.
El primero se llamó, Yalami, el segundo Islat, luego fueron creados Amortis, Dielad, Gibrid, Jafasalan y por ultimo Odala, Asron y Tulya- los ojos de Murlos se abrían llenos de sorpresa ante tanto conocimiento del inicio de la vida.
Y el ángel continúo diciendo:
-Los ángeles sembramos desde el principio la paz, el amor y la unidad, como hermanos. En nosotros se desarrollo la sabiduría para crear mundos, planetas, estrellas, galaxias y todo lo que se mueve en el universo. Los siglos fueron pasando y nuestra creación también culmino; creando un hermoso y gigante paraíso en el octavo cielo, donde llegan todas las almas de los duendes.
Luego tuvimos la gran idea de crear vida en los planetas para extender la existencia que nosotros hemos recibido en todo el cosmos y transmitir nuestro sentir y conocimientos de justicia-
Murlos gozaba con este relato, pero quería saber más para lograr sus metas el ángel prosiguió su historia -No sabíamos en cual planeta debíamos crear vida y después de debatir el tema escogimos diez planetas, al cuidado de cada uno de nosotros que tuvieran las mismas características: que fueran azules, que tuvieran oxigeno, agua, mares, cielos, nubes, vegetación, animales, ríos, montañas, todo lo que un planeta necesita para vivir. Después ideamos colocar vida que se convirtieran en guardianes de nuestra creación, con igualdad para todos. Creamos seres humanos, minotauros, centauros, faunos, licántropos, culebras parlantes entre otros seres vivientes.
Todo al principio era unidad y armonía en los planetas donde había vida, pero con el pasar de los tiempos las criaturas no crearon hermandad, ni unidad si no por el contrario se fueron dividiendo en su totalidad- el ángel suspiro y dijo -Las primeras en crear la división fueron las serpientes, que dejaron entrar en su vida la envidia, iniciando así guerras territoriales en la fauna. Luego los centauros se enfrentaron a los minotauros creando un conflicto por el dominio de las tierras más productivas. Después el mal llego a los seres más sabios de la creación, que pensamos que nunca los infectaría pero a ellos también los alcanzo. La raza humana se multiplicó en gran manera y al ver que eran mayoría, comenzaron a pelear contra las otras especies; El oro, las piedras preciosas, y los territorios del continente. Entonces hubo la necesidad de evitar estas guerras al máximo, enviando dioses que restablecieran el orden.
Este mismo fenómeno se dio en los diez planetas, a causa de estos mortales enfrentamientos que trajeron hambre y muerte.- Murlos comenzó a llorar, y el ángel siguió diciendo -hemos sido clementes porque rompimos nuestro pacto de evitar la destrucción de los planetas a causa de sus maldades, ante nuestra intervención pudimos salvar los continentes y entregar paz a los moradores de las tierras.
Pero había una situación que no queríamos revelar y era nuestra existencia a los demás seres del universo, deseábamos permanecer en el anonimato pero los mejores habitantes de los planetas iniciaron adoraciones hacia nosotros e invocarnos para solicitar su protección a cambio de su amor. Sin duda estos sentimientos de todos los seres fieles de los planetas, nos cautivaron de forma inexplicable, hoy soy vocero de los ángeles de luz y quizás el más adorado por ser el primero en ser creado, lo que despertó la envidia y la soberbia de tres de mis hermanos.- El ángel hizo una pausa y continuo -Odala, Asron y Tulya, ángeles menores que sintieron celos de mi, dejando entrar el odio en sus espíritus. Tulya y Odala quisieron matarme para quedarse con dos planetas y reclamar la adoración del resto de los ángeles. Mis otros hermanos al no estar de acuerdo con la rebelión por parte de Odala, Asron y Tulya, me revelaron todo el plan. Tuve que imponer mi autoridad sobre ellos, y solo dos reconocieron su falta y me pidieron perdón; no así sucedió con Tulya, quien no se arrepintió de su traición porque aun desea ocupar el dominio del universo. Todos los ángeles le pedimos retractarse y sacar el odio que había engendrado hacia mí; solo queríamos escuchar la palabra “perdón”, pero fue imposible, estaba invadido por la maldad, la venganza y la destrucción.
Hoy está encarcelado en el centro de su propio planeta, custodiado por un campo energético.
Es un lugar espantoso, donde los malos vivirán un eterno tormento, sin misericordia, de donde nunca podrán salir.- Murlos se abrumaba con la información pero mantenía la expectativa en lo que el ángel decía -Ese lugar se conoce como inframundo, pero en nuestra lengua decimos “Sadam” que significa “tristeza”. Desde que Tulya descendió al inframundo se auto nombro Galá que significa “reinar”, pero nunca lo podrá mientras permanezca encarcelado en el “Sadam”. Estando cautivo no tendrá la oportunidad de vengarse de nosotros ni de destruir los planetas- Murlos al escuchar las palabras del ángel sintió su poder y autoridad, su mente se expandió con tanto conocimiento; cada información le daba el sentido del por qué tanta destrucción en su raza, lo que obligo hacer la pregunta que siempre quiso saber.
-Mi señor Yumalí… ¿Por qué se han tardado tanto en castigar al rey Agonir, por todos sus delitos y pecados?-
-No. Porque intervenir en los asuntos de la tierra, nos ha traído perdidas, pero antes de que digas algo, permíteme contarte una historia que dé respuesta a tu pregunta- Murlos siguió sin entender, pero ansioso de saber. El ángel se acerco a él y lo cubrió con sus alas, Murlos, sintió una infinita paz, cerro sus ojos para que aquel momento no terminara; ahora entendió porque el rey Balzac le daba tanta importancia a estos seres incomparables.
El ángel Yumalí antes de contar la historia, inicio cantando una canción, con una letra llena de indescriptible bienestar; que decía así:
“Donde puedo hallar la paz, en medio de este mundo si me siento solo, donde puedo encontrar tu voz, que me llene de tu amor, solo en ti puedo reposar, cuando no se a donde ir, solo los latidos de tu corazón, me muestra el camino a seguir”
Yumalí repitió esta melodía varias veces hasta lograr que Murlos dejara salir sus lágrimas. Luego comenzó a contar la historia más secreta de los ángeles de luz en todo el universo diciendo:
-Cuando Galá llego al inframundo, su ira aumento. Desde ese día, se convirtió en el amo de la oscuridad, y nos dimos cuenta que era un sitio para los malignos de la tierra. Galá desde este lugar empezó a ejercer un poder de atracción a cualquier alma desprotegida que no era capaz de evitarlo y al morir esas almas elegían por sí mismas estar con Galá.
Este ángel cautivo, desde el inframundo, inicio la manera de romper los pactos; que los ángeles de luz habíamos impuesto para salvar y proteger las almas de la tierra. Galá desde el interior de su cautividad se dio cuenta que era posible hacer que los hombres se conviertan es seres amantes del mal.
Noto que el pensamiento del humano es de continuo a hacer lo malo y rechazar el bien que lo conduciría a nuestro cielo.
Por lo tanto todos esos humanos que se dejan atraer por las fuerzas ocultas del inframundo, gestado por Galá, desde ese momento ya dejan de pertenecernos. La tierra estaba llena de fuerzas negativas encargadas de reclutar mentes humanas capaces de destruir el planeta, pero los humanos fallaron. Es así como los duendes asumieron poderes angelicales de forma específica de nuestra parte; y con una única misión de proteger la humanidad y las razas de la tierra. Desde este punto se iniciaron las guerras de los duendes y le dimos el apoyo para que obtuvieran la victoria sobre los seguidores de Galá.
Cada vez que nosotros como ángeles, intervenimos en la tierra, las consecuencias eran desastrosas; pero siempre logramos nuestro objetivo. Por esta razón decidimos borrar de la mente de todos los humanos, hombres bestias y de la mente de Galá y sus seguidores, nuestra existencia. Para que no nos culpen de sus asuntos. Ahora el único ser que sabe de nosotros eres tú, nos hemos revelado a ti porque conocemos tu valentía para enfrentar al mal. Ni en el cielo, ni en el inframundo, ni en la mente de Galá, saben los planes que tenemos para acabar con el mal. Galá es malo desde el principio y siempre lo será, pero no sabe que existimos y que tenemos preparado un cielo para llevar allá, a todas las almas justas de la tierra.
Los hombres bestias y las serpientes parlantes, con el pasar del tiempo, también fueron corrompidos por el magnetismo de Galá. Los duendes permanecieron puros y leales a nuestros mandatos por esta razón los convertimos en nuestros soldados en la tierra para que pelearan también la guerra de la santidad. Después de un par de años, los duendes doblegaron a todas las especies, bestias y serpientes. Luego fueron puestos en territorios inhóspitos y prohibidos para todo intruso, porque allí en ese lugar, nace el sol. Para ser guardián de los infieles.
Los humanos que decidieron vivir en la tinieblas, fueron borrados de nuestros libros; pero los humanos deben concluir que conocen el mal, pero no saben que existe un bien y solo ha sido revelado a ti, para que sepas que nosotros somos reales y que existimos y somos galardonadores de los que nos siguen. Y con esto quiero concluir que Agonir preparo muchos sacerdotes que el mismo convirtió en seres hacedores de maldad, y te afirmo que nosotros no queremos destruirlos porque ya no es nuestra guerra; pero tu si podrías lastimarlos, y vencerlos.
Ve donde los hombres bestias y a las serpientes parlantes y convéncelos de que se unan a ti en esta guerra de poderes, para que tú puedas revivir a tu raza y ayudar a los humanos a retomar su bondad, que una vez les di pero hoy se han convertido en enemigos de mi reino-
Murlos estaba inmóvil, con la mirada puesta en los ojos del ángel mayor que lentamente fueron desapareciendo.
El sol comenzó a enviar sus primeros rayos de luz, que se reflejaron en el rostro de Murlos para sacarlo de su trance. Se levanto rápidamente del lugar, para que nadie notara su presencia en el sitio de la aparición de los ángeles; corrió hasta la posada y se interno en su cuarto y se acostó un tanto sobresaltado, recordando las imágenes y las palabras que habían transformado su mundo. Pensó que era la hora de organizar tantas ideas que se habían revuelto en su cabeza y sin darse cuenta se durmió.
5
ENTRE NIEBLAS Y BATALLAS
Murlos durmió toda la mañana, aquella experiencia de la madrugada anterior, lo había dejado muy agotado; pero con un alma muy fortalecida. La iluminación por fin se había completado, ahora tenía el conocimiento del origen de la historia del universo, de los planetas, de sus antepasados, del mundo antiguo, todo este conocimiento lleno su vida.
A la hora tercera de la tarde, Murlos se levanto de su cama, se sintió iluminado y recordó la petición del ángel mayor, en contactar a los hombres bestias y a las serpientes parlantes, para solicitarles que se unan a él; en la lucha contra la doctrina falsa de Agonir que sometía a todos en la fantástica tierra.
Mientras meditaba estas cosas, escucho unos pasos apresurados al otro lado de la habitación; se levanto y puso su oreja sobre la pared para escuchar que pasaba y pudo oír unas voces que murmuraban algo sin entender. Murlos respiro profundo cuando su corazón palpitaba acelerado. Luego la puerta de su habitación fue derribada por una docena de hombres, comandado por el sacerdote de Agonir, llamado Turban. Su imagen gorda, de baja estatura, barbudo, con ropa blanca y roja dijo a sus hombres:
-Atrapen a ese demonio de mujer,- los hombres se lanzaron para capturarla, pero Murlos al verse sorprendido por estos hombres grito:
-Conjuro divino, protégeme ahora- una energía poderosa salió de su cuerpo que paralizo la acción de aquellos hombres, solamente podían mover sus labios para dejar salir un quejido aterrador. Murlos tomo sus pertenencias, luego se detuvo frente a la ventana que daba hacia la colina y levantando su mano, hizo un ademan en el espacio y dijo fuerte:
-Desaparece de mi camino y déjame salir- Una fuerza magnética arranco la ventana y gran parte de la pared se rompió. Murlos salió por el agujero y desde allí pudo ver una cantidad de personas armadas como para una guerra, que también había venido para reclamar su cabeza.
Murlos ante aquella amenaza, considero que era el momento adecuado para poner a prueba sus nuevos poderes. Comenzó a flotar sobre las cabezas de la multitud y a elevarse, alejándose del alcance de sus armas. Levitar no formaba parte de sus cualidades, los únicos que podían hacerlo eran los reyes Agonir y Limgá. Cuando alcanzo determinada altura, posó sus ojos sobre la multitud diciendo:
-Venga a ellos, la confusión de los dioses- rayos color verde esmeralda invadió aquel pedazo de cielo, como también varias calles a la redonda.
Las multitudes se llenaron de temor y exclamaron “que es eso tan extraño que nos ataca” poco a poco iban cayendo desmayados.
Luego dio un giro en el aire y se fue internando sobre las montañas para quedar a salvo del ataque sorpresivo de aquellos hombres de Agonir que habían sido alertados por la multitud de Antuarios.
Al llegar a la cima de la montaña, se sintió agotado. Levitar debilito sus fuerzas en gran manera, pero aun así se sintió seguro temporalmente. Buscó un lugar de espesa vegetación donde pudiera ocultarse y pensar en aquellos posibles compañeros de guerra. Mientras esto hacia no supo explicarse cómo pudieron dar con su paradero y atacarla sorpresivamente, pero tuvo suerte de no ser vista por los reyes aliados quienes hubieran estropeado sus planes; aunque ya estaba iluminada.
Visitar la villa de Antuario, le sirvió a Murlos para organizar su plan de ataque. Investigo lo que deseaba, conoció la distribución de la ciudad, sus calles, su gente, el comercio, la religión, sus puntos vulnerables y todo aquello que le permitiría poder dominar la ciudad. Supo que dentro de poco se celebraría el festival de reyes, donde Agonir permitía al pueblo que se embriagara, sin control: las drogas, el alcohol, los homicidios y el libertinaje eran el resultado de unas fiestas que contaba con el visto bueno de la doctrina Agonista.
Los sacerdotes de Agonir después de quince días de abusos, perdonaban al pueblo con el único fin de adorar al rey.
