Tú sabes que no tengo tiempo para escribir cartas. Desde que lo hace mi secretaria, abandone toda escritura, pero hoy soñolienta por este vino delicioso que dejaste en la nevera, deseo hacerte saber mis inquietudes.
Soy, fui y seré tan desgastante para contigo que deseo que tu día sea precioso y sutil a pesar de tu abandono no te detesto, simplemente me rondan esas inquietudes tan placenteras que solías hacerme sentir cuando en el bosque de arrayanes ambos tomados de la mano mirábamos pasar esas nubes blancas y puras que desbordaban tantas tibieza y paz.
Te recuerdo mí querido poeta que sigo con la misma intención de ayer, tú sabes muy bien de que se trata, no quiero que esta carta caiga en manos extrañas y luego tu mujer crea cosas que jamás pasaron, y que lamentablemente no se dará.
En fin, sabes que tengo muchas ganas de reír contigo y escucharte decir tus locuras de poeta, junto a mis extravagancias de mujer derrochona e ingenua, si ya sabes como soy cuando algo pasa por mi mente alocada, muchas noches junto a mi esposo recuerdo tus aventuras, tus locos cuentos inventado para hacerme reír a boca de jarro, recuerdo tus mentiras, tus pasiones contadas con tanta sensualidad al hablarme de tus aventuras, espero que luego de leerla la rompas no deseo que la personas hagan de ellas un confite.
Te quiero amigo de noches y de días, sé que tú también pero somos dos locos que caminamos diferentes sendas, juntar nuestras miserias no es decente, por ti y por mi deseo que tus locas sensaciones de hombre infiel, sean lo mejor de tus sospechas, yo me quedo con las palabras del mesero cuando me relato tus locuras y las de ella, puedo decirte que te supero las tuyas, así que querido amigo de tiempos, de cuentos, de aventuras e idilios no juguemos más a ser irresponsables, miremos el ayer como se mira una flor hoy, viva, plena de belleza y de perfume, así la vida será más intensa, más bella y más sincera, te dejo para que pienses en llamar cuando tú quieras, y así ambos andaremos mil caminos y algún día quizás nos entretenga un silencio coronado de gemidos …
Alessandrini María del Rosario.
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