Disculpa si me siento un rato a tu lado
las sombras no son mi fuerte
pero puedo intentarlo...
El ocaso tiene un olor extraño
el sol clava hojillas filosas en su vientre
y un niño llora en tu esquina
un ayer se apodera de nosotros
una soledad en esta callejuela vieja
que huele a tristezas guardadas
para obsequiárselas a ese pequeño niño
si, a ese de la esquina...
a ese que llora desconsolado
en la esquina de nuestro pasado.
Mis uñas se clavan en los muros perdidos
y el enojo de ésta ciudad sale de mi
pintando trazos de amargura y melancolía,
el lienzo se vuelve cada vez más negro
y un suspiro se ve obligado a salir
escucha gritos de niños
escucha un piano tocar al fondo
y la tristeza me acaricia con sus manos
volviéndose delicadas al tacto
maliciosas y seguras en su abrazo.
Me voy dando cuenta que estoy...
y que he estado...
en la sombra que ves a tu lado
y una lágrima me recorre
se adentra y se arraiga...
Se va haciendo más de noche
y mis lágrimas no paran de brotar
el dolor no se desprende
mis peticiones no son escuchadas,
¡tristeza mía déjame amoldarme a ti!
y vomitar la ira de mis ojos
ésta que ahoga mi alma.
La ciudad prendió sus luces
y el niño sigue en tu esquina
con migajas en la boca llora,
con tristeza adinerada sueña,
con melancolía vacía grita,
con rabia destruye,
y con nostalgia vive
vive en ti... vive en mi...
vive en nosotros...
vive en nuestra esquina...

Nathalia Rojas Acacio