El destino posiblemente se había puesto de parte de Murlos. Encontrar ayuda en los hombres bestias y en las serpientes parlantes, podría ser la oportunidad de reducir a todos los sacerdotes de Agonir y sus ejércitos. Pero la gran incógnita seria, donde encontrarlos, y cuanto tiempo tardaría en llegar a ese lugar. Después de muchos días de meditación sus dioses revelaron el punto exacto. Entonces inicio una nueva caminata entre soledades y desiertos por varios meses, hasta bordear el extremo norte del mundo donde un conjunto de espesas montañas predominaban. Caminó bosque adentro durante trece días, hasta llegar a un lugar que estaba rodeado de una densa niebla plateada; que no permitía que nadie la pudiera atravesar. Murlos inmediatamente comprendió que no se trataba de una niebla común y entendió que estaba en el territorio de los exiliados, donde el conjuro de la niebla, mantenía cautivas a las bestias y además evitaba el acceso de intrusos que invadieran la zona. Alzo su mirada y la puso sobre las estrellas para encontrar la clave que lo ayudara a atravesar la niebla; después a su mente llegaron las palabras que abriría una puerta de acceso y dijo:
-Jueces duendianos, permítanme la entrada al penal-
Por unos momentos no ocurrió nada, luego un aura dorada envolvió su cuerpo y volvió a decir las mismas palabras en un tono de combate,
de repente un pequeño agujero se abrió entre la niebla. El aura dorada permaneció a su alrededor que le ayudo a entrar por la diminuta puerta.
Cuando ingreso al lugar, el orificio desapareció entre la espesa niebla y fue a caer a un lugar extenso, lleno de peligrosas energías que se disparaban hacia diferentes latitudes. Evitando ser impactado por los rayos apresuro su paso para encontrar a los exiliados. Después de un tiempo se detuvo en una pequeña cascada a beber un poco de agua; y mientras lo hacía, unas hermosas serpientes de gran tamaño aparecieron en el agua.
Eran cinco serpientes de color verde, delgadas, que mostraban largas lenguas, que pasaban sobre sus ojos amarillos para aclarar su visión. La serpiente más larga siseando constantemente dijo en tono de amenaza:
-una insignificante humana… ¿Qué haces aquí?- cuando Murlos le iba a contestar la serpiente dijo: -espera siento energías poderosas en ti-
Murlos se levanto para enfrentar a las serpientes, y dijo amigablemente.
-Soy Javu, una guerrera duendiana y he venido para hablar con el líder de los exiliados-
La serpiente la interrumpió diciendo: -Eso es imposible, los duendes ya no existen. Dinos, ¿Qué haces en este lugar?
La situación se estaba volviendo muy tensionante, lo que hizo que más serpientes llegaran.
Estaba rodeado por la niebla, por las serpientes, se sintió solo y atrapado en un callejón sin salida. No era un lugar paradisiaco, ni pacifico; su vida estaba en peligro.
Por tercera vez la serpiente insistió con la misma pregunta:
-Contesta, ¿quién eres?, ¿qué haces aquí?, ¿cómo entraste en nuestro territorio?, responde, o te convertirás en la merienda de todas mis hermanas-
Las serpientes comenzaron a acercarse más y sus lenguas hacían acelerar la respiración de Murlos. Que le obligo a gritar:
-Soy una seguidora de duendes, los mismos que los encarcelo aquí,-
La serpiente mayor no entendió las palabras temerosas de la mujer, y dijo:
-Mátenla, hoy comeremos carne humana, hacia tanto tiempo que no probábamos un bocado parecido-
Las serpientes entraron en un frenesí para lograr la mejor presa; al ver que su muerte era inevitable él exclamo:
-¡Máximo poder de los dioses, cierra la boca de estas serpientes!-
Las serpientes aceleraron una risa burlona, y una de ellas le dijo:
-Aquí no funciona ningún tipo de poderes, porque los duendes hechizaron la tierra-
Murlos se sintió perdido de nuevo, su iluminación de nada le servía en aquel lugar y se preguntaba, porque los ángeles no le avisaron de esta situación tan riesgosa, o porque el rey Balzac no se lo mencionó cuando estuvo en su presencia, entonces se dijo así mismo que quizás era parte de su preparación para enfrentar a su oponente venciendo sus temores. Una voz de poder hizo vibrar los labios de Murlos diciendo:
-No moriré, porque soy mabrigio y mis dioses me salvaran porque están conmigo. Y mi carne y mi alma pertenecen a ellos-
Las serpientes no entendían las palabras de aquella mujer, y empezaron a doblegarla, sus ropas fueron destrozadas hasta dejarla desnuda. Una de las serpientes más robusta, se envolvió en el cuerpo y comenzó a triturarla. Murlos comenzó a gritar al sentir que el aire se alejaba de sus pulmones diciendo:
-Yumalí, dios de mis dioses, salva y protege mi vida-
Los ojos de Murlos comenzaron a cerrarse en medio de las serpientes, de repente se escucho una voz autoritaria que daba una orden inmediata:
-Suéltenla inmediatamente-
Los reptiles llenos de pánico cumplieron la orden y la serpiente mayor al identificar la voz dijo:
-Ramu… ¿Qué te trae por aquí?, Esto no es de tu incumbencia-
-¡Dije que la suelten!- replico Ramu con autoridad.
-La mujer estaba en nuestro territorio y no tiene nada que la justifique y es nuestro deber ajusticiar a los intrusos- dijo la serpiente.
Ramu era una criatura con rostro de hombre, y en la parte superior de su cabeza tenía unos cuernos de búfalo. También tenía un tórax desnudo muy masculino con fuertes brazos llenos de músculos y un suave pelaje. La parte inferior la conformaba una bestia que caminaba en cuatro patas con pezuñas amplias que lo hacían ver imponente. Ramu al acercarse a la escena del sacrificio de Murlos dijo a la serpiente:
-¡Oye Cénsala, de verdad que eres una ignorante!, tu deberías saber, que a nadie le es posible entrar o salir de este lugar sin el consentimiento de los duendes, ¿podrías explicarme como esta mujer pudo superar el control que nosotros no hemos podido vencer?-
La serpiente cayó en cuenta y bajo su cabeza diciendo:
-Tal vez hayan varios humanos en este lugar antes que nosotros, que no se habían dejado ver de la guardia-
-No digas estupideces- replico Ramu con su voz de trompeta y continúo diciendo:
-sabes que eso no es verdad, nunca los ha habido ni los habrá, ahora vete de aquí y deja a la mujer en paz-
Murlos comenzó a respirar lentamente y al abrirse sus ojos, trató de agradecerle a Ramu quien le daba la mano diciéndole:
-Vamos, levántate, soy el líder de los minotauros, centauros, licántropos, faunos y de todo este reino cautivo; quienes hemos sellado una alianza de paz por mucho tiempo y soy el encargado de esta situación- concluyo Ramu.
La serpiente enojada agrego:
-Soy la diosa de las serpientes, y no pertenecemos a ningún pacto, y no te debemos pleitesía, nosotras no somos tan mediocres como las bestias que dominas, que se arrodillan ante ti por miedo a morirse, pero mis serpientes y yo no tenemos miedo de tu fuerza y jamás aceptare tus pactos- replico la serpiente.
Aproximadamente unos ciento veinte guerreros pertenecientes a los cuatro grupos de hombres bestias, acompañaban a Ramu.
Los faunos encabezaban el ejercito, sus cuerpos estaban conformados, mitad humano y mitad cabra, tenían largas chiveras, que caían hasta el suelo, sus ojos color miel resaltaban su rostro, sus cejas se encontraban en la mitad de su frente que enmarcaban su cara fileña. De todos los hombres bestias existentes, eran los más apaciguados. Después de las guerras anteriores, fueron encerrados en el bosque; lo que les ayudo a conocer la naturaleza y recibieron el nombre de adoradores de la madre tierra. Los faunos eran nobles pero en los momentos de amenaza se convertían en seres salvajes. Su parte animal estaba conformada de un fino pelaje blanco y espeso, con manchas cafés sobre las ancas. Sus patas gruesas terminaban en moldeadas pesuñas que les daba una posición segura sobre la tierra. Su parte humana la cubrían con pieles de conejo, para evitar el frio. Una de las características más sobresalientes de los faunos eran sus grandes orejas que le daban una sensación de alerta, y las movían a toda dirección. Dejaban crecer sus cabellos a pesar de su mediana estatura y corpulencia; también eran reconocidas sus habilidades en la lucha y la agilidad en sus labores diarias.
El segundo grupo que acompañaba a Ramu eran los centauros, muy parecidos a los minotauros, aunque eran más pequeños de estatura; pero eran llamados los estrategas del bosque por su habilidad en la cacería, gracias a su liviano peso corporal, y a lo abundante de su pelaje que los hacía escurridizos en la vegetación.
Por último estaban los licántropos, quienes tenían más apariencia humana que las otras bestias.
Tenían una cola igual a un chacal, sus brazos y piernas eran semejantes a las de un perro, con hocico alargado y colmillos temerarios que asomaban para intimidar a sus enemigos. Sobresalían entre los grupos como los guerreros de choque, por su habilidad en la lucha cuerpo a cuerpo.
El líder de los faunos se dirigió a Ramu y le pregunto:
-¿Qué quieres que hagamos Ramu?-
-Es hora de acabar con estas apestosas serpientes- respondió Ramu con asco.
Los licántropos al escuchar a Ramu, iniciaron un grito de guerra. Las serpientes se alejaron buscando un plan de defensa. Murlos se incorporo después de recobrar el conocimiento, y observo que estaba rodeado de muchos hombres bestias y centrando su mirada en el poderoso Ramu le dijo secretamente:
-Soy un duende y estoy aquí porque necesito tu ayuda, para traer la paz a este planeta y devolver a la vida a mi raza-
La serpiente al escucharla el grito de guerra de Ramu se erizo, y busco el apoyo de sus subalternas seguidamente grito:
-No dejen que las bestias se acerquen a la mujer-
Ramu al escuchar a la diosa de las serpientes, dar esa orden; le pidió a los licántropos atacar.
Murlos entendió el tono desobediente de la serpiente mayor, y lo tradujo como una declaración de guerra, quien prefirió correr para ponerse a salvo al lado de unos faunos muy robustos.
Luego los licántropos llegaron y rodearon a las serpientes. Las lenguas de los reptiles comenzaron un siseo ensordecedor y desafiante que se confundían con el ladrido de los perros del bosque. Las serpientes subalternas a la orden de la serpiente mayor, atacaron a los licántropos despedazándolos y estos a su vez con sus patas trituraban las cabezas de las serpientes. La contienda se torno muy violenta, y sangrienta. Ramu dio la orden a las demás bestias de atacar y aniquilar todo reptil que tuviera vida. Murlos miraba a Ramu con temor y se protegía detrás de él. Cambiando la voz le dijo:
-Yo no soy mujer, Soy un duende reencarnado en este cuerpo femenino-
-Sorprendente, pero no es el momento de hablar de misterios, es hora de exterminar estas serpientes, en especial a la diosa Cénsala- dijo Ramu con un tono de indiferencia.
La batalla se prolongo hasta el medio día, a la presión de las bestias, las serpientes se atrincheraron entre las rocas gigantes para hacerle difícil el acceso a los hombres bestias.
Los faunos los mas agiles de todos, treparon las piedras y usando sus dagas de hueso de antílopes, degollaron a todas las serpientes que habían sobrevivido al combate; mas la diosa Cénsala escapo entre las rocas evadiendo la muerte.
Al final de la Batalla solo la mitad de los hombres bestias sobrevivieron.
Los faunos iniciaron un ritual dando lugar al llanto, mientras los otros arrumaban los cadáveres de sus compañeros. Terminado el ritual los licántropos y minotauros se acercaron a Ramu y le dijeron con dolor y orgullo: -señor… hemos ganado la batalla, pero Cénsala ha escapado-
Ramu pisoteo la hierba con rabia y declaro diciendo:
-ya le llegara el momento de morir- Ramu levanto su mano y ordeno incinerar los cadáveres y alrededor de la llamas le hicieron honor a esas bestias valientes que ofrendaron sus vidas en el exilio.
Murlos dijo en medio de ese acto solemne palabras puntuales:
-¡Es hora de que se acabe tanta guerra y tantas muertes!-
-La muerte acabara cuando la maldad sea destruida de nuestra tierra- respondió Ramu con tristeza.
-Es por eso que estoy aquí Ramu-- afirmo Murlos con esperanza --Necesito tu ayuda para poder destruir la muerte- aseguro.
Ramu y las bestias se miraron sorprendidos:
-Realmente, ¿Eres tú de quien habla la profecía?- pregunto Ramu con incredulidad -Porque estamos esperando ese ser que nos hará libre, y nos dará la paz-
Murlos dijo titubeante:
-No sé si soy el de la profecía pero es precisamente lo que he venido a hacer, a darles la libertad y mostrarle el camino de paz-
Ramu lleno de tristeza por la muerte de los suyos dijo:
-Marchémonos de este lugar, solo falta la serpiente mayor para eliminarla; ahora vayamos a “Paladat”, nuestra ciudad,- miro a Javu y dijo:
-Súbete en mi lomo y allá hablaremos de nuestra suerte y veremos quién eres tú de verdad- concluyo Ramu.
6
LAS TRES PROFECIAS DE ANTAÑO
Al llegar a Paladat Murlos noto que era una ciudad muy hermosa. Todas las edificaciones estaban construidas en pino silvestre; gracias a los faunos y licántropos, quienes tenían grandes habilidades para la arquitectura. La plaza principal era esplendorosa, ubicada en todo el centro de una cárcel tan grande. Este era el lugar apetecido por los niños, porque les gustaba jugar a sus alrededores, sin acordarse siquiera, que en este sitio sus antecesores tuvieron el más cruento combate de muerte y desolación.
En las fincas vecinas a la plaza, se cultiva diferentes tipos de alimentos, que almacenaban en grandes bodegas para el futuro. Grandes cantidades de frutos frescos y verduras, eran custodiados celosamente por las mujeres de los faunos que además, guardaban carne fresca y seca, debido a que los centauros y licántropos, consumían cualquier tipo de carne en abundancia; pero cuando la carne era escasa, volvían a consumir verduras y frutas.
Las bodegas eran grandes y bien dotadas de toda clase de vestidos y provisiones. La población contaba con unos quinientos mil habitantes, muy cálidos y amigables, que hicieron que Murlos se sintiera como en su casa. Aquellas tierras enclavadas en las montañas rodeadas de espesas nubes y abundante vegetación, tenían similitud con su viña que le traían recuerdos de su familia, quienes fueron asesinados vilmente por el rey Agonir; algo de tristeza se asomó en sus bellos ojos, recuerdos de su raza, que había desaparecido del continente, sin que hubiese alguien que los evitar.
