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Gabo y yo
Anoche tuve por un buen rato una amena conversación con un escritor que admiro, cuyas letras me han seducido por décadas: Gabriel García Marquez, también conocido por el mote de "Gabo".
Lo vi llegar con una colorida camisa de flores y con una sonrisa que medio se ocultaba tras los pelos desordenados de su blanco bigote.
Aunque no acostumbro abordar la gente famosa porque pienso que deben estar cansados de tantos admiradores y adulones que se le acercan, decidí hacer una excepción con el Gabo, a quien creo conocer como la palma de mi mano pues hace 40 años que leo sus novelas y cuentos.
Caminé hacia él y vi con sorpresa que me sonrió con viva simpatía y me extendió su mano, que apreté con legitimo regocijo.
—¡Mi hermano! —expresó ante mi asombro.
—¡Gabo! —respondí con gran entusiasmo, aunque de inmediato pensé que debía haber algún error, por lo que, avergonzado, empecé a decir—:
—Creo que me estás confundiendo...
—¡Qué va, viejo! Sé que eres uno de mis mayores lectores. Estoy enterado que has leído 6,834 páginas de mis libros.
Lo miré estupefacto. Es una cifra que desconocía, aunque no dudo que pueda ser cierta. Por eso quise investigar:
—¿Y quién te dio ese dato?
—Aquí todo se sabe. —sonrió—.Tengo detalles de los libros que se venden y hasta cuántas páginas han leído mis seguidores.
Quise indagar más sobre ese tema y también quería aprovechar la presencia de Gabo para indagar algunas cosas que me inquietaban y pensé que debía aprovechar pues posiblemente no iba a tener otra oportunidad similar. Por eso le pregunté:
—¿Qué más sabes de mí?
—Que has leído todos mis escritos y los artículos que salen sobre mi obra.
Me sentí orgulloso de que este genial escritor colombiano estuviera enterado que admiraba su tformidable trabajo. Me disponía a decirle que siempre soñé escribir como él, pero no logré hacerlo.
—Excúsame, Alberto, tengo un compromiso que cumplir. —me dijo y agregó:—otro día conversaremos con calma.
Y lo vi desaparecer sobre una nube azul.
Me despertó un rayo de sol que se coló por mi ventana. Entonces sonreí convencido de que el hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto.
Alberto Vásquez.
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Texto agregado el 06-06-2016, y leído por 192
visitantes. (10 votos)
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Lectores Opinan |
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20-06-2016 |
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Que estupendo escrito y me encantó la recomendación final, muy acertada!. Un abrazo, sheisan |
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16-06-2016 |
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Un relato apasionado. Saludos. NINI |
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10-06-2016 |
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Qué deleite este relato. Me fascinó. Un abrazo, Alberto tan querido. SOFIAMA |
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07-06-2016 |
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Muy cierto, pues aun en el universo onírico, se vale soñar. Grata lectura. sagitarion |
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07-06-2016 |
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Felicitaciones!!. Me gustó como relatas el sueño 5*. grilo |
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