MITOS Y LEYENDAS
“La Leyenda de los Hermanos Aiar”
Escribe: Hampatu Qocha
Yo soy La Voz de la Tradición Andina. Por mi boca hablan los Hijos del Sol, legendarias comunidades que poblaban el Antiguo Perú desde hace miles de años. Sociedades atávicas que empezaron esparcidas y conformaron importantes culturas como Caral, Pukara, Chavín de Huántar, Nazca, Mochica, Chimú, entre otras, hasta que se estableció una gran nación denominada Tiahuanaku que, desde Bolivia, llegó a extenderse por las costas septentrionales del Perú y el norte de Chile y Argentina. Luego, en los siglos XV y XVI, se estableció el denominado apogeo Inca que fundó “El Tawantinsuyu” o Cuatro Regiones abarcando cerca de 2 millones de kilómetros cuadrados de mar a mar.
Yo estoy aquí para contarte lo que aconteció en esos tiempos. Te ruego ponerme atención si quieres saber la verdad, dicha a través de la tradición oral, transmitida de labios de los abuelos de mis bisabuelos y que seguirá siendo contada por los bisnietos de mis tataranietos.
Después de una serie de acontecimientos telúricos y sociales que afligió el mundo runa, algunos pueblos sobrevivientes pudieron comprobar que el Sol había hecho un pacto sagrado, desposándose con la tierra para dar a luz nueva vida con nuevas ideas de gobierno en un territorio muy castigado y sin comunicación.
Fue el Apu Sol el primer animador del evento. Luminoso como es, abrió un horizonte con un fondo de siete colores que se mostraba en arcos de preciosa visión y significativos augurios.
Aconteció en el solsticio de invierno, tiempo en el que la tierra había tomado distancia del astro rey y sus habitantes sentían los efectos del frío y la escasez. Período ideal para la reflexión, el fortalecimiento del amor y la solidaridad; circunstancia exacta para seleccionar los mejores frutos, obtener sus semillas y volver a sembrar para que la tierra fecunde. Se trataba de aprovechar el momento adecuado para alentar la constitución de una “Hermandad” que tomara a su cargo el cumplimiento de objetivos inaplazables en pro del desarrollo integral de sus habitantes. Esa “Hermandad” debía enseñar el camino de cómo reconstruir poblaciones que habían sido diezmadas por la acción de la naturaleza que buscaba su propio equilibrio. Muchos pueblos aún conservaban sus antiguas tradiciones, pero otros se habían perdido en la confusión y corrían el riesgo de retornar a la barbarie...
Así fue que se constituyó “La Hermandad Aiar”, portadora de gran sabiduría, sostenida por los principios únicos de justicia, igualdad y solidaridad, valores fundamentales que sirvieron luego para la Fundación del Tawantinsuyu. La Hermandad Aiar, se había impuesto el deber de compartir con su gente sus altos principios basados en mantener siempre un espíritu comunitario que regulara la vida social, económica y administrativa de los pueblos. Con tales instrumentos, se propusieron organizar un sistema de gobierno sustentado en la justicia, la participación y la reciprocidad. De haberse aplicado esta fórmula en todos los países del mundo, hoy el Planeta Tierra sería el verdadero Paraíso.
Fue el Hatun Inti (El Gran Sol) quien mandó a la Madre Tierra que retornara a su paz y mostrara su disposición para parir muchos frutos y volviera a ser la dadora de vida para sus habitantes. También llamó a su hombre de confianza, Aiar Manku Capac, y le ordenó que fundara la “Hermandad Aiar”, tomando como base a sus propios hermanos de sangre y sus respectivas esposas. El Padre Sol entregó a su hijo Aiar Manku Capac una barreta de oro y le dijo:
“Esta vara es señal de poder y será tu luminaria guiadora, para que con ella encuentres el Centro u Ombligo del Mundo. Donde se hunda la barreta, fundarás la Nueva Nación Andina y, desde esas sagradas tierras, irradiarás la luz del conocimiento a los pueblos del continente, estableciendo “La Ley de la Hermandad”. La tuya será una fraternidad sembradora y cultivadora de principios éticos y morales que transmitirás a las comunidades runas a las cuales te confío, para que con tu amorosa guía, su gente cohabite en paz y en total armonía con la Pachamama, con orden, justicia, equidad y practicando siempre un espíritu de reciprocidad.
Así fue que Aiar Manku Kapak y su esposa Mama Ukllu, al comprobar que la naturaleza mostraba disposición y calma, fundaron la “Hermandad Aiar” convocando a sus hermanos Aiar Kachi y su esposa Mama Uaku; Aiar Auka y su esposa Mama Ipakura, y Aiar Uchu y su esposa Mama Raua. Ya te contaré con más detalle quiénes eran estos sabios seleccionados por el Sol.
Un terremoto de proporciones apocalípticas determinó que la “Hermandad Aiar” adoptara la decisión de cumplir sin demora el mandato celestial. Con arrojo y osadía, al mando de Aiar Manku Kapak, los ocho sabios emprendieron camino en búsqueda del Centro u Ombligo del Mundo. Con su vara de oro que le servía de bastón, en cada paso que daba, con energía y fervor, hincaba la tierra que pisaba y sin mostrar cansancio ni desazón subía y bajaba cumbres y apuraba planicies secundado respetuosamente por sus hermanos. Pero los días pasaban y la complejidad de la tarea crecía porque las fuerzas disminuían y las tribulaciones aumentaban. El hermano principal, de vez en cuando, miraba al cielo y le hablaba al sol.
--“Gran Señor, Padre de la luz y la fortaleza, si vas a retrasar mi trabajo, dame energías y riega confianza en los hombres y mujeres de Gran Ser que me acompañan.
Una mañana de lluvia y de sol, Aiar Manku Kapak, en un esfuerzo sin precedentes, alcanzó la más alta cumbre y ganó con la mirada el fastuoso panorama que se entregaba a él sin reservas. Sus ojos se deleitaron con la belleza del valle que se mostraba imponente y fecundo, bañado por un río que marchaba brioso de sur a norte. Levantó la vista al cielo y encontró que este estaba vestido de alucinantes colores con arcos sin fin que se perdían en el horizonte. Gratamente sorprendido, con augusta majestad, se inclinó reverente y dijo:
--Buena señal tenemos. Mucha prosperidad y victoria hemos de alcanzar.
Luego, se paseó con mucha alegría y se puso a cantar:
“Estar contento
de sus orígenes
y del cumplimiento
de sus objetivos.
Estar contento
de puro contento
del ánimo”.
Lleno de júbilo, seguido con igual entusiasmo por sus hermanos, avanzó hasta el cerro “Huanakauri” donde Aiar Manku Capac hundió la vara sagrada y fundo el Imperio del Tawantinsuyu. El cerro Huanakauri se ubica a unos 4 mil cien metros sobre el nivel del mar en la zona sur de la ciudad del Cusco, desde entonces es la Capital del Mundo Andino. Hampatu Qocha
Libros consultados
1.- “Relación de Antigüedades de este Reino del Perú. Juan de Santa Cruz Pachacuti. Edición,( índice analítico y glosario de Carlos Araníbar).
2.- “En el Nombre”. Mario Osorio “Mosori”.
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