Pasados unos minutos, llegaron a la casa de Ramu. Una casa muy espléndida, ubicada en un lugar alto, amoblada y decorada con elegantes muebles, donde se respiraba el aroma de ricos ungüentos. Murlos montado aun en el lomo de Ramu, pudo ver como sus hijos y esposas salieron a recibirlo, diciendo una de ellas. “Amado señor, que bueno que has regresado de la guerra sano y salvo. De verdad que lamentamos mucho la perdida de tus guerreros, pero damos gloria a tu brazo que venció a las serpientes del abrevadero”. El más pequeño de los hijos de Ramu también le dijo: “padre sabemos que exterminaste a las serpientes con su reina”, Ramu le interrumpió y dijo “Aun no muchacho, la serpiente mayor está viva, pero no vivirá mucho tiempo para que mis manos la aplasten”, el chico salto con sus hermanos y pregunto. “¿Padre, y quien es esa, que viene sobre tus lomos casi desnuda?” Ramu respondió dulcemente “yo tampoco se quien es esta doncella pero fue lo único que rescate del campo de batalla”, los niños bestias miraron a Murlos y la vieron como un trofeo por ganar la batalla ante las serpientes parlantes. Ramu al verse rodeada de la familia pregunto a las esposas “Mujeres preparen la cena doble porque hoy tenemos invitada a la mesa a esta hermosa mujer, que quiere revelarnos el más grande de los proyectos de libertad” luego miro a sus hijos y les dijo:
-Ustedes pequeños saltarines vayan y díganle a los líderes de todas las bestias, que también están invitados a cenar.-
-Así lo haremos papa- respondieron los niños bestias.
Después que se marcharon los hijos de Ramu, llamo a su única hija, menor y le dijo “Minity, vaya y consígale a mi invitada algo para ponerse, porque debe estar muriéndose del frio”. La niña le respondió: “claro que si papa, no tardo”,
Minutos más tarde la niña bestia apareció con unas pieles muy hermosas para que Murlos se pudiera vestir. Ramu noto que las pieles resaltaban el cuerpo de Javu y se sintió satisfecho de haber salvado su vida, luego se dirigió a su hija y le dijo “Minity… ahora ve y ayuda a tu madre a preparar la cena” y la niña bestia respondió con alegría “si pap así lo hare”, los ojos de Ramu se posaron sobre su hija y en su mirada se podía ver el inmenso amor que sentía por su pequeña.
Ramu camino hasta el centro del salón, donde había muchos muebles de pino para descansar de sus fuertes jornadas de liderazgo. Más bien parecían camas y se subió en una de sus preferidas; después invito a Murlos a escoger la que más le gustara para iniciar la conversación que la había traído a la tierra de los exiliados.
Murlos le dijo:
-Gracias Ramu… por salvar mi vida, en el abrevadero-
Ramu acomodándose mejor sobre su silla dijo:

-No tienes porque agradecerme, solo cumplía con mi deber de poner el orden en este bosque, y las serpientes eran las que mantenían el desorden en este lugar Y algo que también vino a mi mente, al verte envuelta entre las serpientes, fue el mensaje de la profecía-
-Cual profecía… háblame de esa profecía que tanto has insistido durante el camino-interrumpió Murlos con interés.
-Ya te hablare de esto; pero primero quiero escucharte ¿cómo hiciste, para penetrar la gran neblina y que motivos reales tienes para meterte en esta prisión?- indagó Ramu con curiosidad.
Murlos se sentó cómodamente, poniéndole cuidado a la piel que tapizaba el mueble, diciendo:
-Pobre oso, cuando pensó que yo me iba a sentar sobre el- dijo con pesar.
-Sí, recuerdo que ese oso, me dijo, por favor no me quites la vida, aun no me he casado y quiero ser padre de muchos hijos- Ramu rio descomplicadamente mientras Murlos guardaba silencio. Y agrego -Bien soy todo oídos, cuéntame tu historia, que me muero por conocerla- puntualizo la bestia.
Ramu observo como los ojos de Murlos se transformaban en otro color, y su voz cambio su tono de mujer, por la de un hombre decisivo; y comenzó diciendo suavemente.
-Ramu, te doy gracias por recibirme en tu casa y quiero aprovechar que estamos solos en este salón para revelarte mi verdad. Quiero decirte que tu eres el único quien lo vas a saber y nadie más debe saberlo. ¿Me los prometes?- Pregunto con advertencia y prosiguió -Mi nombre es Murlos y estoy escondido en este hermoso cuerpo que pertenece a una mujer llamada Javu; porque mi rey Balzac, guiado por los dioses, idearon un plan que todavía no entiendo para poder acercarme a los reyes aliados. Javu es la más ferviente seguidora de nuestra religión “Mabrigia” que hoy no existe por culpa de los Agonistas. Mabrigia significa “esperanza” de amor, de paz, de libertad, entre muchas otras cosas. Estoy aquí por orden de los dioses creadores del universo, y me han iluminado para salvar el planeta, dar libertad a los presos, retribuirles la paz a los humanos, devolverle la naturaleza a la tierra y rescatar todos los valores de convivencia- Ramu lo miraba sin pestañar -Estoy aquí, porque me conecte con el poder del cosmos, que liberta a los exiliados, esta cárcel donde ustedes han permanecido fue hecha con magia blanca, por mis antecesores, para impedir que se fugaran. Yo conozco las palabras que deshacen la niebla que la cubre, porque yo también soy duende- los ojos de Ramu se abrieron de sorpresa
-Solo pedí permiso para entrar aquí y un agujero se abrió en la niebla y por eso puedo llegar a ti, porque quiero que sepas que necesito de tu ayuda y de todo tu ejército, para enfrentar y derrotar a los reyes Agonir y Limgá. Quienes, mantienen sometido a todo ser viviente bajo su falsa doctrina de terror que obedientemente ejecutan sus sacerdotes-
Ramu respiro profundo y dijo:
-¿Cómo vamos a enfrentar y derrotar cinco reyes que dominan la tierra?- pregunto con temor.
-No son cinco, porque ya han muerto tres, y solo faltan dos de ellos, quienes han tomado el poder para matar, robar y destruir al planeta, pero ya les llegó el tiempo que paguen por sus delitos-- respondió Murlos.
Ramu sonrió, sintiéndose cómodo en su silla y dijo alegremente:
-¡Que buena noticia! No sabía que podían morir-
-¿Tú conoces a los reyes aliados del inframundo? Pregunto Murlos insistente.
-Claro que los conozco; hace un par de años, llegaron a la puerta principal de la cárcel, con miles de guerreros, fuertemente armados,
ese día pensé que nosotros y las serpientes moriríamos; pero aquella amenaza no se cumplió y desconozco que los hizo desistir de su ataque- explicó Ramu.
Murlos hizo un silencio profundo pero después dijo con inseguridad:
-probablemente, los reyes aliados no tienen permiso para ingresar a estas tierras y pelear; o tal vez no pudieron romper el muro mágico que protege la cárcel o quizás presumieron que se trataban se seres condenados a morir encarcelados que no representaban ninguna amenaza para sus intereses.-
Ramu se levanto de su silla, se acerco a la ventana y pregunto:
-¿Cuál es tu interés de restaurar el planeta, que ganas con todo esto?-
-Toda mi raza desapareció de la tierra, solo existo yo; soy el último duende que ha quedado con la doctrina Mabrigia, que tiene los secretos para restaurar la creación. Algunos humanos han empezado a creer en nuestras enseñanzas y su fe los ha convertido en mis hermanos, Ramu es hora de ser libre- le respondió Murlos convencido de su fe.
En la mente de Ramu, surgían muchas preguntas que no le daban seguridad ante una propuesta de guerra. Necesitaba respuestas que aseguraran su victoria.
Murlos se acerco y le hablo lleno de esperanza:
-No tengas desconfianza de mi, aquel día de la victoria, será un día de fiesta, para todos.-
Ramu le interrumpió y le dijo:
-Quiero una verdad que me convenza, que contigo lograremos nuestra libertad. Que nunca más estaremos exiliados en esta cárcel de la montaña.-
Murlos toco su espalda y le dijo condicionalmente:
-No quiero que te enojes por lo que te voy a decir, ni quiero revivir tu pasado, para resentimientos- se paro frente a él y continuo -recuerdas la batalla donde todos los hombres bestias fueron emboscados en el valle de los gozos- hizo una pausa para mirar su reacción -Ese día todos iban a morir, pero mis duendes tuvieron a bien conservarles la vida… ¿te gustaría saber porque no murieron ese día?- Ramu asintió con su cabeza -porque nos dimos cuenta que ustedes son muy fuertes, hábiles y muy ofensivos en el combate y por esta razón decidimos encarcelarlos para preservarles la vida en esa cárcel, se que ya han pasado varios siglos desde entonces, pero hoy necesito de todos esa destreza para vencer al rey Agonir y les prometo que recibirán su libertad porque yo soy el duende que tiene el poder para hacerlos libres- concluyo Murlos.
Ramu al escuchar aquellas palabras de Murlos, se sintió orgulloso de su raza y miro con confianza a los ojos del duende.
Y sin impedimentos le dijo:

-Hace cuatro siglos que estamos encarcelados en esta niebla; y mi abuelo aun no haba nacido cuando vinieron muchos duendes enseñando la doctrina mabrigia a mis antepasados. Uno de ellos profetizo que nuestro pueblo seria encarcelado por cuatro siglos pero que después de este tiempo, aparecería una mujer que liberaría mi raza; además aquel duende profetizo que una serpiente esparciría la semilla del mal sobre la tierra. Y por ultimo en una tercera profecía dijo que “un amor escondido detrás de la mentira vencerá y embriagara al más grande de los cetros, para que el mal duerma entre milenios”-
aquella profecía revelada por Ramu a los oídos de Murlos, hizo que el lugar tuviera un aura de intranquilidad. La incertidumbre penetro en la mente de Murlos y preocupado pregunto:
-¿Una mujer liberara tu raza? ¡Pues esa profecía lo explica todo!- lo miro fijamente y continuo -Ramu esa profecía se está cumpliendo hoy, y está en ti ver a tu raza y a tus futuras generaciones, ser libres por todo el mundo, esta cárcel se acabo, no mas exilios ¿comprendes?-
Ramu aun lo miraba incrédulo pero una luz de esperanza se veía en sus ojos, una pregunta de Murlos lo hizo volver al presente:
-¿Qué quiere decir la profecía, al referirse a la serpiente que esparciría la semilla del mal?-
Ramu le miro sin saber responder y solamente levanto sus hombros.
Murlos dejo de preocuparse y dijo: -Ramu te bendigo porque hoy has revelado a mis oídos el secreto que me muestra el camino a seguir y a luchar por la libertad del planeta.-

Ramu no entendió en definitiva que significaba aquella bendición, pero dentro de lo mas interno de su ser, se encendió la llama de la doctrina mabrigia, que le dio el sentir de ayudar a aquel hombre escondido, viviendo en el cuerpo de una mujer, obedeciendo así a la primera profecía. No sabía cómo explicarlo pero la idea de un mundo mejor, crecía en su alma salvaje; sabía que no sería fácil convencer a sus invitados, con la idea de luchar contra de los reyes aliados del inframundo; pero la ilusión de ser libres, seria la mecha que quizás detonaría una guerra final.
Ramu inquieto volvió a preguntar a Murlos:
-¿Por qué me agradeces, y me bendices?; ¿Qué significa esto para ti?-
-Significa descifrar la profecía- respondió Murlos con alegría.
Ramu volvió a preguntar sobre la profecía.
-Que quiere decir ese mensaje “un amor escondido detrás de la mentira a de vencerá y embriagar al más grande de los cetros, para que el mal duerma entre milenios”-
-Solo puedo decirte que tu pueblo ha guardado este mensaje que hoy me has compartido, como la más poderosa arma para vencer al rey Agonir- respondió Murlos ilusionado.
-Por favor dime ¿Qué significa la tercera profecía?- volvió a preguntar Ramu
-Se que en tu corazón, el sentimiento Mabrigio está despertando, y eso me gusta, solo activa la esperanza de la victoria y el espíritu Mabrigio te dará la respuesta, solo ese día entenderás porque te dije, gracias y porque te bendije- le respondió dejando sus palabras en el tiempo.
Ramu no insistió mas con preguntar por el significado de las profecías, se conformo con entender una y las otras dos, las entendería en su momento.
-Perdona que haya hecho tantas preguntas, pero quiero que me respondas esta última- pregunto Ramu con temor.
-Murlos ya te he hablado de las profecías ahora tu cuéntame ¿Por qué los reyes aliados no pudieron entrar a la cárcel de la montaña?-
-Cuando nuestra religión Mabrigia estaba en su esplendor, ocurrió algo que ha dado origen a esta reunión de hoy.- Ramu escuchaba mientras servía una copa de vino. -En la gloria de nuestro reino mi raza, llego a vivir en la sabana más hermosa de la tierra; ubicada en el centro de las montañas gigantes. Luego llegaron los hombres a vivir cerca de nuestras tierras y un grupo de duendes no tuvieron a bien dejar que los humanos, se establecieran allí y comieran de nuestras tierras y se organizaran para atacarlos, pero fue nuestra religión Mabrigia que intervino por ellos para que no hubiese derramamiento de sangre. Los Mabrigios logramos convencer a los duendes rebeldes a respetar la vida de los humanos cerca a nuestro reino-
Murlos acepto una copa de vino de la mano de Ramu y la bebió de un golpe hasta el fondo, saboreo el vino y continúo diciendo:
-Jamás había degustado un vino tan delicioso como el que tú haces- Ramu sonrió y dijo:
-Continua, no te detengas; tu historia me resulta muy interesante-

Murlos se levanto y coloco la copa en la mesa y continúo diciendo: -Mucho tiempo después que los humanos sentaron sus casas en nuestro territorio, sucedió un hecho que dividiría nuestra raza para siempre. Los humanos se volvieron fuertes, ricos, poderosos. Fabricaban armas de fuego, espadas y cuchillos, que los usaban para proteger sus tierras más fértiles de nuestro territorio; donde se extraía oro, plata, piedras preciosas, madera de sándalo, plantas aromáticas y fuentes de agua pura. Para los humanos esta tierra estaba virgen para explotar, pero para nosotros era nuestra montaña santa, dedicada a los dioses. Pensamos que esa montaña seria siempre nuestra, que nadie la podría tocar como nosotros, pero los humanos llegaron para dañarlo todo. Nunca se conformaron con lo que descubrían, siempre querían mas como buscando algo que llenara sus vidas. Esta búsqueda desesperada llevo a los humanos a alejarse de sus tierras y penetrar en las nuestras. Y una mañana llego a nuestra raza la noticia más lamentable de todos los tiempos.
