Hoy me enteré de la muerte de otra amiga, y por eso me decido a escribir. Lo que voy a contar no es ficción, ni fabula, ni algo sacado de mi imaginación, es solo la realidad de la noche trans en Buenos aires.
Durante unos años yo solía frecuentar lugares, boliches, zonas, donde se movía el ambiente transexual de la Ciudad de Buenos Aires, fui consumidor de cocaína, alcohol, y todo lo que se encuentra en estos sitios, y de los cuales estas chicas son victimas sin siquiera darse cuenta.
Gran parte de nuestra sociedad señala con el dedo a estas personas, sin saber ni conocer el triste presente y oscuro futuro de ellas.
Provenientes de distintas provincias, vienen a la Capital en busca de un futuro, de un mejor pasar, en su gran mayoría rechazadas por sus propias familias, sueñan con encontrar en estos lugares el trampolín para un posible viaje a Europa, o en el peor de los casos, bienestar económico difícil de lograr en sus pueblos.
Ya al llegar encuentran la primera dificultad, un lugar donde poder vivir, es por eso que sin plata y sin un garante que le proporcione un aval, terminan en algún hotel de cuarta categoría donde alquilan un cuarto muchas veces compartido con alguna otra chica en la misma condición.
Ya instaladas buscan alguna esquina para trabajar, normalmente las nuevas recorren las calles de Constitución, dejando Palermo para cuando su cuerpo esté mas refinado y producido. Estas zonas siempre son manejadas por trans adultas que cobran un peaje a las nuevas para dejarlas estar ahí.
Cada jornada de trabajo se asemeja a jugar a la ruleta rusa, blanco fáciles de ladrones, cartoneros y clientes violentos que buscan saciar sus mas oscuros instintos, sobreviven el día a día sin nadie que salga en su defensa en caso de algún ataque.
Pasan los meses y van adaptándose a esa “vida”, comienzan a conocer las drogas, facilitadas en muchos casos por los hombres que requieren sus servicios y en otros casos por las mas antiguas del lugar. Van a boliches donde el consumo de estas sustancias es moneda corriente, en especial en los “Afters”, lugares oscuros que abren sus puertas a las seis, siete de la mañana y cierran a las dos de la tarde, ahí la venta y el consumo están al alcance de todos los asistentes y muchas veces estas chicas cambian su cuerpo por un poco de cocó (así se denomina a la cocaína en este ambiente).
En esta vida sin límites no encuentran un lugar una organización, una persona que pueda ayudarlas, guiarlas, enseñarles otra forma de ganarse la vida y de alejarse de todo este mundo marginal. Nadie se preocupa por ayudarlas y ya sumergidas en este círculo vicioso solo logran subsistir.
Pasa el tiempo y muy pocas, logran salir de la prostitución, consiguiendo algún trabajo en peluquerías o montando algún comercio que las mantenga lejos del infierno, es necesario decir que son muy pocos los lugares, ya sean del estado o privado, donde toman de empleada a una chica trans, porque a pesar de todos los avances que se lograron en este tema, la ley de matrimonio igualitario, la identidad de género, la sociedad todavía no se saco la careta de la hipocresía y niega darles un espacio dentro de ella.
También es cierto que muchas chicas acostumbradas a la plata fácil, y a la vida nocturna, se niegan a estudiar, hacer cursos, capacitarse en algo para poder enfrentar el futuro en otra actividad.
Así dadas las cosas, exceso de drogas, salidas a boliches, hombres a los que solo les interesa el sexo y consumir drogas con ellas, el continuo ir y venir a centros de autoayuda, hospitales, etc, etc, su sueño mayor se centra en viajar a Europa: Italia, España, Francia, ganar euros, dólares, pasar un par de años y volver a la Argentina con un respaldo económico que les asegure el futuro, ya que la vida “útil” de una trans que se prostituye es corta, porque siempre aparecen nuevas chicas que son competencia desleal para las más veteranas, llamo así a las de 24, 25 años.
El viaje al Viejo Continente no es lo que ellas imaginan, nada allá es fácil, ni mucho menos, en cualquiera de los países que decidan ir, sea la zona que sea, la prostitución no es libre, son lugares reservados y regenteados por gente muy peligrosa, entonces ahí es cuando empieza el verdadero tormento, son golpeadas, abusadas, y hasta pierden la vida en este intento por asegurar su porvenir. De las que logran ubicarse, pocas, me atrevería a decir que son la minoría, vuelven con plata como para vivir dignamente sin seguir rentando su cuerpo.
