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Inicio / Cuenteros Locales / SOFIAMA / EL CORAZÓN Y EL ARTESANO DE LAS LETRAS

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El Corazón estaba tranquilo, de pronto, unos sonidos cantarines se oyeron en su tejado; se quedó quieto, levantó la vista y vio que una lluvia de letras se colaba por una rendija del techo. Sorprendido, ante tan inusual evento, corrió y las atrapó entre las manos. Las observó. Metáforas, cual icebergs resplandecientes se formaban entre los dedos. Las arrulló tiernamente y las anidó en un rinconcito importante de su reino.

Al día siguiente, una fresca brisa tocó a su ventana; apurando el paso, la abrió de un solo golpe. Un rocío de nuevas letras le bañó la cara y las recogió como pudo. A medida que las acunaba, se formaban símiles hechizantes. El Corazón abrió los ojos desmesuradamente, su alborozo era inocultable. Estaba descubriendo que no necesitaba de hechiceras para quedar embrujado.

Las letras seguían entrando por los diferentes espacios del Corazón: por su puerta, por las rendijas de las paredes porque siendo un corazón maduro, siempre había algo que reparar. Las letras seguían llegando y llenándolo y mientras las recogía y las cobijaba, el Corazón no dormía, la emoción lo enloquecía. Su alegría desbordaba como si los vientos arrastraran lluvias de esperanza y lo hiciera penetrar a un mundo de ensueño. Embelesado, fue recopilando las letras, y un libro se plasmó. Sin embargo, no dejaba de repetir.
- ¿De dónde vendrán?

Un día se presentó un señor. ¡Era todo un caballero! Gentil, como en los cuentos de hadas. El Artesano de las Letras dijo llamarse y se identificó a plenitud. El Corazón quedó más fascinado que nunca ante el carisma arrollador de tan deslumbrante señor. Seducido, empezó a enamorarse de su artífice de letras.

El Artesano de las Letras regalaba al Corazón sonrisas transparentes como olas de un limpio mar. El Corazón henchido empezó a hacerse todo un mundo de ilusiones y decidió dejar sus venas y arterias abiertas completamente para que las letras llegaran directas y recorrieran todas las fibras que formaban su músculo, que él creía fuerte. Los grafemas seguían llegando. Unas veces eran vehementes como un allegro con brío, y el Corazón explotaba de felicidad como si incisivos acordes fueran tocados por una orquesta famosa. Otras semejaban letras cantadas por clarinetes y fagots, sobre un acompañamiento de cuerdas que, al principio, al Corazón le parecían tenues y discretas; luego, hilvanadas en oro y plata formaban versos que adquirían un carácter triunfal en lo más intimo de ese corazón, como si todos los instrumentos que formaran la orquesta los repitieran, y la obra concluyera apoteósicamente con una serie de vigorosos acordes. Así, se sentía el Corazón de feliz.

Un día, las letras dejaron de llegar; y si llegaban, carecían del lirismo del principio. Parecían, más bien, notas descendentes semejando lamentos que escapaban como suspiros arrastradas a gran velocidad y con mucho apuro por el viento.

El Corazón desconcertado no entendía qué pasaba. El libro que se había plasmado, desaparecería; las letras que contenía, se desvanecían; y las poquitas que quedaban, ya no tenían el sentido de antes. Se desdibujaron todas las letras, hasta que sólo quedaron las portadas del libro porque, incluso, las páginas desaparecieron.

Encarando al Artesano de las Letras, el Corazón le preguntó qué había cambiado para que sus letras dejaran de llegar. Él, que conocía bien su oficio y manejaba con astucia la palabra, le dijo.
- ¡Hay que actuar conforme al orden natural de las cosas!

El Corazón no entendió y arrugó el entrecejo. El Artesano de las Letras, buscando las palabras más adecuadas, le explicó.
- No debes preocuparte mucho si te llegan las letras o no. Ellas deben fluir de forma natural; hay que ajustarla al momento y a la oportunidad de comunicación. Es imprescindible que todo proceso surja de manera natural. Si dejamos de ser naturales, las letras dejarán de ser maleables, entonces, nuestros conceptos más arraigados sobre lo que es natural, comenzaría a cambiar y hasta las cosas más sutiles se podrían alterar…

El Corazón seguía sin entender. Dos lagrimones cubrieron su rostro mientras la palabra “natural” no dejaba de revolotear, cual mariposa desorientada, a su alrededor. El Artesano de las Letras, sin notar cómo sufría el Corazón, seguía con su interminable discurso. Resignado y aún creyendo en su hacedor de letras, el Corazón se sentó sereno, dispuesto a respetar el orden natural de las cosas.

Pocos días después, el Corazón salió a pasear por el bosque. Necesitaba meditar y por experiencia sabía que las mejores respuestas, hasta de las cosas más fantasiosas, se encontraban bajo el amparo de los árboles. Recostado al tronco de un viejo roble, escuchó el susurro de dos Corazones que se contaban sabrá Dios cuántos secretos. Prestó atención, y un Corazón le decía al otro.
- Yo estaba tranquilo y, de pronto, escuché un ruido que entraba por mi tejado. ¡Eran letras! ¡Eran letras! – Repetía, extasiado. Cuando tocaban mis manos, se formaban metáforas, cual elixir mágico de los poemas.
El otro Corazón preguntó.
- ¿Y… quién te las regala?
- Dijo llamarse El Artesano de las Letras. ¿Y… sabes? ¡Son tantas las que me obsequia que se está llenado un libro con ellas!

El Corazón herido había conseguido la respuesta a lo que no entendía. Regresó a su morada y abrió las portadas de lo que había sido su libro adorado. Se recostó sobre ellas, y sus lágrimas dibujaron unos grafemas ensombrecidos que decían: hay cicatrices profundas que torturan, como latigazos de amarga indiferencia, derrumbo tu recuerdo y limpio el rastro porque ni que vuelvas a resurgir de los escombros, reharé mi amor entre tus letras.

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Reeditado

Texto agregado el 01-07-2016, y leído por 1682 visitantes. (49 votos)


Lectores Opinan
20-08-2017 Todo fondo y forma. Tu talento tan grande como tu generosidad. 1010 filiberto
23-04-2017 En este mundo están las/os hechiceras/os que con dulces palabras hacen zozobrar a los corazones, es su especialidad. Cuidado, el mundo está sembrado de ellas/os . Un abrazo FerdiCartago
20-01-2017 *****Estrellas y más estrellas por ese final, gracias. Solo_Agua
02-01-2017 Ese mal de ausencias se relame en ese corazón -cuento. Redimir es exfoliar los dolores para que sane las heridas. ¿Quién habrá sido el maldito que sumió al ostracismo a mi bella musa? Curar el alma es renacer entre las letras. Estoy contigo amor Sofi. Amada virtual. Gracias x volver. Danny. deojota51
04-12-2016 ¡Muy bello tu cuento! Mucha imaginación, imágenes que visibilizan el cuento. No pude dejar de leer los comentarios que te dejaron. Me hablan de un ser muy querido entre los demás miembros. Un abrazo. Marthalicia
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