Muy lejos la noche, noche sin fin.
El perfume en la piel aún continúa,
por encima de las voces apagadas
un hombre va y viene solo. Me veo.
Ahora nadie está pendiente. Duermen.
Es estrecho mi cuarto, cortinas cerradas,
una sombra se escamotea en la niebla,
voy y vengo sin descanso. Anhelante.
Nadie transita allí afuera, en la calle,
hay nubes blancas y opacas en el cielo,
tranquila y secreta la sombra me sigue.
Por favor trata de venir nuevamente,
no descubro donde perdí mi tiempo.
En el espejo, mi figura y tú reflejo
recíproca clemencia ambos se brindan, allí,
donde los dos mutuamente nos miramos
entre caricias y manojos perfumados,
en las horas de la tarde clandestina.
La noche no impidió la consumación,
con tu cabellera húmeda en mis brazos,
de la experiencia interior, emotiva,
que nuestros cuerpos unidos nos brindaron.
Ahora la noche sin fin. Lejos de ti, la noche. |