Sueños de vida.

El reino de las hadas estaba conmocionado, Hernecia, una de las hadas más bonitas y buenas, había obtenido el permiso correspondiente para ir al mundo de los humanos, petición hecha muchos años antes y concedida debido a la bondad de dicha Hada.
Durante mucho tiempo había deseado con toda el alma conocer a los humanos y le había llegado el momento.
Herencia pudo al fin viajar a nuestro mundo, conoció países, lugares nunca imaginados pero sobre todo conoció… gente.
Y sucedió lo que otras hadas temían, la joven hada se enamoró.
¿!Cómo un hada puede enamorarse de un simple mortal?!
Se preguntaban pero así fue ella se enamoró y él le correspondía plenamente.
Y sucedió lo que tenía que suceder, Hernecia no quiso volver al mundo de las hadas y suplicó que la hicieran mortal para poder casarse con Andrés, el amor de su vida.
Las hadas le contestaron que no la podían hacer mortal pero le darían el tiempo que Andrés tuviera de vida y que al fallecer él, ella debería volver al reino junto a las hadas.
Herencia, más que agradecida aceptó y se casó con Andrés, luego de nueve meses nació Walkiria, una hermosa niña que por supuesto era mortal igual que su padre.
En agosto, al final del invierno, esta bella niña llegaba al mundo, sus ojos llamaban la atención, no eran verdes ni celestes, ni negros, ni grises, eran pardos con vetas verdosas que lo hacían más llamativos que ninguno.
La madre al saber que su hija era mortal, pidió un deseo, al cual tenía derecho por ser hada, pidió que su hija pudiera soñar lo que quisiera durante toda su vida.
Varios años vivieron felices los tres, pero como todo lo bueno termina cierto día Andrés enfermó y murió, Walkiria contaba con diez años y Hernecia supo que debía abandonarla para volver al reino del cual había partido años atrás pero no la dejó sola, la llevó a un convento donde las hermanas de caridad la cuidarían hasta su mayoría de edad.
Con muchas lágrimas por parte de madre e hija, herencia abandonó el mundo de los mortales para volver a su verdadero mundo.
Mientras tanto, Walkiria se criaba entre las monjas que quisieron darle una buena educación enseñándole a cantar y a tocar el piano lo que le sirvió al cumplir la mayoría de edad para poder sustentarse en la vida sin necesidad de nadie, la joven daba clases en su propia casa, la que le habían dejado sus padres y fue en una de esas clases que conoció a Luis, un joven cantante que concurrió a su casa con el propósito de aprender a tocar el piano.
Muy enamorados estaban los jóvenes pero el Destino no quiso esa unión y Luis se marchó al poco tiempo dejándola sola otra vez.
Walkiria sólo tenía como consuelo el poder soñar, don dado por su madre y esperaba la noche para poder hacerlo, durante el día daba sus clases y deambulaba por la casa pensando cuál sería el sueño elegido para esa noche.
Muy temprano la muchacha se acostaba y ni bien apoyaba su cabeza en la almohada comenzaba el sueño más hermoso que alguien pudiera imaginarse.
Una noche se veía paseando con su amado por la playa, a la luz de la luna, tomados de la mano, otra el escenario era una ópera donde Luis y ella disfrutaban de la más bella coreografía y de la buena música, otra, viajando muy lejos, conocían el mundo, otra simplemente estaban en su casa disfrutando de una amena conversación y así, la vida de Walkiria fue pasando, su amado nunca volvió pero ella lo tenía para sí, apresado en sus sueños hasta que un día, la muchachita que ya había dejado de serlo hacía muchos años, se acostó y aún sin dormirse, se le apareció Luis, tal cual lo había hecho la última vez que lo viera, alto, de hermosas facciones y excelentes modales que le dijo:
___Mi querida y fiel Walkiria ha llegado el momento de que tus sueños terminen y vengas conmigo, nuestra vida juntos acaba de comenzar y ya nunca estarás sola.
Acto seguido, Walkiria cerró sus ojos para siempre al igual que lo hiciera Luis tantos años antes y en ese instante, la hermosa Walkiria el apuesto Luis viajaron a la eternidad, donde ya no habría miedos, ni sueños ni soledad.

Omenia.