Unos jóvenes duendes meditaban en la montaña gigante de los mabrigios, celebrando la unión con la naturaleza, porque los duendes somos vegetarianos, era el momento de agradecimiento y respeto por la creación. Fue algo que los duendes que meditaban no pudieron predecir; los humanos llegaron al lugar de la adoración y encontraron a nuestros duendes en un trance con los dioses, y silenciosamente sacaron sus espadas y dieron muerte a todos aquellos jóvenes que se iniciaban en nuestra religión Mabrigia. Cuando llegamos al lugar los encontramos decapitados, y un letrero que decía “muerte a los Malignos”- Murlos empezó a llorar desconsoladamente, Ramu no sabía qué hacer pero se acerco y le dijo suavemente:
-Perdóname… no sabía que los duendes lloraban, es mejor que no me cuentes mas y preparémonos para disfrutar la cena y dentro de poco los otros líderes estarán aquí y ya se, lo que tengo que hacer-
Murlos alzo sus ojos inundados en lágrimas y pregunto a Ramu:
-¿Eso quiere decir, que cumplirás tu parte profética?-
-Si… mi pueblo y mi raza de minotauros, nos uniremos a ti para salvar el planeta de esos depredadores que quieren acabarla.- respondió Ramu severamente.
Murlos seco sus lágrimas y llamo la atención de Ramu que se alejaba:
-No te vayas… quiero que escuches la historia completa-
Ramu se detuvo y le dijo:
-¿De verdad quieres hacerlo?, si no te afecta quisiera escucharlo todo-
-Diez hombres desalmados mataron a nuestros jóvenes; un dolor, profundo invadió por primera vez el corazón de los duendes y nacieron de inmediato los deseos de venganza. Los ancianos del pueblo al ver a los duendes sin control, decidieron hacer un consejo en el palacio del rey Balzac, para controlar los ánimos del pueblo. Los líderes también intervinieron, para acordar un plan que diera como resultado la paz en nuestra tierra. En las afueras del castillo, permanecía un gran número de Mabrigios al lado de un pequeño grupo de duendes que no comulgaban con nuestras creencias y permanentemente provocaba a la multitud a la venganza. Se vivía un ambiente muy tenso, en todos los habitantes de la gran sabana. Mientras el consejo apenas se reunía para decidir qué acciones tomar contra los asesinos de duendes inocentes.
Era una decisión histórica para nuestro pueblo, porque por una parte el rey Balzac lideraba un grupo que solicitaba el perdón de los humanos teniendo en cuenta que eran más fuertes y estaban mejor armados y lo mejor era pasar por alto la falta y mantener lo sucedido como un hecho fortuito que merecía únicamente la honra del pueblo; y por otra parte estaban los inconversos de la fe Mabrigia que no conocían el perdón, ni el olvido, ni aceptaban la voluntad de los dioses, solo deseaban la venganza de sus duendes. Los ancianos pertenecientes a la religión Mabrigia unidos al rey Balzac, calmaban los ánimos del pueblo enardecido y crearon un plan de paz, resaltando el desconocimiento de los humanos acerca de este valor; pero los no Mabrigios se negaron a la piedad. El castillo fue rodeado de centenares de duendes hambrientos de venganza, sus gritos de amenaza, pedían derrocar al rey Balzac, y abolir la religión Mabrigia, porque no servía para defender su honor ante los humanos; no se podía perdonar a los asesinos, no había forma de evitar una guerra interna civil entre Mabrigios y duendes rebeldes sedientos de venganza. El rey Balzac, lleno de sabiduría salió al balcón del castillo y exclamo a gran voz:
“la doctrina Mabrigia, dirigida por nuestros dioses, han determinado, no dar lugar a la guerra, ni a la venganza. Ningún duende, ya sea Mabrigio o rebelde, no derrama sangre humana. Porque sería el exterminio de nuestra raza por parte de los invasores. Se ordena la paz en nuestro territorio desde ahora, lo cual debe obedecerse y acatarse, por voluntad de los dioses y el rey Balzac”
El rey sabía que derrocar su poder, traería un rey no Mabrigio, que provocaría una guerra de exterminio a la razas, y la religión. Por eso anhelaba que sus palabras calmaran al pueblo; pero no fue así, los duendes desobedientes a la doctrina Mabrigia, no respetaron las palabras del rey Balzac ni los dioses.
Descendieron la montaña gigante y llegaron al valle donde habitaban los humanos y tomaron venganza mientras dormían; todo hombre, mujer, niño, ancianos y guerreros entre los humanos murieron. Solo cinco de ellos fueron capturados, aun moribundos, y fueron llevados a nuestra ciudad santa para exhibirlos como trofeos de guerra. Pasado un tiempo los humanos fueron curados de sus heridas, por nuestra magia sanadora; luego fueron puestos en la cárcel del sótano del castillo del rey Balzac. Todo con el tiempo paso a la normalidad, los humanos fueron borrados del valle que se bautizo con el nombre del pantano de los lamentos, sitio que para mi religión mabrigia es el más importante en esta tierra, un lugar gigante, e impenetrable para los humanos, protegido con nuestra poderosa magia de custodia para mantener alejado a todo intruso. Los cinco humanos retenidos en la cárcel del castillo, tenían como nombres: Nali, Tala, Luma, Perni y Amat. El más anciano era Nali quien se hizo un gran amigo mio, los otros dos eran adultos fuertes, no así Perni y Amat que eran jóvenes sin mucha experiencia. El rey Balzac y yo bajábamos todas las noches al sótano del castillo a visitar a los humanos en la cárcel.
Hablábamos con los presos y comenzamos a adoctrinarlos con nuestra fe mabrigia. El anciano Nali comenzó a comprender el significado de nuestra fe, que consistía en la paz, en la vida, en la hermandad y el a su vez nos enseñaba filosofía humana. Nali se convirtió a nuestra fe mabrigia y comenzó a profesar el respeto por la naturaleza, por la vida, adopto el vegetarianismo, aprendió a orar y a meditar a nuestro modo y conoció a nuestros dioses para adorarlos. Nali se convirtió en el primer humano en profesar nuestra religión. Los otros humanos nos hicieron creer que aceptaban nuestra fe, y nos negaron haciéndonos creer que habían perdonado y olvidado la guerra.
El corazón del hombre era desconocido para nosotros, había engaño, violencia, venganza; y una noche sin saberlo, en una ceremonia solemne entregamos de nuestros poderes a los humanos. Sin saber que se convertiría en la espada que se levantaría en nuestra contra. Esa noche los humanos se volvieron iguales a nosotros conociendo el bien y el mal en el ritual del sumo poder, que consistía en cortarse el dedo medio y dejarlo sangrar sobre unas yerbas verdes que servía para dibujar un sinfín de símbolos purificadores de magia blanca. Los cuerpos de los cinco humanos quedaron revestidos del poder de los dioses, le dimos la absolución. Y en secreto sin que el pueblo lo supiera los dejamos ir, llenos del poder Mabrigio y de la más potente magia para tener abierta las fuentes del universo, trasmitida atreves de nuestra sangre.
Los años fueron pasando y de los cinco humanos que liberamos jamás volvimos a saber de ellos. Una mañana los duendes rebeldes, recibieron noticias sobre unos reyes, con poderes inimaginables para atemorizar a sus semejantes, además crearon una nueva religión utilizando como base la Mabrigia, con nuevas doctrinas que se alejaban de nuestros principios morales. Todos los que participamos en darle libertad a estos humanos, pudimos entender que los cinco reyes de tierras lejanas, eran las mismas personas que nosotros preparamos para militar en nuestra fe. Se habían vuelto poderosos, su poder abarcaba todo el continente, subyugando miles de reinos, con el ejército más fuerte de la tierra.- Ramu escuchaba tratando de intervenir en el relato pero las palabras de murlos eran muy impactantes que le impedía hacerlo -El rey Balzac al enterarse de esta noticia salió en busca del protector de nuestra raza. Una gema sagrada que contiene el poder de encerrar almas asesinas, creada para condenar intrusos que lastimen nuestra gente.
El rey Balzac en medio de la reunión con los sacerdotes y ancianos Mabrigios, enseño la joya como nuestra única opción de liberación y protección. La joya también puede revivir a nuestros antepasados muertos en batalla.- murlos explicaba que era un regalo de los dioses, quienes visionaron el mal que vendría a su pueblo, dejando la joya santa que protegería las vidas, murlos hizo un silencio y después continuo diciendo -los cinco reyes llegaron a nuestras tierras y comenzaron a incursionar en los pueblos pequeños, dando inicio a un nuevo periodo de guerras; pero no han salido bien librados, porque hasta hoy solo quedan con vida dos de ellos y el resto han muerto violentamente, aunque el precio que hemos pagado a sido muy alto. El primero en morir de los reyes aliados fue el anciano Nali, conocido después como Desmon, él mismo me pidió que le diera muerte, porque estaba cansado de vivir bajo la amenaza de las guerras, de la maldad, de la codicia, de tanta injusticia. Nali tenía el corazón turbado al haber traicionado la doctrina Mabrigia que enseñaba a no matar. Además inventaron la magia negra; y lo que es peor aún, los reyes saben de la existencia de la joya sagrada, que puede devolver la vida de los guerreros de mi raza, y quieren la joya para destruirla, no sé cómo se enteraron, pero Agonir encabezaba esa búsqueda. Desmon me advirtió que me cuidara de este rey y de su hermano Limgá, quienes poseen el máximo nivel de magia negra. Después de morir Desmon sacrificándose para ayudarme,
Faluz el segundo rey y yo morimos cuando invoque al firmamento el conjuro máximo, donde seres divinos vinieron en mi ayuda, pero ese conjuro solo se puede hacer una vez en la vida, porque mueres al solicitarlo. Luego mi rey Balzac encarno en el cuerpo de un humano anciano, para enfrentar al tercer rey de los aliados llamado Jardit, quien también murió junto con mi rey.- Ramu le interrumpió y le pregunto lo que más quería saber.
-Pero dime ¿Porque los reyes aliados nos entraron en nuestra cárcel si tenían el poder para hacerlo?- Murlos le miro desconcertado pensando que le estaba interesando mucho su relato pero le respondió:
-En verdad los reyes aliados no entraron en estas tierras, porque sus almas y su sangre, están unidas a las duendes por el ritual del dedo índice, donde nuestra sangre y la suya se unieron en la fe mabrigia, pero al ellos convertirla en magia negra, han dado lugar al mal, y sus poderes no pueden funcionar para penetrar la niebla que protege esta cárcel. Mas yo si tengo la magia blanca de los Mabrigios y por eso penetre en el muro de niebla y ahora estoy aquí, gracias a esos poderes del bien, si los reyes hubiesen penetrado, hoy todos ustedes estarían muertos.-
Ramu abrió los ojos, para entender un gran misterio, estar encarcelado no había sido para su mal, sino para preservar sus vidas, porque la magia que los exilio, en una cárcel a los hombres bestias, durante siglos los protegió de la magia negra de los reyes aliados. Ramu quedo mudo y dentro de su corazón nació un gran sentimiento de unidad por la causa Mabrigia. El relato de Murlos, le mostro el inicio del mal, de cómo se propago por el continente, y gracias a los duendes él podía contar con vida. Al terminar con su historia Murlos se levanto de su silla y llego a Ramu para mostrarle algo:
-Abre tu mano Ramu- un tanto nervioso obedeció sorprendido, vio un hermoso diamante tallada en diez lados, que en su interior dejaba ver tres puntos negros que se movían. Ramu exclamo:
-¡Que hermosa joya, esta es la piedra que traerá la esperanza de un mundo mejor, que belleza de diamante!- luego detallo los puntos negros que estaban en su interior y pregunto:
-¿Murlos… y esos puntos que significan?-
Murlos lo miro tratando de regañarlo pero respondió pacientemente:
-Esos puntos negros que se mueven en el interior de este diamante, son las almas capturadas de los tres reyes aliados que han muerto, pero dentro de poco, serán cinco puntos negros que vivirán encarcelados en esta joya, cuando Agonir y Limgá paguen por sus delitos y pecados-
Ramu sonrió satisfecho de que se cumpliera ese deseo en el futuro; y entendió que el gozaría de la libertad para su pueblo, aunque estuvieron encarcelados a mano de los duendes; también fueron protegidos del mal, y eso jamás lo olvidaría. Ramu miro a su alrededor y no miro una cárcel sino un refugio para su raza, aquellos que lo habían condenado, le habían dado vida.
Murlos guardo la joya en el interior de su ropaje, haciendo el amarre de protección, y escucho a las palabras de Ramu que dijo:
-Cuenta conmigo... Yo te ayudare, para que juntos podamos vencer a los reyes que faltan, hare hasta lo imposible para que todo mi pueblo nos ayude-
-Gracias Ramu… mis dioses no se equivocaron al enviarme aquí, he deleitado lo mejor de tu vino, y lo mejor de tus promesas de ayuda- agrego Murlos sonriente.
Ramu al escuchar la voz de su esposa, invito a Murlos a seguir:
-Pasemos a la mesa, es hora de la cena, y de mas vino- bromeo.
la voz de Murlos desapareció y volvió de nuevo la voz angelical de Javu, como también el color de su dulce mirada, y sentada en la mesa pensaba en el largo camino que le esperaba por recorrer, un camino incierto pero centrados en las profecías de Ramu, que le servían de pilares en su misión.
Frente al gran banquete ofrecido por Ramu, agradeció a los dioses duendes, por estar compartiendo la cena que daría el primer paso a la batalla que estaba por venir.
7
LOS VIENTOS DE GUERRA
Era la noche de la gran cena. Había una mesa gigante dispuesta para atender a sus invitados. Con nueve sillas a cada lado de la mesa y dos sillas en las puntas. Sobre ella estaba puesta toda clase de panes, frutas, y verduras. Al lado de cada plato había hermosas copas de madera llenas de vino, donde se reflejaba la luz de las velas encendidas, y las sombras proyectadas por las llamas, danzaban alegres con los botellones de sidras que tanto le gustaban a Ramu.
Las esposas del anfitrión, estaban a la entrada de la gigantesca casa a esperar a los invitados a la cena. El primero en llegar fue Tara, el líder de los faunos acompañado con sus generales. Después Malto, líder de los licántropos, con sus príncipes; y por último, Tolva, el líder de los centauros, acompañado de sus mejores guerreros, quienes hacían reverencia a las esposas de Ramu.
Murlos al ver tantos invitados hablo al oído de Ramu y dijo:
-No le reveles a ninguno de ellos mi verdadera identidad, es necesario que así sea, para que se cumpla la profecía que me revelaste-
Ramu le miro distraído y le pregunto:
-Exactamente… ¿Cuál profecía?-
Murlos miro al techo con impaciencia que le parecía inalcanzable por su altura y dijo:
-Aquella profecía que dice algo sobre el amor,- Ramu lo interrumpió repentinamente:
-Ya te entendí, no te preocupes; nadie sabrá de tu identidad, ni de tus secretos, solo hablaremos de tus propósitos y de las estrategias de guerra.-
Era un salón majestuoso, lleno de abundancia para preparar la alianza, contra los reyes aliados. Murlos estaba sentado al lado de Ramu en silencio, mientras los invitados esperaban ansiosos las palabras de Ramu quien comenzó diciendo:
-Bienvenidos a mi humilde casa, coman, beban, disfruten de todo, háganse más amigos y haya paz entre nosotros; aunque estemos viviendo en esta cárcel inmerecida hasta hoy- exclamó Ramu con alegría.
