Dedicado a Jules Le Beau, porque me cae bien el pibe, y me da la gana dedicarselo

***

-¡Michel! -oigo que dicen-. ¡Michel! ¡Espera!

"¿Se dirijen a mi?"

-Qui? -"¿Francés?".
-C'est moi, Marie- me contesta una chica de alrededor de 16 años. Tiene los ojos más verdes que jamás haya visto, y una larga melena pelirroja, que hace que las pocas pecas que florecen en su cara resalten su hermosura, a juego con su esbelta figura, que rompería todo canon de belleza.

-¿No deberías estar cambiándote? -me dice-. ¡Bueno, venga, te acompaño a tu casa y te cambias!

"Uhm... Eh... ¡Vale!"

Marie, me lleva hasta un edificio, donde me dice que 'vivo'. Miro mi carné de identidad, y lo confirmo: vivo en el cuarto.

Subo y abro la puerta. Por suerte no hay nadie. Me dirijo a una habitación. "Mi instinto dice que ésta es la correcta." Abro la puerta y... ¡BINGO! ¡La habitación de un adolescente problemático! Me miro al espejo del cuarto de baño... "¡Ése no soy yo!" El reflejo que me devuelve el espejo no es mío, sino de Michel Marceaux, parisino, dieciséis años...

"¿Qué pasa aquí?"

-¡Vamos, Michel! ¡Qué tenemos que ir a la fiesta de Alice! -oigo gritar a Marie.

"Me pongo lo primero que vea..."
Ya estoy bajando. Ahora que lo pienso... ¿Marie no será la novia de Michel Marceaux? Y, ¿éste tío no está muy pálido y frío?
"Muy raro."

-Perdón por la tardanza -le digo a Marie. Parece emocionada.
-Esa camiseta... ¡Te la regalé yo la semana pasada! -dice entre lágrimas-. Temía que no te gustara...
-¿Qué dices? Es preciosa, chère, gracias por regalarmela -la digo. Acto seguido, la doy un beso en la mejilla.
Se ha quedado sorprendida... De repente me abraza. Y llora.

-Nunca has hecho eso. ¿Por qué ahora sí? -me pregunta, entre sollozos.
-Porque he cambiado.

Al poco rato, se separa de mí, me da la mano, y echamos a andar en dirección al metro. Cada vez se pega más a mí; la miro extrañado y ella me sonríe. La devuelvo la sonrisa.

El metro está casi vacío a estas horas. Nos montamos y nos vamos en dirección a la fiesta de Alice.