Una percha cuelga de un clavo oxidado,
la grieta en la pared sostiene su equilibrio.
El ambiente muestra una angustia impar,
redonda, vacía de vuelos de pájaros,
desfigurada por exceso de quieta velocidad.
De la percha cuelgan silencios como gotas,
noches de insomnio y el fondo de un cuerpo
en las arrugas de un traje que se desvanece
en descifrar la predicción de lo imposible.
Una mezcla de tristeza dibuja un gran paisaje
donde el gran ausente es una omitida humanidad.
Se descascara la pared cansada de contrastes,
se balancea la percha y se sacude el traje.
Solo el clavo oxidado permanece inalterable.
Necesita de otro clavo para ser sacado.
Texto agregado el 15-06-2016, y leído por 280
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