Dentro de mi carne hay una crisálida de odio que se alimenta de aquella peste que rodea los míseros sueños de las llamas del olvido. A través de tus ojos y a través de tus oídos ha invadido tu mente indecisa; no puedes escapar ni esconderte de las garras de acero que acarician tu piel y la marcan con su filo de pericia, has dejado que las sombras controlen tu vida; es como una enfermedad un virus mortal, más fuerte que la vida, causa morosidad ante la fe.

Abandóname en este silencioso lugar donde nadie puede encontrarme, quiero estar solo y llorar para mí; quiero perseguir el lastre de la vida, resistiendo en audacia el sueño perdido y la muerte de mis ojos, salvados por la latitud impera de la sangre que brota como lágrimas.

La mañana, alba débil de suspiros maléficos; la extensión no palidece ante el paso de tu viaje efímero. Aquel ha criado por última vez a las bestias que arrancarán tus parpados; la fuente marca el epitafio perpetuo que se hunde en la inutilidad perdida que resuena antes esos llanos gritos donde la tierra es pura maldad, la que aquí prospera.

Espantoso amanecer de una mañana pestilente, esparce tu ligero reinado de dolor, destruye ciudades y camina sobre las brazas. Tu energía será débil y pronto morirás, te aflige el morir y lo estimado, el expirar en un torbellino de malicia mísera; las edades tienen pasado desde que sus ojos aclararon el alma perdida de tus palabras impías.

La muerte de los dioses es el preludio del amanecer de una edad oscura donde los ángeles toman forma de demonios. Las alas endemoniadas de un arlequín de fuego te llaman en desespero, en acallado y silencioso pronunciar de maldiciones; que la vida se convierta en maldición, los pasos lentos y pesados marcaran la pauta de la sangre derramada con la que pinte los llanos espacios de yermo de mi satírico intento de vida. Muerte sosiega en cuanto a la plenitud de contemplar el propio suicidio, mientras todos lloran yo reiré en batallas antiguas donde siempre reine.

Tus huesos temblarán y crujirán en un intento fallido por escapar a través de tu boca, serán polvo y en polvo te convertirás.