En este espacio voy a relatar mi historia con una de ellas, no voy a dar el nombre por una cuestión de respeto y porque ella no hubiese querido que salga a la luz su historia. La conocí por el Facebook, la tenía como amiga pero nunca hablaba con ella, era escort y vivía en pleno centro a pocas cuadras del Obelisco. Un día me la salude y empezamos a hablar, ella era al igual que yo consumidora de cocaína, me invito a su depto un viernes, yo llevaba droga y algo para tomar, pasamos viernes y sábado juntos, yo vi en ella una persona inteligente, con secundario completo y estudios terciarios no terminados, había vivido en España, y con 28 años decidió volver a su país. Pase varias noches con ella, siempre igual, habíamos formado una especie de relación, yo empecé a apreciarla y trate de sacarla de el consumo, porque veía que su adicción era muy severa. Al cabo de unos meses, terminado el verano, ella había ido a Mar del Plata con la madre, paso una semana muy buena, y al regresar me cuenta que se anoto en la universidad para estudiar Asistente Social, y que también había empezado un tratamiento en un grupo de autoayuda para adictos a las drogas. Todo eso me puso contento porque veía en ella sus ganas de salir, de superar todo. Fui varios fines de semana a su depto a hacerle compañía y a contenerla para que no consuma. Pero, siempre hay un pero en sus vidas, en ese grupo conoció a un hombre que le ofreció droga, que la invitaba a consumir, eso la hizo caer de nuevo y ya no pudo superar mas su adicción. Un viernes a la noche me pide que vaya, que lleve droga, que quería tomar y estar conmigo, yo le dije que iba pero sin droga y que me quedaba con ella para hacerle compañía. Fui, pero al no tener drogas se enojo y no me dejo entrar. Insistí, la llame por teléfono, pero nada, no quiso. Así que me volví a mi casa. Dos días después, el domingo, se arrojo de la ventana del departamento del decimo piso. Se apago su vida, como un par de meses antes se habían apagado sus sueños de salir de todo. Quizás yo no hice lo suficiente para ayudarla y quizás ese hombre que le ofreció drogas a la salida del grupo de autoayuda solo vio en ella un cuerpo donde sacarse las ganas sexualmente sin importarle otra cosa que su propio placer.
Es tan dura como real esta historia y en ella están reflejadas muchísimas chicas trans. Por eso, y por el conocimiento que tengo de ellas es que digo, que ya al borde de los treinta años, el deterioro interno es notorio, y en silencio, al igual que cuando llegaron a Buenos Aires, victimas del HIV, de una sobredosis, de un suicidio por ataques de abstinencia, o de alguna enfermedad, se mueren, se apaga sus vidas y dejan de peregrinar por esta ciudad que en todo momento le dio la espalda.
No tomen este articulo como algo novelesco, ni como una historia amarillista, mi intención es que lean, reflexionen, piensen y llegado el momento, cuando se crucen en una esquina, un colectivo, un tren, o donde sea con una trans, no las vean como un hombre disfrazado, sino que sepan que son personas que decidieron vivir su vida como la sienten y no como nacieron, y si alguna vez tienen que tomar como empleada a una trans, la juzguen por su capacidad y no por su elección de género.
Me gustaría saber que de algo sirvió esto, que aunque sean pocos lo leyeron y tomaron en cuenta mi relato, con eso solo sabré que no fue en vano el tiempo que dedique a escribir y a conseguir quien lo publique.
Este articulo se lo quiero dedicar a una amiga trans, a una persona a la que quiero con todo mi corazón, un ser que siempre estuvo a mi lado en los momentos más difíciles, una chica que pudo abrirse camino en la vida sin caer en ese mundo que relaté. Alguien con la que fui muchas veces a tomar algo, a algún bar, al Hipódromo de Palermo, y otros lugares de comida rápida. Fue, es y será hermoso para mi compartir salidas con ella, porque me da gracia la gente que nos mira, que dentro de su mediocre moralidad ve en ella y en mi a dos manchas de esta sociedad hipócrita. Vale decir que para mi no hay nada mas agradable que charlar, reírme, contarle mis cosas a mi amiga. Porque nunca ni con ella con parejas trans que tuve me importó lo que los demás digan. Me importa estar bien, ser feliz y poder compartir lo que tengo con las personas que quiero, sean trans o no.
E. S. gracias, gracias y mil veces gracias por ser como sos. Vos fuiste quien me alentó a escribir esto y a quien yo siempre pongo de ejemplo de que otra vida es posible. Ojala muchas pudieran seguir tu camino y salir de esa pesadilla en las que están sumergidas.
|