Sentada al borde de un sueño
envuelve en papel de seda
la rara alegría que a veces produce.
Es posible el escucharla
cuando en sus delirios invoca
no ir por una senda equivocada
y que ninguna pesadilla la desvele.
Un horizonte ardiendo, purpúreo,
busca trepar sus ilusiones
sobre las sábanas de una cama sin hacer,
quitarle todo lo que la cubre
y abrir los cerrojos de la última puerta
para, con susurros transparentes,
esa noche poder contar estrellas.
Texto agregado el 03-06-2016, y leído por 314
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