Rodeado de un murmullo incesante de risas y palabras, familiares y amigos van a dejarme a la estación de trenes. Mientras mis amigos de siempre ríen y bromean con el recuerdo de anécdotas pasadas, mi familia dialoga toda una vida en este breve camino de reencuentro. Surgen divertidas anécdotas de niño, sufridos amores de adolescencia y hasta la remembranza de los severos castigos de mi madre, en su firme propósito de hacerme un mejor hombre. Son un sinfín de historias cruzadas, recordadas y olvidadas que me tienen por protagonista, avergonzado... silencioso... presente.

Me sobrecoge sentirme tan amado en esta despedida. Hay gritos de 'no te olvidaremos' y más de algún 'te amo' ahogado entre sollozos. Veo las lágrimas de tristeza en unos, muecas de nerviosismo en otros.

Impactados ante mi semblante sereno, se resignan a soltarme.

En el andén quedaron mis amados.

Si en este momento tras el cristal pudieran escucharme, les diría: Tranquilos. Alguna vez todos tomaremos este tren y debe ser hermoso tener a quienes saludar por la ventanilla al llegar a la última estación. Les estaré esperando.


M.D




Gracias Angel por tu dulce compañía y palabras de consuelo e inspiración.