Todos comieron hasta saciarse y agotaron el vino, pero Murlos no quiso comer demasiado, las miradas de los hombres bestias le quitaron el apetito. Ramu al notarlo le ofreció la última copa de sidra y le dijo:
-prueba este, quizás te guste más que el vino.
Murlos la tomo haciendo una mueca con su sonrisa.
Luego que la mesa fue recogida, Ramu el líder de los minotauros poniéndose de pie, se dirigió a los asistentes diciendo:
-Todos han notado a esta hermosa mujer, que hoy nos honra con su presencia, y es mi invitada especial. La rescate de las serpientes parlantes, quienes pretendían devorarla. Hoy está con nosotros y lo va a estar por un largo tiempo porque nos enseñara el camino para encontrar nuestra libertad. Por mucho tiempo hemos estado en esta extensa cárcel, por orden de los duendes o quizás también por culpa de nuestra incomprensión hacia ellos, se creó una guerra que nos condeno a este lugar.
Ahora he comprendido un misterio, en el hecho que estemos presos, y esta cárcel fue necesaria para nuestra conservación, porque detrás de cada dificultad hay una enseñanza. Todos recordamos ese día cuando los cinco reyes aliados llegaron a la puerta del norte con su numeroso ejército intimidándonos, y muchos pensamos que moriríamos, pero una fuerza extraña los hizo desistir de sus macabras intenciones, y ese poder evito que penetraran en nuestro territorio para salvarnos de morir.
Aunque parezca mentira para nosotros, ese poder se encuentra en la religión Mabrigia que nosotros no conocemos, ni entendemos. Su magia blanca y su doctrina, hicieron que los reyes aliados no tuvieron poder en nuestras tierras.


La magia negra de los reyes nunca funciona en estos territorios y sus poderes son bloqueados por la magia blanca de los duendes- los hombres bestia, sabían que Ramu hablaba la verdad y ninguno se atrevía a interrumpirlo -esta mujer que hoy me acompaña, nos trae una propuesta de libertad, atreves de su religión, su doctrina y su magia, a la cual pertenece- cuando los hombres bestias oyeron sobre esto, se levanto el líder de los licántropos en una actitud opositora, entonces Ramu le concedió la palabra:
-Oh rey Ramu, con todo respeto, ¿Pretendes que nosotros nos convirtamos a la religión de los duendes y que tengamos que hacer reverencia a esta mujer que apenas conocemos?-
Ramu respondió con el tema que más importaba a los hombres bestia:
-Oh rey Malto… solo pido libertad, que nuestras esposas, hijos, nietos, y futuras generaciones, puedan caminar y correr por las montañas, los ríos, los mares… o es que ¿No anhelas la libertad?-
Todos los invitados a la cena sintieron el valor de las palabras de Ramu y a un tono de voz se escucho un coro de júbilo que decía: “libertad, libertad, libertad”.
Ramu continúo con una pregunta:
-¿Dejaremos que esta valiente mujer, que ha atravesado medio mundo, nos enseñe como salir de aquí, para ir a vencer a los reyes que un día quisieron cegar nuestras vidas y de las personas que amamos?-
Tara el líder de los faunos con voz incrédula pregunto:
-¿Y es posible matar a esos reyes siendo ellos tan poderosos?-
Murlos por fin se levanto de su silla y no dejo que Ramu contestara la pregunta y dijo:
-Gracias Ramu por tus palabras para persuadir a estos ilustres líderes de tu reino hacia la libertad. Es cierto soy una desconocida para ustedes, pero hoy quiero que me conozcan como su salvadora, quien los guiara a la puerta de salida de esta cárcel. Mi nombre es Javu Prisno, princesa del continente sur, del castillo real de los Prisno, y quiero responder la pregunta del rey Tara- este la interrumpió para mejorar su procedencia, diciendo ser hijo de Tara Mágnum el grande –Murlos continuo diciendo -quiero decirte con todo respeto, que si es posible matar a los reyes aliados, por circunstancias de la vida, me ha tocado matar a dos de ellos, y el rey de los duendes, llamado Balzac, encarnado en un anciano enfrentó al tercer rey y ambos murieron en el enfrentamiento; haciendo uso de la religión Mabrigia y de la magia blanca es posible eliminar a los dos reyes que faltan.
Hoy estoy aquí porque pude superar el muro de niebla que protege la cárcel, con el secreto que abre las puertas a la libertad.
Yo les propongo ser libres del yugo que los mantiene encarcelados, estoy aquí para enseñarles mi religión, mi doctrina, para que aprendan a practicarla, a usar los poderes de la magia blanca, y se conviertan en grandes mabrigios para andar por el mundo con libertad- los hombres bestia escuchaban con duda y decidieron hablar con Ramu. Murlos salió del salón y espero en el cuarto contiguo, mientras decidían que hacer con toda la información suministrada. Después de varias horas de deliberación, decidieron no vivir encarcelados para siempre y ser libres o morir. Querían brindar un mejor futuro a sus generaciones siguientes.
Los más escépticos del grupo fueron los faunos y licántropos que al final fueron convencidos por Ramu. Murlos volvió al gran salón y escucho la voz alentadora de su anfitrión:
-Javu… nosotros los hombres bestias, después de una discusión sin tregua, hemos decido, aceptar tu religión y tu doctrina a cambio de nuestra libertad. También proponemos ayudarte en los planes de ataque a los reyes aliados que faltan por eliminar, porque si tú sola pudiste vencer a dos de ellos, nosotros creemos que con nuestro ejército también podemos desaparecerlos del planeta--
El rostro de Murlos dibujo una gran sonrisa, sus ojos se iluminaron de alegría y pudo decir confiadamente:
-Gracias… les enseñare todo lo que se y podrán ser libres, andarán por el mundo si lo desean, solo les pido que se dispongan a aprender, es un camino muy largo por recorrer pero juntos lograremos el objetivo. La libertad para ustedes y la paz para el planeta-
Todos los hombres bestias se pararon frente a Murlos y le dijeron en coro:
-bienvenida a nuestra hermandad, que hoy se fortalece con tu presencia.-
Después de la gran cena, Murlos dedicaba todos los días a enseñar su religión a los hombres bestias, incluyendo sus mujeres, niños y ancianos. Empezó a convertirlos en Mabrigios, luego les enseño a meditar, a vivir en el silencio, a mirar hacia su interior, a despertar sus sentidos, era una tarea difícil cada día, pero al paso el tiempo pudieron conseguirlo.
Cuando hubo un gran número de seguidores de la Mabrigia, Murlos decidió construir un templo gigantesco en todo el centro de Paladat, utilizando la mejor madera de pino, el oro, la plata, el mármol y finas telas. Los artífices comenzaron a tallar imágenes de los dioses en piedra de granito, para recordar sus poderes, duendes gigantes que adornaban el horizonte.
Todos los días los fieles a la religión Mabrigia fueron aumentando en número por todo Paladat, aprendieron a respetar la creación, a dar alabanzas a los dioses por su sabiduría, a cuidar los mares, los ríos, a no talar los árboles, a honrar el cielo y la tierra, a no contaminar el entorno, a no comer carne de animales, solo comer frutas y verduras; ser Mabrigio era un estilo de vida donde cada mandamiento se cumplía cabalmente sin fallar a ninguno de ellos.
Murlos al ver el progreso de sus fieles, se dio cuenta que era tiempo de enseñar a los guerreros a utilizar los conjuros de los duendes. A Murlos le fueron otorgados todos sus poderes en la tierra de los hombres bestia, donde estaba bloqueado cualquier poder sobrenatural, al darse cuenta de esto comenzó a enseñarles los usos de las técnicas para destruir al enemigo. Pasados cinco años de reclutamiento y de enseñanzas a guerreros Mabrigios, llego la hora de ser presentados a Ramu como el primer ejercito de hombres bestias, con todos los requisitos y poderes capaces de enfrentar una guerra de dioses. Cada grupo según su especie, demostraron sus enseñanzas y destrezas para dominar al enemigo con poderes y conjuros. Ramu se sintió complacido con Murlos por diseñar un nuevo ejército que caminaría por la tierra, impartiendo justica y restaurando el orden en el planeta.
Millares de guerreros listos para enfrentar a los reyes aliados, su religión Mabrigia, sería su estandarte y su escudo.
Los dioses marcharían con ellos por los montes, valles y desiertos, no tendrían temor del sol, del fuego, ni del día, ni de la noche, podrían vivir sin agua, sin comida, su piel estaría preparada para soportar heridas y sanarlas en el acto.
Ni la espada, ni la flecha, ni la daga, ni el odio de los humanos los podría vencer, porque estaban hechos para conquistar el planeta.
Ramu alzo su mirada y contemplo su gran ejército, sintió orgullo y admiración por todos esos guerreros que lo habían entregado todo para un solo propósito. Su libertad. Ramu miro a Murlos y le honró con la corona de los ilustres y tocaron las trompetas para hacerle honor a la mujer que formaba parte de la profecía, y que los conduciría por el mundo hacia el botín que todos deseaban. Bombos y platillos irrumpían en el espacio para celebrar la victoria anticipada de los hombres bestias al mando de Murlos.
En un lugar secreto se levantaba la verdadera capital del reino de Agonir y su hermano Limgá; vivían rodeados de lujos en uno de los castillos más impenetrables, custodiados de hombres fuertemente armados y de sacerdotes malvados, los dos reyes acostumbraban a descansar en ese lugar pero un sueño repentino despertó a Limgá quien dijo:
-Oh mi rey Agonir, he tenido un sueño con nuestro enemigo Murlos-
-Que soñaste que te veo muy sobresaltado- aclaro Agonir.
-Soñé que se levantaba sobre nosotros y dejaba caer una piedra gigante pero la piedra solamente cayó sobre ti, aplastándote-
-Es solo un sueño, y nada tiene contra nosotros- afirmo Agonir.
-Pero ha llegado información de las montañas que se están formando grupos de Mabrigios muy poderosos- afirmo Limgá con preocupación.
-¿O sea que los duendes se fortalecen, aun mas allá de sus tumbas?- pregunto el rey Agonir con incredulidad.
-Si mi rey Agonir. De lejanas tierras se siente una fuerte oleada de la fe mabrigia- remarco Limgá.
-Si Murlos resucitase y viniera a enfrentarse a nosotros, aquí estaremos esperándolo para devolverlo de nuevo a su tumba- sostuvo Agonir sin desespero.
Limgá al ver la despreocupación de su hermano dijo animándole:
-Yo se me rey que un duende, venga de donde venga, nunca podrá acabar con tu poder incomparable; además cuentas con mis poderes para defenderte- Agonir se lleno de motivos y dijo:
-Hermano mío… es hora de que tus palabras tomen acciones, así que ve a todos nuestros reinos y avísales a los gobernadores que alisten hombres mayores de quince años y los preparen para la guerra. Prepáralos allá en Antuario porque no debemos estar dormidos ante las amenazas del futuro y si Murlos quiere venir a buscarme me va a encontrar-
-Si Murlos ha resucitado, no vendrá solo, la Mabrigia lo acompaña, pero descuida reuniré millares de hombres que hagan guardia alrededor de nuestra ciudad real- agrego Limgá
-Que tu sueño no se haga realidad, porque si Murlos viene del más allá, yo estaré aquí, para acabarlo con mis propias manos - afirmo el rey Agonir con rabia. -tus informantes no te han dicho ¿dónde puede estar Murlos si es que acaso vive?- pregunto con insistencia.
-La Mabrigia se sienten ahora por todos lados, y sus invocaciones están en los aires, lo que se hace imposible, detectar un lugar exacto- explico Limgá preocupado y continuo diciendo: -tal vez su espíritu vague por el pantano de los lamentos, donde murió la ultima vez, pero a mí no me gusta ir a ese lugar, me trae recuerdos muy trágicos de nuestras familias, cuando fueron masacrados por los duendes- dijo con temor Limgá
-Yo no te he mandado que vayas a ese lugar, solo haz lo que te he dicho y no te demores, cuando termines no tardes en informarme- concluyo el rey Agonir.
Limgá dio la media vuelta y se marcho a cumplir la orden de Agonir su hermano. El rey quedo solo en la habitación pero un temor recorrió su cuerpo, como presintiendo la presencia de su más voraz enemigo. El sueño de su hermano lo había perturbado en parte y decidió ir al otro lado del castillo.
Custodiado por sus escoltas y sacerdotes, llego a un viejo árbol que sus raíces se internan en lo más profundo del inframundo. Se arrodillo y mentalmente dijo “oh dios de la oscuridad, he hecho todo lo que me has pedido, me siento débil, dame fuerzas para derrotar a mi enemigo, hazme poderoso, ayúdame como lo has hecho hasta hoy. Todo lo he aprendido de ti, permíteme seguir cumpliendo tu misión para que reine la oscuridad en el planeta”. Agonir no se veía tan imponente como en otras épocas, se mantuvo todo el día hablando con el árbol, esperando respuesta que lo guiara a terminar con su enemigo Murlos.
Después de unos meses el segundo rey Limgá, reunió un ejército como lo pidió el rey Agonir. La ciudad de Antuario estaba atestada de soldados por dentro y por fuera de sus muros; día y noche las tropas no dejaban de custodiar la ciudad más importante del reino. Un ambiente de guerra se vivía por las calles de la capital.
Cuando estuvo listo, el rey Agonir arribo a la ciudad de Antuario, y se hospedo en el castillo principal del reino. Estaba reluciente para la visita del rey, su hermano Limgá se había encargado de hacer agradable la estadía del rey en la ciudad y al verlo le dijo:
-te he preparado esta habitación, con vista a los cañones de la victoria, que bueno que estés aquí, tú presencia tranquiliza al pueblo, porque muchos están temerosos de ese demonio blanco llamado Murlos-
-Es cierto, Murlos es un demonio que vive en el ambiente, si no fuera por él, todos viviríamos en paz- aseguro Agonir.
-Dentro de poco tiempo viviremos en paz y estaremos tranquilos, viviendo sin tener que pensar en duendes o Mabrigios- agrego Limgá.
