Mis riquezas Para la luz poder ver puso el Señor en mi rostro un par de lagos angostos color del anochecer. Para sentir la fragancia que muchas flores exhalan me dotó de dos ventanas abiertas con elegancia. Y para poder catar los dulzores de la vida tengo por boca una herida que me sirve para hablar. Para poder percibir de las aves su trinar me dio dos cuevas extrañas que me ayudan a escuchar. También proporcionó otras cosas que debo de mencionar: las piernas que me transportan de uno a otro lugar, las manos, que uso para acariciar y un corazón que me late casi a punto de estallar cuando te veo en las tardes por mi ventana cruzar. Alberto Vásquez.
Texto agregado el 31-05-2016, y leído por 103 visitantes. (4 votos)