Cuando Lola (Alberto Ruan) encontró a La Paca tirada en la escalera con la peluca y el maquillaje espantosamente corrido, no imaginó que ese sería el menor de los problemas de su amiga Drag Queen.
Francisco y Alberto se conocieron en un bar de mala muerte , una cantina generalmente vacía, donde los homosexuales se emborrachaban los domingos cuando los demás antros no abrían sus puertas, En su mayoría eran hombres mayores y solitarios buscando compañía, scorts y chicos rebeldes buscando a papá, la música y la decoración eran también de otra época.
Hicieron amistad con los primeros shows doblando canciones de Isabel Pantoja, Rocío Jurado y Raffaella Carrá, no tenían un talento musical notable, pero manejaban muy bien el público con su humor negro y su excentricidad.
Se mudaron juntas tres meses antes del incidente y juraron que de estar solteras a los cincuenta, se harían compañía una a la otra.
Lola recostó a La Paca en un viejo sofá que habían recuperado de la basura barrio abajo, le acomodó la peluca con cariño y se sentó frente a ella en un taburete fucsia a esperar.
Los eventos sobrenaturales no aparecieron gradualmente, todo fue drástico, digno de un Show de domingo. El sofá empezó a tambalearse como si dos personas lo halaran de lado y lado y Lola con los ojos fuera de órbita vio despertar a su amiga.
- Ay Paca qué está pasando Mari?- Gritó.
Francisco se sentó en el sofá sin parpadear y le pidió con voz gruesa, casi fingida que le trajera su biblia, la abrió sin titubear y leyó en voz alta.
- ¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme tropezar; no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres.
Empezó a convulsionar y sus ojos se volvieron blancos en su totalidad.
Como era de esperarse, Lola buscó ayuda en la iglesia sin éxito, no había sido documentado jamás en la historia el caso de un Drag Queen con síntomas de posesión demoniaca o algo parecido, además de los rostros de repudio de los sacerdotes al ver a Lola con su vestido de rayas amarillas en la puerta de la Iglesia, tuvo que soportar la burla de los feligreses cuando se atrevió a irrumpir en plena misa de domingo y se arrodilló frente al altar implorando ayuda.
Recordó Lola entonces a Adrián, un ex sacerdote católico que había conocido en una sauna y con el que estuvo saliendo durante ochenta días, su relación más estable, lo llamó, concretaron una cita y entraron a la casa con paso pausado y con temor.
- Ayúdala Adrián, es una buena marica, no le hace daño a nadie.
Adrián encontró a La Paca sentada en la misma posición, en el sofá desgastado, la llamó por su nombre sin respuesta y levantó el crucifijo.
- En el nombre de Jesús, quién eres y qué buscas?
Ambos empezaron a sentir un calor insoportable en la habitación y notaron que el pez dorado que tenían de mascota yacía en la pecera boca arriba con el agua a punto de ebullición.
- Ni siquiera eres un sacerdote, maricona de mierda, porqué no te vas a chupar pollas en el sauna que frecuentas?
Adrián supo que la batalla estaba perdida por su distanciamiento con la fe.
Las ventanas empezaron a crujir y los vestidos pomposos y coloridos a volar por los aires como una versión retorcida de Blanca nieves, un olor a azufre se apoderó del ambiente, pero lo más terrorífico era la voz sepulcral que ahora tenía La Paca.
Lola, en su desesperación tomó las tijeras, el vestido rojo de La Paca, su favorito y se paró frente a ella con aplomo.
- Mira Francisco Monsalve, no estoy dispuesta a verte destruida como estás, qué dirá la gente, que somos unas pobres maricas abandonadas en el alcohol y las drogas, que te volviste loca por falta de macho, que estás vieja, que no te maquillas y que siempre estás mal vestida. No mi amor, te paras, te bañas y te pones bonita que hoy hay show, te toca de Paulina Rubio, maldita. Dile a ese espíritu de mierda que ya tú has sufrido suficiente en esta vida y que no necesitas que venga a cagarte la existencia con ésto, que ya eres la reina del drama y que mejor vaya a atacar feligreses hipócritas. Andando! , te prepararé un baño de burbujas y te serviré un buen vino.
La Paca siguió inmóvil por unos segundos, parpadeó.
- No me habías dicho que habías vuelto con el Adrián. Tráeme un espejo
- pidió - Estoy terrible, tardaré horas en arreglarme. Mañana compramos otro pez dorado y por favor muchacha echa así sea un pachulí, la casa huele horrible.
Se abrazaron y sintieron que ambas volvían a la vida, se probaron todos los vestidos mientras que Adrián servía vino caliente.
Es por eso que no se documentan casos de Drags con síntomas de posesión, porque primero muerta que sencilla.
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