Él era el hombre perfecto, aquel que toda mujer quería tener. Era alto, rubio, ojos claros, muy fachero y mujeriego. Siempre estaba rodeado de mujeres y amigos. Se enamoró de una mujer maravillosa, dulce, tierna y honesta. Envidiada por todas las mujeres del barrio se casaron un verano en una hermosa estancia, llegaron en dos caballos blancos, un camino de flores blancas y pétalos rojos mientras caminaban hacia el altar. Ella lucía un radiante vestido blanco, lleno de lentejuelas y una cola larga que se arrastraba al caminar de la mano de su enamorado. Del bolsillo del esmoquin de él salieron dos brillantes anillos de oro y uno de ellos se encontró en la mano de su reciente esposa luego del “sí, acepto”.
La vida de casados fue perfecta los dos primeros meses. Ella trabajaba durante la mañana y por la tarde se ocupaba de las cosas del hogar. Él, en cambio, trabajaba todo el día y solo volvía por las noches muy tarde.
La esposa se empezaba a preocupar, porque cada día volvía más tarde. El esposo siempre le decía que tenía reuniones de trabajo y por eso llegaba tarde y no comía con su mujer. Su esposa se creía esas mentiras que, luego con el tiempo, saldría a la luz toda la verdad. Una noche su marido llega ebrio otra noche más y la mujer le pregunta por qué ha vuelto tarde otra noche más, y él comienza a gritarle y luego la golpea tan fuerte que la lastima. Ella se hace pasar por enferma, pero cada noche sucedía lo mismo, cada noche su marido volvía ebrio, la golpeaba y le dejaba las marcas en su rostro y cuerpo hasta que ella decide renunciar a su empleo porque ya ni el maquillaje cubría los moretones. La mujer comenzó a alejarse de la sociedad, a usar ropa más grande para que no se notaran los moretones que bestialmente el marido le había dejado.
Ella decidió cortarse el pelo y cambiarse el color para poder esa noche verificar si su marido de verdad estaba en reuniones de trabajo o no. Cuando lo sigue se da cuenta que él entraba en un lugar clandestino, allí él bebía, jugaba al póker y fumaba; ni que hablar que apostaba fortunas. Lo que más le dolió a su mujer es que su esposo se sacó el anillo de casamiento y lo apostó también, era lo último que le quedaba, y lo perdió todo.
La pobre esposa salió de ese lugar clandestino devastada y desilusionada, fue a la comisaria de la mujer a denunciar a su marido por maltrato, ella le contó que guardó su secreto durante 5 años y que quería una solución. Enseguida la llevaron al hospital donde le dieron la ayuda física y psicológica que necesitaba. Rápidamente se hizo público su problema porque él era el empresario más famoso de la zona y quedó muy mal ubicado. Todos sus socios y colegas se retiraron de la empresa. La mujer, con ayuda de todos sus conocidos, logró conseguir el divorcio y el hombre terminó preso por todo lo que le había hecho a su mujer, y además se descubrió que asistía a ese lugar clandestino, por ende perdió su mansión, auto y todo lo que le pertenecía. La mujer luchó por aquellas mujeres que son agredidas por sus maridos, para que salgan a la luz y denuncien a sus maridos y así esta violencia se termine de una vez.
Autora: Katia (Nani) Flores.
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