La invasión de los barbaros y la caída de Roma
El que los habitantes de los países fríos y áridos, vamos los barbaros, quisieran venir a vivir al Mediterráneo o al menos pasar unos días de vacaciones, es una tendencia muy antigua que todavía sigue y seguirá viva probablemente para siempre, pues hace mucho tiempo que se dieron cuenta que era una buenísima opción el establecerse por esas latitudes, mucho mejor que la de estar sin sol y medio helados todo el año.
El interés por venir al sur comenzó allá por el siglo II cuando empezaron a oír las historias que les contaban los comerciantes que ya se movían por el mundo entero y es entonces cuando se enteraron que existían sitios en donde el cielo era siempre azul, el mar estaba templado, las tormentas era raro que se produjeran, el vino era barato, las verduras y las frutas frescas, el aceite era de oliva y los pescaditos fritos una delicia, así que no fue extraño que muchos se plantearan de inmediato abandonar sus ásperas planicies, sus nublados países y venirse a conocer esas maravillas.
La elección fue la imperial Roma que ocupaba toda la península Itálica y mas, por dos razones, la primera porque era la costa del sur más próxima a ellos y la segunda porque les habían hablado también de la bondad de los espaguetis al “dente” y las pizzas napolitanas.
Así que poco a poco empezó una emigración creciente de pueblos godos, vándalos, suevos, sajones, vendos, burgados y otros muchos que trataban de venir y asentarse en la orgullosa Roma del momento.
Pero Roma y los romanos lo tomaron muy a mal, ellos que eran la “elite” del mundo, los creadores de las leyes más justas y evolucionadas, el país de los filósofos, de los constructores, de los pensadores, de los escultores, de los artistas y que ya habían inventado la expresión “calidad de vida” que era la que disfrutaban las clases pudientes, no podían aceptar sin rechistar que poco a poco fueran llegando unos personajes que solo habían pensado hasta ahora en guerrear, que comían casi la carne cruda y que bebían cerveza en los cráneos de los vencidos, ellos eran los romanos y eso era lo más de lo mas.
Pero se equivocaron y no supieron ver que les hubiera traído mas cuenta canalizar aquella corriente de interés, no oponerse, aprovecharla y trabajar de inmediato aumentando las plazas hoteleras, construyendo parques temáticos para los niños y ofreciendo casas de turismo rural y paquetes turísticos, que les hubiera reportado grandes beneficios, en vez de empeñarse en considerar su venida como una invasión.
Al principio controlaron bien el asunto, eran pocos los que llegaban y aunque se comportaba como barbaros, si bien hubiera alguna excepción, conseguían tener a raya a la inmensa mayoría que solo se divertían bebiendo hasta emborracharse, gritando y cantando hasta la madrugada, enzarzándose en broncas y peleas, incapaces de guardar las formas, orinándose en las calles, metiéndose en las piscinas de los balnearios vestidos, durmiendo en las playas, comiendo como bestias,……, bueno más o menos como hacen ahora, pero poco a poco el tema se les fue yendo de las manos en función del aumento de venidas.
Y la cosa ya se puso muy fea, cuando Atila el avispado rey de los hunos, harto de correr a caballo de un lado a otro por las estepas mongolas, decidió también trasladarse cuando se dio cuenta allá por el año 430, que además allí había un negocio que solo necesitaba organizarle adecuadamente para hacerse de oro, así que se asocio con un potente grupo inversor y fundó el tío un Tour Operador que llamo AIT “Atila International Travel” que comenzó a operar de inmediato, enviando propaganda y ofertas de viajes por todos los confines del norte de Europa y de media Asia.
Así que el espabilado Atila al poco tiempo controlaba todo el tránsito de barbaros hacia el Mediterráneo, que aun no se llamaban turistas como ahora y como hombre perspicaz que era, al poco decidió no solo controlar los viajes sino también sacar provecho de las estancias de los viajeros, construyo cuatro magníficos “Resort” en la costa del Adriático, inventando los paquetes “Full” de todo incluido y bebida sin límites, que fueron muy bien aceptado por los barbaros, como ahora siguen haciendo y abrió una lujosa oficina en plena via Apia de Roma, para controlar sus negocios, que atendían bellas vestales y que incluso organizaba “Tour” para enseñar la ciudad, ventas de entradas para orgias nocturnas y espectáculos de gladiadores.
Pero Roma y los romanos, siguieron sin ver en ello una oportunidad y continuaron considerándoles como invasores a los que tenían que expulsar, así que se vieron envueltos en continuas escaramuzas, conflictos militares fronterizos, sabotajes a las instalaciones hotelera y revueltas callejeras, que les fueron debilitando y debilitando cada vez más, sin querer darse cuenta que la suerte ya estaba echada y que ya no se podía frenar la entrada de tantos barbaros, digo turistas y que mejor les hubiera ido si se hubieran resignado y adelantándose a los tiempos hubieran considerado el tema como una fuente de divisas, que aunque no era y no es tampoco ahora, la mejor solución, al fin y al cabo son divisas, como al final ellos y otros países no tuvieron más remedio que aceptar.
El caso es que en el año 476, ya no pudieron resistir mas y el orgulloso imperio romano cayó ante el empuje de los que consideraban invasores que siguieron llegando a Roma en los siguientes años agregándose además germanos, avalos, magiares, vikingos, francos, longobardos y …….así hasta ahora, que también llegan rusos, japoneses y chinos.
Fernando Mateo
Abril 2016
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