Así en la noche teñida de besos, de tanta espera, con el ansia hecha carne en la carne, esperamos que el día nos acariciara con su rocío el alma.



La alborada tocó suave en el horizonte.

Me reviviste con un beso furtivo,
blanco y tibio,
fundiendo el intento de mis brazos
por alcanzar tu cintura.

Me hiciste Sol
para ser tu amor Luna inquieta…

Recostada en la llanura,
alumbrando con tu voz suave
haciéndome llover sobre ti,
dibujaste el infinito recuerdo
que no sale de mis noches.

Arropado de luz y tus palabras,
sobre tu hombro desplomado,
soñé mundos que no estaban.

Pero tú y yo éramos Verdad,
como ese primer Mar que nos miraba.

Mujer, Luna esquiva,
que paseas por mi cielo
con el perfume de tu piel
que no olvidan mis manos.

Ni olvido la melodía de tu voz
cuando me pides ser Sol.