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Cuentos que no son cuentos

Llegaste tarde

Yo sé lo que tú no sabes siendo como soy el joven de ayer. Tú eres el viejo de mañana y allí está mi ventaja. Tengo la fuerza de la experiencia, el vigor de la moral enhiesta. Y unas ganas de vivir que ya quisieras. Soy el dueño de una vida forjada. Te diré con entereza, sin declararme vencido: mientras la matas con los ojos por tu juventud insolente, yo, por ella, doy la vida. Aun así… joven rival, te estremeces viéndome con ella y hasta darías la vida por mi muerte.

La mujer que tú pretendes tiene dueño. Acostúmbrate a respetar lo que no es tuyo y menos a fuerza de egoísmo. Este no es asunto de edades o de preferencias. Nos amamos sin alternativas. Mis ojos miran y admiran su alma que no está hipotecada a ningún interés. Si fueras capaz de entender tu realidad, no estarías mendigando mi retirada.

En esta disputa nuestra… todo el viento está a tu favor. Ella soportará dolores, beberá sus lágrimas y te seguirá enceguecida, porque tu audacia podrá más aunque yo le ofreciera amor y placer y riquezas y hasta gloria. Sin embargo, no he perdido la esperanza. Te adivino vacilante y majadero en medio de la locura de tus afanes y al centro de tus ambiciones e inquietudes. Todo en ti, para ella, es sólo una lotería. Mientras que a mi edad madura, hasta mis ilusiones se agrandan para entregarle algo más que felicidad.

Tu ofrecimiento, en efecto, tiene sabor a placer, riqueza y hasta gloria. Yo le ofrezco el amor verdadero, con toda la energía de una fuente que con el tiempo se convertirá en un mar hacedor de vida y constructor de una familia trascendente. Ella, a mi lado y con nuestros hijos será feliz por siempre.

Tú eres un cascarón con buena presencia, pero con gran vanidad y soberbia. Yo sé que ella te mira y se desvanece y hasta se estremece cuando tú la miras. Sin embargo, esa flor, para ti, será una más del jardín. La arrancarás, la destruirás y la pondrás en el suelo y hasta la profanarás si acaso es enorme tu infamia. Cuando tal acontezca...yo no podría evitarlo porque estaría lejos. Hoy, sin embargo, estoy a tiempo.

No es verdad lo que dices. Nuestro amor, tiene la riqueza de la plenitud espiritual que nos une de por vida y ninguna sombra eclipsará el fuego de la pasión que nos abriga. No tienes derecho a calificar ni mis actos ni los de ella, porque todo lo que hacemos tiene integridad y calidez. Somos jóvenes, es verdad, pero nuestro amor tiene la madurez del sol que alumbra hasta cuando se ausenta.

No me importa lo que pienses ni lo que ella diga. Te reto a conquistarla con las artes de una desprendida verdad. Dile que andas de paso por su esquina. Explícale que hay más de una dríada en tu disoluta juventud. Ella, como buena hija de la naturaleza, necesita empezar desde el principio. Si estás dispuesto a escuchar mi propuesta, usa tu astucia y mocedad... busca tu destino y deja el camino suelto para que yo lo transite con serena armonía. Porque ella, con todo lo que es de inocente, precisa de un brazo diestro, fuerte y sereno que la conduzca con paz y con tino. Ella debe beber de un manantial que le quite sed y le brinde seguridad y equilibrio.

No hay verdad más honda que vivir fortalecido por el decoro. El amor nuestro es el flujo del presente que no reconoce pasado ni se protege con el futuro. Nuestro amor es lumbre que se encendió de pronto y permanecerá iluminada con la fuerza de nuestro amor. Juntos somos un solo cuerpo y un solo espíritu que da vida a la comprensión y luz a la razón.

Mientes con descaro o te escondes en palabras que surgen de tu entusiasmo juvenil. Ella, en ti, solo ve la superficie de tus manos de seda que no saben lo que es trabajar porque vives de la propinas de tus padres. Las mías están callosas y mis años son fortaleza. Tú, solo tienes bríos que los desbordas sin ahorrar. La eficacia de tu vigor se apoya en tus abriles sin reservas. Y ahora, te pido que te marches...sin tocarla. Si lo haces en silencio yo te haré llegar mis bendiciones que junto al cúmulo de nuevas emociones te servirán para hacerte un hombre de verdad. Arranca ya, joven amigo, imberbe rival. Lleva tu intrepidez adelante y no regreses ni con la mirada.

La envidia te corroe y la impotencia te destruye. Quieres suplir tus carencias con el dinero que exhibes y las vivencias que alardeas. Aunque cuidas tu verbo, me miras con odio e inventas pretextos para quitarle el derecho al amor a la juventud. No tienes en cuenta que el planeta está poblado de hogares que se forjaron en el fuego de la juventud. Lo siento por ti. No tengo por qué asumir tus penurias. Perdiste mi amigo; llegaste muy tarde.

Texto agregado el 08-07-2016, y leído por 83 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
09-07-2016 Un texto bien estructurado que llega a buen puerto. Saludos! TuNorte
 
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