Y un día, al final de tantas lágrimas, descubrir... Ésa felicidad que me invade, es mía y de nadie, no depende de otros. Ésa felicidad juguetona que trae la soledad, cuando se aprende que amar, empieza por casa.
Texto agregado el 08-06-2016, y leído por 143 visitantes. (11 votos)