¿Cómo te irías del mundo?,
con la mente apagada
de lato barullo,
con las artes barrocas
del impulso;
con los labios sumidos
en el brebaje de aquel rostro,
con las pupilas encendidas
ante los nobles caballeros
que han extraviado su escudo.

Me iría sin vos,
porque no pude aferrarme a tu presencia
¡perseguí ausencias!
y he sido intensa
ante la mediocridad
que a la conciencia descompensa.

Me apagaría lentamente
porque los días
fueron siniestros y a tientas,
porque intenté otorgarle un sentir
a mi corazón
y escarbé en el viscoso dolor de la belleza.

Me iría vacía
entregada a la incertidumbre de la vida,
dando por tierra las certezas efímeras
que en años de prosperidad
me brindó la correspondencia de tu sonrisa.

Me marcharía,
me partiría en piezas
por aquellas emociones
que han eclipsado en el centro de mi esencia
y han ostentado de luz,
a la perversidad y miserias nuestras.

¡Oscura verdad, te llevaré atravesada!
como un tenue clavel,
como una bala,
como un aroma,
como una palabra,
como un tacto en disonancia,
como tu piel honrada
en el descender obsceno de la noche plateada.