En otro lugar muy lejano Murlos estaba en la primera iglesia Mabrigia meditando, rodeado de muchos de sus guerreros. Quienes ansiosos esperaban las palabras de su sacerdote, quien estaba vestido de blanco, con turbantes y capas finas de telas tejidas a mano, que cubrían todo su cuerpo. Horas después Murlos dijo:
-Queridos Mabrigios, hombres de almas fuertes y llenos de fe; que marcharan hacia Antuario, ante una gran fuerza oscura en el camino, meditaremos por unas horas más, porque después seremos libres y libres por siempre.-
Un silencio absoluto rodeaba el templo y en los alrededores, había otros grupos meditando, haciendo que le silencio reinara en aquella población. Después de un tiempo Murlos abrió sus ojos y dijo:
-Levántense todos, salgamos a las calles con sus armaduras, escudos y espadas, llenémonos de voluntad y marchen conmigo a la guerra final; ha llegado la hora de raer la religión maligna de los reyes, exterminar a sus sacerdotes de oscuridad y hagamos que los Mabrigios gobiernen en paz sobre la tierra-
Murlos salió a la calle y todos con el también, a su lado marchaba Ramu como una sombra, acompañado de sus hijos y su adorada hija Minity. Al llegar a la cima de una gran colina todos pudieron divisar la ciudad de Paladat y se escucho la voz de Murlos decir con fuerza:
-Repitan conmigo a una sola voz esta invocación, para que los reyes en donde estén, sientan la energía que emana de nuestra poderosa fe, aunque no podrán detectarnos porque las nubes de todas partes están fundidas en nuestra Mabrigia. Murlos cerró sus ojos y exclamo:
-¡Oh! dioses que nos ven de día y de noche, ustedes los dueños de la creación, permítannos salir de auqui rumbo a la victoria-
Cada palabra, cada silaba, era repetida por los nuevos Mabrigios, y la niebla que cubría sus cabezas empezó a desintegrarse y un estruendo hizo que la tierra se partiera en dos.
Ahora se veía el cielo libre, la niebla no existía mas, la cárcel desapareció de las montañas, ahora todos eran libres para siempre.
Murlos lleno de efervescencia, levanto su espada diciendo:
-¡vamos a luchar por la libertad!, ¿Quién quieren ir conmigo?- Y se escucho una sola voz que lleno todo el espacio: --¡yo!--
8
LAS PLUMAS DE COLORES
El silencio del castillo fue interrumpido por los pasos apresurados del rey Limgá, cuando se dirigía a la habitación de su hermano, quien se comunicaba con su dios en secreto. Unos golpes en la puerta alertaron al rey Agonir, quien se levanto para abrirla; y cuando Limgá le iba a entregar el mensaje le interrumpió diciendo:
-No me digas nada… ya lo sé todo-
-También sabes que la Mabrigia ahora es más fuerte que antes- agrego Limgá y continuo diciendo -Sabias que ¿la cárcel de los hombres bestias ha sido abierta, y que esos enemigos de nuestra fe, ahora son libres?- aseguraba con temor Limgá al rey.
Agonir no se inmutaba por las palabras de su hermano Limgá y pregunto:
-Los hombres bestias, ¿quién los pudo liberar?
-Dicen que es obra de Murlos, y si eso es cierto, sin duda que vendrán a tomarse a Antuario, para así lograr dominio sobre nuestro reino- respondió Limgá.
-Eso jamás ocurrirá, mi poder los detendrá y morirán en el intento- afirmo Agonir.
El rey Limgá desconocía el porqué, los hombres bestias estaban del lado de Murlos, si en el pasado eran enemigos. Agonir mirando a sus ojos le dijo:
-Sé lo que estas pensando sobre los hombres bestias y ellos nos temen; por eso prepara las tropas, porque son muchos pero los venceremos.- Limgá se lleno de confianza y se retiro sin decir más palabras.
Las tropas del rey Agonir estaban perfectamente organizadas para defender su reinado imperial. Cada escuadrón comandado por un sacerdote del rey, vestidos con armaduras de guerra lideraban el ataque. Luego los generales de los batallones animaban a los soldados a defender su fe, al rey y su religión; porque enfrentarían a un ejército de blasfemos que irrespetaban sus creencias, que deseaban la victoria para imponer una doctrina con ideas estúpidas para ellos, llamada Mabrigia encargada de hacer respetar la creación. Los soldados al escuchar los motivos del enemigo se burlaron hasta el anochecer, cantando un escribillo improvisado que decía ¡Mueran los blasfemos de la creación!
Al siguiente día siguiente el sol calentaba suavemente las armaduras de los soldados del rey Agonir, quienes estaban impacientes por la espera del enemigo. Después de varios días de angustiosa vigilancia, pudieron avistar a lo lejos, de un hermoso valle de flores amarillas, un gran número de seres extraños que se acercaban a la ciudad de Antuario. Eran los hombres bestias, los nuevos Mabrigios, liderados por Murlos quien montaba sobre el lomo de Ramu.
El rey limgá inmediatamente alerto a su máximo sacerdote que utilizara sus poderes de clarividencia y ubicara la posición del espíritu de Murlos, y entrando en un trance dijo:
-Mi señor… no veo a nadie con forma de duende, solo veo bestias-
-Concéntrate bien y búscalo que debe venir entre ellos- replico el rey
-Solo veo una imagen, montando un minotauro vestido de pies a cabeza, escondiendo su apariencia- agrego el sacerdote.
El rey Limgá desconcertado sintió algo de alivio por la “ausencia” del duende.
Al otro lado del valle de las flores con chispas de sol, Murlos dijo a Ramu:
-Cuando estemos cerca de la ciudad, hay un lugar de la batalla donde tendré que abandonarte, para buscar las dos profecías que no entendiste-
-No sé si seremos capaces de iniciar esta batalla sin ti – dijo preocupado Ramu.
-No te preocupes, la Mabrigia está contigo- tranquilizo Murlos
Ramu se sintió más tranquilo, mientras pensaba en sus mujeres y sus hijos con la esperanza de volverlos a ver a su regreso de la guerra.
Murlos alzo su mirada y vio a la distancia un gran ejercito comandado por limgá. Inmediatamente alzo su voz y dijo:
-Mabrigios hoy debemos hacer que nuestros sueños se vuelvan realidad, es hora de exterminar el mal de este planeta, destruyamos el corazón de este imperio. Hoy traeremos la paz a este pueblo ciego por la oscuridad de sus delitos, ahora es el momento de luchar, de conseguir lo que tanto anhelamos, una libertad pura y para siempre.-
Los hombres bestias preparados y ansiosos por ir en busca de esa meta de libertad. Soñaban por entregarles a sus hijos un mundo sin cárceles, y por esto avanzaban con valor hasta tener contacto con el enemigo.
Los hombres bestias al estar a un kilometro del objetivo se detuvieron para ultimar detalles del ataque. Murlos descendió del lomo de Ramu y alzo sus brazos hacia el sol calcínate y aumentando el tono de su voz exclamo:
-¡Conjuros de luces solares, ataquen al enemigo!-
De inmediato el día se torno más brillante y una luz dorada ilumino la vegetación. Segundos después una mancha negra apareció al otro lado del campo, oscureciendo el cielo. Ambas fuerzas avanzaron hasta el centro del firmamento ante los ojos de las tropas, que miraban el fenómeno con pavor; y al chocar en el espacio, tanto la luz intensa y la sombra negra se destruyeron mutuamente en el cielo.
Los soldados del rey Agonir lanzaron un grito de júbilo, por desintegrar la luz de los Mabrigios. Su rey había llegado al campo de batalla y su presencia producía valentía a sus tropas. A su vez los hombres bestias no podían entender, como el poder de Murlos había sido desintegrado fácilmente por el enemigo; Pero una voz daba tranquilidad a las tropas diciendo:
-¡No teman guerreros! El rey Agonir ha llegado al frente enemigo; solo lance una prueba de mi poder, para detectar su presencia y esta señal así lo confirma ¡adelante guerreros!- grito Murlos.
Ramu mirando a Murlos dijo sorprendido:
-Que energía espantosa tiene ese rey. Es hora de poner la cara dura-
-No temas, solo activa tu Mabrigia, porque no depende de nosotros, ni de ellos, lo que pueda pasar aquí- replico Murlos.
Del otro lado el rey Agonir frente a sus tropas también instruía a sus guerreros diciendo:
-Estos blasfemos hoy deben de morir. Se han atrevido a venir hasta aquí a mostrar su magia blanca contra nosotros. Ustedes mis fervientes seguidores, tienen libertad y la religión verdadera que yo les enseñe.
No permitamos que esos aberrantes; mitad hombre y mitad bestia nos derroten. Nosotros somos la raza humana, somos los más fuertes para pelear, demos la vida con honor, hagamos que nuestra religión dure muchos milenios sobre esta tierra.-- Agonir miro el ánimo en sus soldados y vio que estaban preparados para dar la buena batalla y ordeno a sus generales la señal de ataque. De inmediato un grupo de arqueros prepararon sus flechas apuntándolas hacia el cielo y disparando una lluvia de ellas, comenzaron a surcar el espacio buscando a los hombres bestias. Ramu al observar el peligro lanzo un grito descontrolado, para que se protegieran con sus escudos de madera. Las flechas caían produciendo un ruido de avispas sobre sus víctimas. Ninguna de ellas alcanzo a las bestias de gravedad; los escudos de pino silvestre los protegieron.
Ramu no tardo en responder el ataque de flechas y ordeno a los minotauros y centauros, usar toda la magia blanca, sin que mataran a los humanos, sol esperaban dormirlos para no derramar su sangre. Las bestias fueron al encuentro de sus oponentes con la orden de adormecer sin matar a los humanos. Los trotes de las bestias hicieron temblar la tierra. La estampida produjo en los soldados del rey un terror indescriptible haciéndoles retroceder. El rey Agonir al notarlo, corrió hasta su caballo corcel para montarlo y ordeno lanzar catapultas. Bolas de fuego incandescentes parecían soles invadiendo el firmamento que después caían sin control sobre la tierra, matando muchos centauros y minotauros.
Los sobrevivientes siguieron avanzando hacia su objetivo. El rey Agonir entendió que las bestias en cualquier momento romperían sus filas sin que pudiera evitarlo y grito a los caballeros continuar con el ataque. Miles de hombres fuertemente armados salieron al encuentro de los Mabrigios. Los hombres bestia al estar a pocos metros del poderoso ejército enemigo, lanzaron un grito aterrador, “Conjuro blanco de los pantanos, hazlos soñar”. Del cuerpo de los hombres bestias brotaron luces blancas, que atravesaban la humanidad de los jinetes, quienes se desplomaban al piso con sus caballos. Los hombres bestias al verlos regados sobre la maleza se detuvieron a marrar y notaron que dormían plácidamente.
El rey Agonir y su hermano Limgá al ver a los minotauros y centauros tan cerca a sus líneas ordenaron otro ataque con flechas. Una nube de proyectiles silbaban en el cielo que llamo la atención de las bestias; obligándolos a lanzar el mismo conjuro blanco de los pantanos con un grito aterrador.
Las flechas se detuvieron en la mitad del cielo, después fueron cayendo como plumas de colores vistosas sobre la yerba sin producir daño alguno. Limgá dijo pasmado a su hermano:
-¡Jamás vi esto! Las bestias saben verdadera Mabrigia, son un nuevo ejército de magia blanca- expreso Limgá asombrado.
-¡Cállate! Ya hemos vencido ejércitos Mabrigios en el pasado y esta vez lo volveremos a hacer- remarco Agonir a su hermano, pero en su interior estaba tan sorprendido como Limgá. Sabía que los hombres bestias eran poderosos, conocedores de la magia blanca de los Mabrigios, eran rivales de temer y agrego diciendo:
-Sacerdotes Agonistas, ustedes también poseen la magia negra, les ordeno que con sus poderes maten a esas bestias blasfemas. Los sacerdotes corrieron hacia los centauros y minotauros, quienes permanecían a pocos metros. Los sacerdotes comenzaron a gritar “Sortilegios” un humo negro salió de sus manos matando bestias. Ramu quien permanecía lado de Murlos ordeno al segundo grupo conformado por licántropos y faunos para que fueran a pelear.
Los hombres bestias corrieron al encuentro de los sacerdotes y soldados. El rey Agonir al ver que mas oponentes salían de la vegetación le dijo a su hermano que había llegado la hora de marcharse a su escondite en el castillo secreto, para consultar a su dios cual era su paso a seguir contra el ejercito Mabrigio. Los reyes por primera vez después de miles de años aprendieron a huir de una batalla.
Los licántropos y faunos, arremetieron contra los sacerdotes Agonistas usando sus conjuros les dieron muerte. Los soldados solo caían dormidos sobre la maltratada yerba. Murlos y Ramu, notaron que los dos reyes aliados habían huido. Celebraron la victoria con alboroto; estaban orgullosos de sus tropas y concluyeron que la unidad les había dado el triunfo sobre los Agonistas.
Ramu celebraba con su pueblo y Murlos se le acerco diciendo:
-Debo marcharme ahora-, tomo su mano y le confió su amuleto -Aquí está la joya sagrada, guárdala como un tesoro; si no regreso, cerciórate de que las alamas de los reyes aliados sean capturadas dentro del diamante, así te darás cuenta que termine mi misión sobre la tierra- concluyo Murlos.
La alegría de Ramu se esfumo de su rostro, porque Murlos se había convertido en su gran confidente, y no le gustaba la idea de verlo marchar sin saber si volvería a verlo.
-No te preocupes por mí, estaré bien, de ahora en adelante se tu el rey de estas tierras que hemos liberado; usa la Mabrigia para enseñar a los humanos, que muy pronto despertaran del sueño en que han caído. Instrúyelos a respetar los cielos, las tierras, las aguas, los animales; esa será tu nueva misión y a los demás guerreros ordénales destruir todas las imágenes que existen de los reyes en todo este territorio.
Utiliza el castillo de Antuario como tu cuartel. Se sabio con tu pueblo y con los humanos porque despertaran con una mente inocente y libres del maldad. Protege el diamante, llévalo contigo siempre e ilumínate con la meditación- remarco Murlos. Mientras los nuevos Mabrigios celebraban su primer triunfo, se alejo sin despedirse en busca de su destino.
Murlos arribo a la ciudad de Antuario para localizar a sus enemigos en los lugares estratégicos de la ciudad, pero sin mucho acierto. Decidió volver a la colina de donde conoció a los ángeles. Se postro en tierra y comenzó a iluminarse para tratar de localizarlos entre las rutas de energía en el aire; de repente una sonda oscura atravesó el espacio y Murlos pudo detectarlos, su espíritu siguió la señal hasta un gran castillo oculto entre el bosque de las montañas negras. Luego despertó de su estado de meditación, y se puso en pie, para correr por toda la colina en dirección al castillo conocido en la visión. Al divisar el castillo de la montaña negra invoco a los nueve ángeles paraqué protegieran su cuerpo, borrando su identidad a sus enemigos y pasaran desapercibidos sus poderes.
Ahora solo era una hermosa mujer, alta, de ojos verdes y cabellos dorados como el sol de medio día, que caían sobre su espalda, una figura de reina pérdida en el bosque.
