Criado entre astrólogos, desde muy joven se propuso actuar conforme a los usos y razones atribuibles a los nacidos bajo el signo zodiacal de los más listos. Pero, por obra y gracia de su humanidad, buscó en el reverso de las cosas… y mató. Porque era una distracción mejor que participar en una montería. Porque, según hizo público mediante cartas, matar seres humanos suponía deshacerse de los animales más peligrosos y disfrutar como es imposible al acostarse con una chica.

Y le fue bien. Durante casi todo un año. Siete murieron a sus manos y la policía sigue buscándole. Si ha muerto, como dijo, los asesinados le sirven en el paraíso.