Aunque el día fuese soleado, para él siempre sería gris. "¡Otra vez lunes!", murmuraba, mientras se levantaba perezosamente de su cama y se preparaba para ir a trabajar.
No le quedaba de otra. Si no, no podría costear los estudios de la facultad, el cual asistía por las noches. Y sus padres ya solo esperaban que él se recibiera para ser útil a la sociedad.
Lunes. Martes. Miércoles. Jueves. Viernes. Los días pasaban lento en la oficina. No pasaba nada extraordinario. Quizás la secretaria quien, luego de visitar el despacho del jefe la semana anterior, podría contar cómo logró ascender al puesto de asistente administrativo. "¡Menuda suerte tienen las mujeres!", murmuraba él, resignado, quien debía conformarse con compartir cubículo de un empleado mientras realizaba las fotocopias y le servía café.
Una colega de trabajo le hablaba de sus problemas, a la hora del almuerzo. Pidió permiso por maternidad y le rechazaron por falta de personal. "¿Es lamentable!" dice él, resignado. Pero no puede hacer nada. Solo es un pasante más, quien buscaba un puesto permanente para costear todos sus gastos.
Un amigo presentó su tesis y lo rechazaron. Lo encontró llorando en el patio del campus, lamentando su mala suerte. Recordó que debía presentar también su protocolo. Solo debía realizar algunos ajustes para que lo aceptaran y así comenzar con la tesis. "Al menos estás cerca del final" le dijo a su amigo, dándole golpecitos en la espalda a modo de consuelo.
Lunes. Martes. Miércoles. Jueves. Viernes. Sábado. Domingo. Pareciera ser infinito el tiempo que debía esperar para el fin de semana. Podría jugar al fútbol, tomar una cerveza, ir al cine con su novia o simplemente quedarse en casa, sin salir ni ver a nadie. Aún así, los fines de semana también eran grises.
Gris oscuro, claro, medio. No importaba la tonalidad. Todo se volvía a repetir una y otra vez. Y lo que más le angustiaba era que seguiría así por el resto de su vida. Cuando terminara la tesis, cuando lograra un ascenso, cuando se casara, cuando tuviera hijos, cuando muriera.
Morir. ¿Acaso no podía adelantar ese momento? ¿Debía pasar por diversos obstáculos de la vida para llegar a la muerte?
Miró por la ventana. El sol estaba radiante. Pero otra vez era un día gris. |