Con que tipo de dolor he de comenzar esta historia, No sufrí realmente por amor ¿o sí?
Mi historia no es totalmente real, parte del causante de mi tristeza no existe más que en mi cabeza, mis sentimientos, lágrimas y demás muestras de expresión yacen muertes en un vano intento de frialdad, y digo vano por que no conozco persona más sensible que mi persona. Esto sería cierto al cien si conociera más de cinco personas a profundidad, pero no conozco más que el cascaron en que se envuelven, egoístas todos, temerosos a ser vulnerables. Acaso no soy también una más de aquellos que se esconden en medio de excusas, definiciones y cuanta palabrería actúen en una conversación. Todos esos absurdos guiones redactados por nuestra mente, mitómanos todos, no se dan cuenta siquiera en que creen, quienes son realmente, las opciones y suposiciones son infinitamente inmensas, como sabrás de que eres capaz si no te hayas en ese lugar desconocido e incómodo en el cual ni por casualidad te has puesto. También se engaña a uno mismo optando por la comodidad de no pensar de más.
Me mostré agradable y no se dudó ni un minuto de mi amabilidad. Es así como yo lo veía, a veces bueno, a veces malo, mi corazón se escondía por temor a que se abriera de tal manera que no existiría más en que sumergirse, mi corazón estaba advertido e intento huir con frialdad mostrando esa gruesa capa de indiferencia, pero en casa era vulnerable; el conocerte abrió las ventanas de mi mente más allá, donde mis miedos y prejuicios esperaban ser incinerados, y mientras ardían yo sentía ese calor intenso que te toca por debajo de la piel y duele, vaya que duele, pero nos mantiene en calma y sabes que existe una causa, en mi mente sabía que tú eras el causante.
Intentaba quitarte protagonismo en mi cabeza, pero me atacabas con fuerza y tus argumentos no convencían a mi mente, y la lógica pronto se tornaba indefensa en mi defensa. Eras tu quien no me dejaba ir, y yo te permitía resumido en un sentimiento de ‘amistad’. Siempre fuiste tú desde entonces, ya no era más que una extensión del absurdo de no sentir amor, era una burla de la indiferencia a las emociones más comunes entre muchas personas que tú conoces. Jamás entenderé tu forma de ver el mundo, o quizá la tengamos similar y me niego a aceptarte aun así, porque estoy en una lucha donde el enemigo no es más que mi impulso por querer ser feliz independientemente de una persona. No busco preguntas contigo, porque matas mis suposiciones, y no me costaría nada el odiarte y así confundir mis emociones, pero quiero evitar envenenar lo que podría llegar a sentir por ti, porque acepto que es bello, doloroso pero bello.
¿Cuánta sinceridad esperas de una persona? Sé que mis pensamientos se mezclan en una guerra de nunca acabar, la guerra del querer hacerme entender, y la del que no me entiendas. Solo considero peligroso uno de los dos y es porque si me alejo es para permitirme ser feliz con otra persona, porque considero que es mejor dejar las cosas con un final adecuado y correcto con una política de culminación sin opción a su anulación.
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