¿Mi pequeño gran placer?
Un abrazo, fuerte, dulce, sin tiempo, de esos donde se entrega tanto, donde el cuerpo se refugia en la morada más cálida.
Una taza de café con aroma a recuerdos, a la soledad que se disfruta para encontrarse, humeante sabor a vida.
Un libro que transporta a otra historia, de los que hacen soñar, viajero sin equipaje.
Una sonrisa enmarcada con dos hoyuelos, de las que te dan sin esperar nada a cambio.
Una mirada cristalina, que deja ver más de lo que se pueden decir con palabras.
Y cuando te das cuenta de que todos los días están llenos de esos pequeños placeres de la vida, empiezas realmente a vivir, a soñar y dejarte llevar.