El castillo tenía una fachada fantasmal, abandonado, nada acogedor, pero las rusticas puertas que aseguraban la entrada se abrieron ante ella. Dos hombres montados en sus caballos negros la miraron encantados, Agonir al verla sintió quedar preso en su belleza y fue el primero en hablar:
-¿En qué podemos servirte doncella?-
Murlos sintió miedo, no sabía si su conjuro había oculto su identidad con sus poderes y prefirió quedarse callada.
-Que hace una mujer tan atractiva por este bosque y en la puerta de mi castillo- insistió el rey Agonir que empezó a embriagarse con su belleza.
Ella comenzó a sentirse segura al comprobar que su conjuro bloqueaba su energía personal, impidiendo ser descubierta por el rey Agonir y su hermano; por el momento todo le estaba funcionado e hizo una venia de humildad diciendo:
-Perdóneme gran señor, es que vengo huyéndole a la guerra-
Agonir al escuchar su dulce voz, reconoció que su belleza jamás la había visto en todo su tiempo de rey. Detallo sus ojos, sus labios perfectos, su rostro angelical y expreso:
-Nunca había visto tanta belleza, por estas tierras… ¿cómo te llamas?-
-Esmeralda… me llamo Esmeralda- respondió Murlos sin pensar.
El rey sonrió y le dijo amistosamente:
-¡Oh… como tus ojos!-
-Si mi señor, mis padres me dieron este nombre, en honor al color de mis ojos- Agrego confiadamente.
Limgá por fin intervino tratando de romper el galanteo de su hermano el rey.
-Mi señor Agonir, debemos marcharnos, no es el momento adecuado para darnos a conocer-
El rey le interrumpió y dijo:
-Ya lo sé Limgá- sin dejar de mirar a Murlos continuo diciendo:
-Mi hermano tiene razón, mi dulce señorita, este es un lugar peligroso, está plagado de blasfemos que han venido a invadir mis tierras-
-Oh mi rey ¿entonces moriré en este lugar?- pregunto Murlos fingiendo.
El rey aprovecho su “temor” para tomarle de la mano y calmándola le dijo:
-No tengas miedo, yo te protegeré- le dio la otra mano y le dijo -Sube a mi caballo, te llevare a un lugar seguro- indico el rey.
A Limgá no le gusto la idea de su hermano, pero no se atrevía a discutir las órdenes de su señor. Cabalgaron el resto de la tarde y toda la noche, hasta llegar al lugar conocido como “El árbol de las agonía”, el reino secreto de los reyes, que solo unos pocos sacerdotes y soldados de la guardia real podían pisar.
El rey Agonir estaba rodeado de un ejército menguado, pero aun así tenía poder para acabar con medio mundo; su miedo no era perder la guerra, sino morir. motivo por el cual decidió esconderse y huir.
Murlos fue acomodado en una hermosa habitación, a un lado de la alcoba del rey Agonir mas hacia el fondo del pasillo Limgá tomo una habitación. El rey Agonir entro en la habitación de Murlos y le dijo:
-¿Estas cómoda?-
-No mi señor, gracias por ayudarme esta noche, pero mañana tengo que marcharme lo antes posible, porque mis padres y hermanos, no saben de mi suerte-
-No te puedes ir, es muy peligroso, que salgas de estas tierras por ahora; cuando todo esto pase, yo mismo te llevaré a tu familia-
Murlos entendió que el rey Agonir no quería que ella se marchara; su conjuro lo estaba protegiendo totalmente, pero por cuánto tiempo. Era la pregunta que necesitaba saber. El rey se sentó a un lado de la cama, y la miraba intensamente que empezó a incomodarla, y para evadirlo pregunto:
-¿Porque me mira de esa forma?, siento que me voy a sonrojar-
-No… no es nada, solo que estoy pensando en la guerra- disimulo Agonir
-No se altere mi señor, nadie podrá quitarle su lugar en la tierra, usted es un eterno vencedor, no hay quien le haga frente aseguro Murlos.
Agonir sonrió y la miro con buenos ojos y le dijo en un tono de agradecimiento:
--Eres tan hermosa y tan dulce, gracias por tus palabras de ánimo, pero porque nunca te vi antes, no sabía que existía tanta hermosura-
Murlos sonrió tímidamente y respondió:
-Me alagan sus palabras mi rey, otra vez me va a hacer sonrojar-
-¿Eres casada, Tienes hijos?- pregunto interesado el rey.
-No mi señor, nunca tuve tiempo para esas cosas, solo aprendí a trabajar, y cuidar de mis padres enfermos-. Respondió
-¿Donde naciste? Pregunto de nuevo el rey, tratando de hallar conexión
-Soy de Mándala, muy lejos de Antuario- respondió ligeramente
-Jamás he ido a esa población, y me arrepiento de no haberlo hecho-
El rey se levanto de la cama, tomo su mano y mirándola con ternura dijo:
-Que tengas buenas noches, mañana espero seguir hablando contigo-.
-Será un honor para mí – agrego Murlos.
El rey salió de la habitación y quiso aprovechar la oscuridad para comunicarse con su dios junto al árbol de la Agonías.
Murlos, estaba tan cerca del hombre que le había ocasionado tanto daño a su raza. Su plan marchaba a la perfección, estar en el lugar más secreto de la tierra, sin que sus enemigos lo notaran era una victoria anticipada. Recordó a los hombres bestias, su apoyo, sus aventuras, gracias a ellos su misión estaba cerca del fin.
Tenía poco tiempo para lograrlo, sin ser descubierto pero bien valía correr el riesgo o morir en el intento. Las velas se pagaron y pensando en las victorias se durmió.
Desde el ataque de los Mabrigios a los reyes aliados, habían transcurrido dos semanas de completa lucha de creencias religiosas y de territorios. En el castillo secreto del rey Agonir, se sentía un ambiente frio y escalofriante. El rey empleaba todo su tiempo dirigiéndose a su dios para recibir de ultratumba el mensaje para atacar a sus enemigos. El rey Limgá empleaba su tiempo instruyendo las tropas y practicando rituales de venganza contra los hombres bestias. Todo plan que intentaba contra ellos no les resultaba adecuado para llevarlo a cabo. Por último optaron por enviar espías por todo el reino tratando de buscar aliados para rearmar sus tropas; pero los Mabrigios habían empezado a controlar la tierra. Las bestias colocaron sus leyes en lugares visibles donde prohibían la religión Agonista, asistir a sus templos, adorar las imágenes de los reyes, el libertinaje y todo acto considerado pecaminoso. Estos mandamientos fueron recibidos con agrado y se estimulaba a los humanos a tener respeto por los animales, la naturaleza, los ríos y mares, la meditación, el perdón, la ayuda mutua, desechar la muerte, respetar la vida y el vegetarianismo.
Todas estas recomendaciones ofrecidas por las enseñanzas Mabrigias mostraban un camino nuevo, sin contaminación, para que los humanos pudieran vivir mejor sobre la tierra.
Murlos representaba a esmeralda en el interior del castillo secreto del rey Agonir. Pasaba horas en su habitación pensando en su plan de libertad. Recordaba el diamante sagrado, los ángeles de la iluminación, los duendes, los dioses, a su gran amigo el rey Balzac, a Ramu el líder de los Minotauros, en los hombres bestias, sus aliados poderosos.
Lagrimas rodaban lentamente sobre sus mejillas para “desfigurar” su rostro por la tristeza. Además el miedo a ser descubierta por el rey, mezclaba un coctel de fuertes sentimientos que no le permitían estar en paz.
Una noche tomo la decisión de meditar e invocar a los nueves ángeles y a sus dioses para calmar su miedo. Porque necesitaba mantener su calma en los mejores niveles para no ser detectada por la malicia del rey Agonir; quien la acecha sentimentalmente.
Unos golpes suaves se escucharon en la puerta de su habitación, Murlos se levanto a abrir y se encontró con la mirada “dulce” del rey Agonir:
-Que sorpresa mi señor, por favor siga- invitó Murlos
El rey entró y se acomodo en la cama diciendo:
-Siento unas energías de tristeza ¿Por qué has estado así?- pregunto
-Estoy bien mi señor el rey, solo un poco de incertidumbre por mi familia y la gente de mi pueblo- respondió Murlos.
-No tienes porque estar triste por ellos, mis informantes me han dicho que ese grupo de blasfemos, no están matando a las personas, si no despertándolos a su fe, para ganar su confianza convertirlos a su falsa religión- Agrego con desagrado el rey.
-¡Esa es una buena noticia mi señor!- exclamo Murlos con alegría.
Levantándose el rey de la cama, la tomo de la mano y le dijo:
-Ven acompáñeme. Te llevare al sitio más importante de este castillo-
Después de subir y bajar escaleras, llegaron a la plazoleta donde estaba plantado un árbol negro.
-Qué clase de árbol es este, nunca había visto algo así- dijo Murlos con recelo
-Es el árbol de las agonías, aquí me arrodillo a consultar a mi dios, que debo hacer con mis enemigos y mi reino-- dijo Agonir
-¿Y quién es tu dios, mi señor?- pregunto Murlos con incredulidad
Agonir la miro con ternura y dijo:
-Es un espíritu que tu no conoces, ni podrás entenderlo, porque eres muy inocente y hermosa, solo te puedo decir que es mi lugar sagrado donde han surgido todas las grandes ideas de mi imperio, que ha puesto al mundo a mi voluntad.-
Volvió a tomarle de la mano y se lleno de decisión para declararle algo que le agobiaba desde el día que la vio respiro profundo y débilmente le dijo:
-Sabes desde que te conocí, siento cosas que no se explicar- Murlos comenzó a sudar temiendo ser descubierta y morir -Siento que mis manos se mojan y mi respiración se corta, veo el mundo de otra manera, como si las cosas comenzarán a tener sentido para mí-.
Murlos respiraba tranquila y trato de seguir el drama -Nunca antes me había sentido tan extraña--, Agonir se acerco mas a ella, y con sus manos tomo el bello rostro de Murlos --Esmeralda, tu nombre y tu imagen se han grabado en mi mente, te veo en mis sueños, y al despertar cada mañana, no veo que hace realidad lo que por ti siento- la miro fijamente al tiempo que apretaba su rostro, tratando de no dejarla escapar
-Te amo esmeralda, como nunca lo había sentido, porque nadie me enseño amar, millones de años sin sentir el amor y ahora tu, me cautivas con tu belleza… te amo, así nada mas… te amo-.
9
LA BODA DEL REY
El amor de rey Agonir y de esmeralda parecía tan puro, que en poco tiempo tomaron la decisión de unir sus vidas para siempre, lo que el rey desconocía, eran los verdaderos sentimientos de la futura reina, que solo esperaba la ocasión, para cobrarles sus delitos del pasado.
Fue así que en pocos días todo estaba listo para celebrar el matrimonio real. Se había escogido el mismo salón donde los reyes aliados se reunían para diseñar sus impiedades al mundo y para terminar la guerra contra las bestias con la balanza a su favor. Había flores blancas por todo el recinto, cintas de colores, hermosas cortinas y cincuenta seis invitados a la boda. Habían empezado a llegar y a ocupar los mejores lugares para no perderse ningún detalle. Había generales, sacerdotes, y su hermano el rey Limgá. Luego entro la novia acompañada de una corte distinguida al sonido de una delicada melodía que inundaba el salón. Un hermoso vestido blanco, adornaba el cuerpo esbelto de Murlos, traído de lejanas tierras para la reina. Todos los invitados permanecían sentados con solemnidad viendo el paso lento y decisivo de la novia. El rey Agonir no cabía de la dicha, asombrado pensó que este día jamás llegaría.

Y ahora se cumplía en un evento especial para los dos. Al fondo del salón, cerca a una serie de ventanales que permitían entrar el brillo del sol, se había dispuesto un hermoso altar forrado en oro puro, montado sobre unos tapetes rojos, que adornaban el lugar. Sobre el altar improvisado, había un libro con hojas negras, donde el sacerdote supremo, de la religión Agonista hojeaba para la boda.
De frente al pulpito esperaba el rey Agonir de espalda a sus invitados hasta que llegara la futura reina. Vestido con un hermoso traje color gris,
Que lo hacía lucir más joven a pesar de los novecientos noventa y seis años de vida sobre la tierra. Al fondo detrás del altar, había velones gigantes, al lado de un majestuoso candelero que impactaba el lugar, con sus lenguas de fuego. Los violines recreaban los oídos de los asistentes con deliciosa melodía. Ya de cerca a él, la vio divina, jamás pensó verla tan hermosa como este día, estaba perfecta y solo esperaba la orden del sacerdote, para ser declararlo el esposo de una doncella que compartiría la vida con él.
El sacerdote Yamanu, poso su mirada en la pareja, mostrándoles una complaciente sonrisa. Un hombre delgado, alto, de avanzada edad, vestía una sotana dorada con una capucha color cristal, preparaba las palabras para iniciar la boda. Luego invitando a todos ponerse de pie, llamo también a los novios, quienes se pararon frente al altar de oro. El sacerdote Agonista empezó diciendo:
-Estamos aquí reunidos, para unir en matrimonio a nuestra gran rey Agonir, con esta apuesta doncella, que ha logrado cautivar el corazón de su majestad-.

Luego de unos minutos el rey Limgá, desesperado deseaba que terminara la boda, para que el rey se concentrara en apoyar la guerra contra las bestias, los asistentes también se notaban aburridos, ante el discurso matrimonial del sacerdote, cambiándole el sentido a la boda por la de un funeral. El momento de la unión llego y el sacerdote pregunto al rey Agonir:
-Su santidad, ¿acepta como esposa a Esmeralda Sergei para amarla, cuidarla y respetarla para toda la vida?-
El rey sin dudarlo y con gran emoción respondió:
-Sí acepto-
Después el sacerdote se dirigió a Murlos y le pregunto:
-Esmeralda Sergei, ¿Aceptas como esposo, al rey Agonir, para amarlo, cuidarlo y respetarlo para toda la vida?-
El rey trataba de sacar, un sí de la boca de Murlos, pero ella callaba y toda la audiencia noto el tiempo que demoraba en responder. Luego Murlos levanto la mirada, para dirigirla al sacerdote. Luego miro al rey Limgá, por ultimo miro al rey Agonir y le respondió:
-¡No… no lo acepto!-
Un fuerte murmullo rompió el eterno silencio de la larga espera, Limgá se levanto de la silla, para consolar a su hermano Agonir, que se derrumbaba sin entender lo que pasaba.
Murlos miro de nuevo al sacerdote, pero esta vez lo miro con ojos de duende; que se apuntaron como flechas hacia al monje, quien estaba aferrado al libro negro, pero un grito de guerra desgarro el alma de Murlos diciendo:
-Conjuro de iluminación-
De los dedos de Murlos, brotaron sendas ráfagas de energía, que impactaron el cuerpo del sacerdote, eliminándolo de la boda.
