Viajando por el tiempo
Es fácil viajar en el tiempo, dulces quimeras que desvelaron a científicos e investigadores que no pudieron advertir que todo estaba a la vista.
Para regresar al pasado, solo hace falta uno cuantos años a cuestas, un espíritu observador y una mente inquieta que nos retrotraiga al mundo lejano por los que hemos transcurrido.
Nada de sofisticadas herramientas, salvo una catarata de imágenes guardadas que nos transportan a situaciones vividas.
He comprobado que podemos alterar las paradojas del espacio tiempo, transformando algunos comportamientos del pasado y lograr mutar sensiblemente el presente en que vivimos.
El encuentro con los consejos olvidados, un oportuno o tardío arrepentimiento, y un nuevo paradigma se nos presenta.
De allí la emocionante y enigmática aventura de viajar al pasado, que puede hacer que nos encontremos de vuelta con un presente extraño, agradable u hostil; eso sí, nunca igual al que dejamos.
Como viajero del tiempo, puedo viajar hacia el futuro, con los sueños, la esperanza y la fuerza que nos da el deseo.
El futuro es siempre el imaginado, y cualquier acción que tomemos en este punto de inflexión que es el presente, nos llevará a ese mundo venidero que vimos y recorrimos tantas veces.
Hoy decidí viajar hasta mi adolescencia, confusa y turbulenta, aunque no pretendo cambiarla en ningún tiempo o lugar.
OTREBLA
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