Sentados en la costa disfrutando del ocaso y de una humeante taza de té. Deleitándonos con el silencio que cae en conjunto con el astro rey.
_ ¿Por qué no me enamoré de tí?_ Preguntas sin mirarme, sin quitar la vista de las salinas aguas del océano Pacifico.
Tu pregunta me sorprende y no logro articular una respuesta convincente, un argumento válido que logre convencer en forma satisfactoria mis propias interrogantes.
_¿Por qué nunca me invitaste a salir?_ Tus ojos color miel me interrogan y dibujas una alba sonrisa en tus labios.
_ No lo sé... Quizás de huevón no más_ Digo atropellada y nerviosamente sin saber que decir. No logro pensar con claridad. Ríes al notar mi incómodidad frente al tema de conversación.
_¿Recuerdas cuando te robé un beso?_ Dices y ambos reímos animadamente.



La celebración se encuentra en su punto cúlmine, la docena de participantes agita sus cuerpos bailando al son del pegajoso ritmo de las canciones de Celia Cruz. Ellos cantan a coro las populares tonadas tropicales que escapan de las bocinas de sonido.
Esta noche todos se divierten de muy buena gana; gritan y aplauden desordenadamente cuando son bañados por las múltiples luces multicolores que engalanan la divertida tertulia.
Alejado del jolgorio me encuentro en el living de la casa, sentado en el suelo muy cerca del equipos de sonido. Elijo las piezas musicales que seguirán animando a la multitud. Enciendo un cigarrillo para disfrutar de danzantes sombras de la multitud que se filtran por los ventanales proyectándose en las desnudas paredes.
Susana entra a la solitaria habitación con paso firme, tiene su mirada fija en mi y sonríe al verme. Camina segura y elegante, desplante que logra gracias a su estilizada figura; esta noche luce mucho más atractiva que de costumbre. Si hay algo que siempre me llamó la atención de ella, es esa luz que mantiene en su mirada. Es como si quienes la conociéramos pudiésemos ver con facilidad el resplandor que emana de su espíritu. Es muy hermosa, pareciera que ella lo sabe, pues su caminar la delata. La veo acercase y me encanta, pienso que me gustó desde la primera vez que la vi.
Deteniéndose toma con ambas manos mi rostro. No puedo ocultar la sorpresa que me embriaga, y ella besa mis labios suavemente. Sonríe al sorprenderme. Antes de alejarse me pregunta si me gustó. No puedo decirle que me encantó pues no articulo ninguna palabra. La veo alejarse sonriéndome.