Santiago de Chile, viernes 27 de mayo:
A veces, mientras duermo, el olvido me acecha y con su voz endemoniada me susurra los pactos que rompimos.
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Mi vuelo se marchita cuando tomo conciencia de tu ausencia. Mis alas se convierten en las hojas amarillas de un dólar argentino que se seca...
Yo me precipito en caída libre, haciendo giros sobre las memorias que dibujé en los lunares de tu cuello, cada que tropiezo con tu imagen extraviada entre nuevas pesadillas.
Y te veo allí, parado en la puerta de mis pensamientos, con tu sonrisa exquisita, perfecta, mientras en cámara lenta, sólo con mirarte, me desgarro, me quiebro...
Tan lejos de Santiago, tan inalcanzable, que me producen náuseas uno a uno los kilómetros, más de tres mil parturientas, pariendo con dolor tus despedidas silenciosas.
Es otoño... Y el viento indómito golpea sobre mis sienes tu imagen difusa. Y tiemblo...
Tiemblo e inevitablemente me pregunto ¿quién es qué te envuelve? Quién es que camina, por la vieja Lima virreinal, enlazada a tus manos infinitas.
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