Limgá adopto una defensa con sus manos acompañado de un grito mágico:
-Sortilegio de contra ataque-
En pocos segundos toda la habitación, estaba atestada de sacerdotes Agonistas y soldados fieles al rey. Murlos para evitar el ataque, salto sobre los invitados, hasta alcanzar los ventanales.
Limgá y los sacerdotes lanzaban ataques diciendo palabras neutralizantes:
-Sortilegios de tinieblas destrúyanlo-
Murlos en posición de defensa coloco sus manos en cruz y grito con furia:
-Conjuro de iluminación, anulen los poderes oscuros-
La energía blanca de Murlos, atravesó la energía negra del enemigo matando a todos los sacerdotes e invitados, más no a los reyes aliados que se protegieron con una coraza mágica de color negro.
Agonir no atacaba, estaba neutralizado por las palabras negativas de Murlos; se veía destrozado por el desamor de su reina, que lo hirió sin consuelo, menguando sus fuerzas y poderes. Limgá al lado de su hermano le dijo con asombro:
-Mi señor, una mujer Mabrigia e iluminada, ¿lo puedes creer?-
Agonir le respondió con una voz agonizante:
-Mátala, porque yo no puedo, mi corazón está atado por fuerzas poderosas de amor, y ese amor que le tengo, me roba los poderes para acabarla-
-Yo la enfrentare con mis poderes- asevero Limgá con furia.
Murlos flotando sobre los muertos, al escucharlo dijo con fuerza:
-¿Un humano iluminado?, no tienes ni idea de quién soy-
-No quiero saber quién eres, pero voy a eliminarte- respondió Limgá
-Soy Murlos y he venido a que paguen por sus maldades- advirtió con fuerte voz masculina.
Agonir al escuchar el nombre de su enemigo, se incorporo tratando de recuperar las fuerzas perdidas y le pidió a su hermano ayuda diciendo:
-Cúbreme mientras voy al árbol de las agonías, a recuperar mis fuerzas-
El rey pudo huir entre los pasillos del castillo, mientras Limgá se atrevía a enfrentar a Murlos quien lo esperaba en la mitad del salón levitando.
-Sortilegio derrota a mi enemigo- grito Limgá a su adversario.
Murlos evito el ataque de poderosas descargas de energía y le dijo:
-Solo estamos tú y yo, y ahora recibirás tu castigo Limgá-
-¡Morirás duende!- riposto Limgá con odio
-Conjuro de luces destructoras pulverícenlo- dijo Murlos sonreído.
Un poderoso rayo cargado con millones de voltios salió de las manos de Murlos, cruzando el espacio del salón a gran velocidad, impactando el cuerpo del rey Limgá, quien grito palabras de ataque:
-Protéjanme danzadores de la muerte-
Otra descarga de igual poder salió de Limgá enfrentando la furia, formándose una explosión violenta. Murlos deseaba tener en su poder el diamante sagrado para acabar con su misión de libertad, de una vez por todas, pero era el momento de mostrar sus capacidades de lucha y heroísmo. Se veía imponente revelando su fuerza, mientras Limgá mostraba agotamiento y buscaba refugio entre los muros.
-Hoy morirá el cuarto rey de los aliados, no te escondas, enfrenta tu castigo con honor-Murlos flotaba buscando el escondite de Linga y al descubrirlo dijo:
-Conjuro de luces, acaben con mi adversario- otra vez millones de chispas blancas salir del cuerpo de la mujer que Murlos utilizaba para protegerse.
-Sortilegio y danza de la muerte, peleen por mí-
La danza de la muerte que en otros tiempos tenía gran poder de destrucción, esta vez no pudo evitar que las energías concentradas, atravesaran el cuerpo de Limgá, acabando con su vida.
Inmediatamente el alma de Limgá, comenzó a desprenderse de su cuerpo y seres justicieros llevaron su esencia retenida a la cárcel del diamante, que ahora estaba en manos de Ramu: quien pudo notar un nuevo punto negro en la joya, entendiendo así que Murlos estaba vivo luchando por la libertad de todos.
El cuarto rey estaba muerto, rápidamente Murlos atravesó el castillo, hasta llegar al árbol de las agonías, donde encontró al rey Agonir en medio de la oscuridad, sentado sobre las raíces y le grito:
-Luces de los ángeles inmortales cumplan su misión, destrúyanlo-
La descarga de poder estuvo a pocos centímetros de la humanidad del rey Agonir, pero el conjuro se detuvo repentinamente y giro en dirección contraria y se devolvió hacia Murlos, golpeándolo con gran fuerza dejándolo mal herido. Agonir se levanto del suelo con una risa burlona y diciéndole con ironía:
-¡por fin te veo reducido a nada!- la voz de ultratumba alerto a Murlos que se incorporaba lentamente.
-¿Tu quien eres?- pregunto desconcertado.
-Un largo camino he recorrido para poder estar aquí; me preguntas quien soy… pues soy el decimo ángel, quien daño los corazones de los cinco reyes aliados.
Les enseñe la codicia, la maldad, el desamor. Soy el culpable de todas las guerras que acabaron con tu raza de duendes y soy el autor de tantas muertes inocentes en la tierra.-
Para Murlos muchas cosas empezaron a tener lógica, entendió que Agonir era usado por el mal más dañino del universo, engendrado por este ser desalmado. Luego volvió a escuchar la voz de ultratumba que decía:
-Las profecías por las que luchas las escribí yo y sé lo que significan; solo una me fue negada su interpretación y concierne a ti; una que reza sobre un ser que se arrastra y esparcirá el mal sobre la tierra, esa profecía me quitó el sueño. Todas las matanzas de los niños duendes las inspire para borrar tus generaciones, las masacres de hombres a manos de los reyes también son de mi autoría; pero solo fueron enfrentamientos para crear este día, donde un rey desesperado utilizaría su magia negra para traerme a la tierra donde siempre he debido estar.- luego rio un poco con malicia y continuo diciendo -fue un buen chiste saber que tuviste que enamorarlo, ha sido la mejor de mis ideas, nunca sospecharon que toda esta novela la escribí yo, para lograr salir del interior de la tierra-
Murlos se sintió usado desde el comienzo, todo había sido una trampa para que el decimo ángel saliera de la ultratumba, a costa de una lucha de poderes entre magias. Murlos sintió rabia y miedo a la vez, al tiempo que el decimo ángel alzaba sus manos para dejar salir descargas de energía. Luego acercándose al duende vio que estaba mal herido sobre el piso y le dijo:
-Por los poderes que destruyen al mundo te ordeno… que mueras-
Una reacción súper poderosa salió de sus ojos que atravesó el cuerpo de Murlos, quien murió instantáneamente. Luego se escucho una macabra risa que retumbaba las paredes del castillo y finalmente dijo:
-¡La cárcel de ultra tumba no me pudo detener, soy libre!- Una risa estrepitosa hizo temblar aquel lugar.
El decimo ángel ignoraba que Murlos no estaba muerto, la vida estaba escondida en el cuerpo de Javu; pero un movimiento involuntario revelo que había una segunda vida oculta en las entrañas de la mujer y dijo:
-Segundo sortilegio acabalo- una oscura energía recayó sobre el cuerpo de la mujer penetrando sus entrañas acabando esta vez con la existencia de Murlos. Seguidamente el decimo ángel se agacho y coloco su oído en el pecho de su víctima para detectar señales de vida y al comprobar su deceso dijo tranquilamente:
-Tantos años han pasado para estar aquí, mi religión de tinieblas dominara el mundo y todos los hombres me adoraran y todo aquel que se oponga a mis planes morirá-
Luego una luz incandescente ilumino la plazoleta del castillo y el día se hizo más claro; descubriendo la identidad oscura del decimo ángel. De repente se fueron formando en el aire las imágenes de nueve seres que tenían hermosas coronas de oro sobre sus cabezas y después se escucho una voz que preguntaba:
-¿Por qué crees que te llamas el décimo ángel?- pregunto el ángel mayor
-Acaso ¿hay otros ángeles después de mí?- respondió con otra pregunta.
Los nueve ángeles respondieron a una voz:
-tú eres el ultimo ángel de nuestra creación, pero quisiste ser el primero por tu soberbia y orgullo. Pero nosotros quisimos que estuvieras preso para evitar que continuaras haciendo tantas cosas malas, lastimando a los mundos. Hoy celebras tu llegada a la tierra, eso también forma parte de nuestra voluntad, porque por tus propios planes te has ganado el castigo de perder el titulo de ángel que ostentas. Ha llegado el tiempo de premiar a quien se merece ocupar tu lugar en nuestro reino, y ese ser ya existe para nosotros-.
El ángel rebelde levanto sus manos para atacar a los nueve ángeles con palabras mágicas, pero sus poderes habían desaparecido de él.
-Tus poderes no funcionan contra nosotros y queremos que sepas que la amargura se apoderará de ti y entenderás el poder de la profecía, porque te espera una vida donde te arrastrarás sobre la tierra.-
El decimo ángel despojado de sus poderes, sintió miedo y corrió a refugiarse al árbol de los lamentos. Los ángeles por su parte se acercaron al cuerpo de Javu que contenía el alma inerte de Murlos. El ángel Yumalí extendiendo su mano sobre el cuerpo de la mujer con unas palabras secretas que traducían así:
-Despierta niña que duermes y abre tus ojos Murlos; porque ya sabemos que eres digno de recibir el titulo de honor como ángel de luz-.
Javu abrió lentamente sus ojos, su piel comenzó a restaurarse hasta quedar sin heridas, y a su lado pudo observar a un pequeño duende iluminado, que también despertaba de su sueño.
Javu se incorporo y llena de sorpresa tomo la mano de Murlos y dichosa le pregunto:
-¿Tú eres?-
-Sí soy Murlos, al fin pudimos conocernos, aunque ya sabias de mi porque viví en tu cuerpo por todo este tiempo- interrumpió Murlos con alegría.
-Sí… recuerdo todo lo que hemos vivido y me resulta fascínate-
-Hoy se hace realidad todo aquello que soñábamos- agregó Murlos con un tono de victoria
El ángel mayor sonreía plácidamente escuchando las palabras del reencuentro de dos héroes y a manera de promesa le dijo a Javu:
-Eres una mujer que has mostrado ser una verdadera Mabrigia, ahora ve a tus amigos para que te conviertas en su reina, alimenta su fe, porque vendrán tiempos más difíciles que ellos necesitaran vencer-
Javu se levanto y abrazo a Murlos con fuerza, después de una significativa mirada, soltó lentamente su mano y se alejo. Los ángeles se fueron desvaneciendo en el aire ante la mirada perpleja de Murlos, El decimo ángel, estaba despojado de su titulo que jamás recuperaría y le tocaba conformarse con saber que Murlos era el nuevo elegido.
-Estoy confinado a vivir en un ser que se arrastra, pero no será por mucho tiempo, porque me liberare para vencerte- la voz provenía del cuerpo maltrecho de Agonir, debajo de una aura negra que lo envolvía; luego se desprendió y se marcho sin que Murlos hiciera algo para detenerlo.
El cuerpo de Agonir inmediatamente empezó a envejecerse, volvió a retomar su conciencia y en su mirada se reflejaba un ser débil y enfermo. Murlos le pregunto:
-¿Cómo te sientes Agonir, que tienes que decir de todo esto?-
-Estoy feliz de ser quien soy. He recobrado mi cuerpo, solo fui un títere de seres superiores a nosotros-
-Crees que estas en condiciones de pelear conmigo y saldar nuestras deudas- volvió a preguntar Murlos un tanto desafiante.
-No puedo pelear contra ti… tus poderes angelicales son más poderosos, recuerda que soy solo un humano- aclaro Agonir.
Murlos levanto su mano, he hizo una señal con sus dedos en forma de triangulo y en tono de misterioso dijo:
-Que desde ahora este castillo sea tu cárcel y sea quitada tu eterna juventud, tus días serán contados y serás como cualquier mortal esperando el tiempo de su muerte natural-
Agonir fue perdiendo las últimas fuerzas que los sostenían en pie, su pelo se volvió canoso, su piel se lleno de arrugas, su cuerpo se fue encorvando, hasta llegar al piso. Adopto la posición de loto y dijo con voz temblorosa:
-Sé que me quedan pocos años de vida, solo tengo un deseo y espero que se me cumpla, y es de volver a ser un buen Mabrigio, así como tú me enseñaste cuando estábamos cautivos en el sótano del castillo de Balzac-
Murlos no pudo contener las lágrimas y poniendo su mano en la boca del anciano le dijo:
-Nunca es tarde para volver a empezar a practicar el bien y conseguir tus sueños, solo disponte a lograrlo y vencerás-
Murlos empezó a desintegrarse en el aire, el brillo de su cuerpo ilumino el árbol de hojas negras. Después salió en busca de los nueve ángeles que ahora estaban completos en el universo para protegerlo.
Desde aquel acontecimiento misterioso, los años se encargaron de borrar el dolor de los humanos, los duendes y las bestias. Javu convertida en reina sobre la tierra, gobernada con amor y sabiduría.
Las bestias eran su ejército de paz, comandado por Ramu que junto a su familia, siempre permanecieron a su lado.
La joya sagrada aun conservaba los cuatro puntos negros en su interior y el alma envejecida de Agonir luchaba por sobrevivir a los achaques de su vejez. Muy lejos, debajo del árbol de los lamentos, el anciano convertido en mabrigio respiraba sus últimas bocanadas de vida, mientras el diamante desesperado, mantenía sus puertas abiertas al quinto rey que viviría condenado en su interior. Con su muerte rompería las cadenas que devolvería a los duendes de nuevo a la vida.
Javu volvió a la tumba de sus padres, para honrarlos en su lucha por conseguir la paz, que fue tan esquiva para ellos en su momento. Ahora el pueblo aprendía la importancia y el sentido de la palabra amor, respeto y unidad. Una nueva era había comenzado bautizándola con el nombre de “los nuevos mabrigios”. El número de templos era incontable, dirigidos la gran mayoría por hombres respetuosos de la creación.
Mientras esto se desarrollaba para el bien de todos, en un lugar no muy lejano, se organizaba una mesa. La serpiente Cénsala daba inicio a la reunión leyendo la profecía antigua de las bestias, diciendo:
-“Si el amor escondido sobre mentiras a de vencer y ha de embriagar al más grande de los cetros; el mal dormirá entre milenios”-- levantó la mirada tratando de encontrar entendidos entre los asistentes y continuo diciendo --Esta profecía fue escrita por mí, para terminar con la más grande de mis amenazas, pero no ha sido así. pero hay otra profecía escrita por los dioses que afirma; la existencia de un ser que se arrastra esparcirá la semilla del mal sobre la tierra.-







Texto agregado el 09-07-2016, y leído por 107 visitantes. (1 voto)


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