Hola amigos, les cuento que me dio por escribir y como todo escritor novel voy a relatar una historia de lo que más conozco que es mi propia familia. Espero no aburrir a mis posibles lectores.
Yo vivo en la calurosa ciudad de Torreón, en el centro del norte de México, por cierto mi familia es de las más antiguas. Empezó con un coronel revolucionario (abuelo de mi abuelo), que pertenecía a la División del Norte de Pancho Villa. Después de la toma de la ciudad se quedó a vivir en ella. Con este coronel empezó la estirpe militar, ya que su hijo fue militar de carrera, salió del Colegio Militar. Su primogénito (mi abuelo) de este militar también fue hijo del Heroico Colegio Militar y llegó al grado de General. Por desgracia para él, fue el último militar de la familia ya que su matrimonio se vio favorecido por sólo dos hijas. Mi abuelo presumía de que un Presidente de la República le obsequió una pistola reglamentaria con el escudo nacional en una de sus cachas, por actos en campaña (la verdad no recuerdo cuales actos fueron) aunque él nos lo contó muchas veces cuando ya estaba retirado, siempre daba una versión distinta.
La hija mayor (mi tía) del General se casó con un burócrata, éste falleció joven de un cáncer pulmonar muy agresivo, dejando a su viuda con dos hijas y un exigua pensión. La hija menor del abuelo (mi madre) se casó con un empleado de correos. Este matrimonio sólo tuvo un hijo que fui yo.
Mi prima, la hija mayor de mi tía, cuando adolescente estudiaba en la escuela comercial en el turno vespertino y en las mañanas para ganarse unos centavitos que mi madre le daba, me cuidaba mientras mi progenitora iba a su trabajo. Por ser ella muy joven, vivaz y cariñosa, jugaba conmigo alegremente y yo la adoraba. Cuando se hizo mayor, se volvió una mujer muy hermosa y muchos jóvenes la asediaban. Se casó con el dueño de la empresa donde ella trabajaba. Su esposo era un joven muy guapo, rico industrial y perteneciente a familia de abolengo.
Al principio todo estuvo bien, el industrial se portó correctamente, a su suegra y a su cuñadita les prestó una casita muy cómoda que alivió la situación económica de ambas. Por desgracia el General, mi querido abuelo, tuvo la mala ocurrencia de partir a la dimensión desconocida. Entonces el marido de mi prima reveló su verdadero carácter de psicópata social. Él era un señor muy listo que fácilmente descubría las debilidades de los demás y se burlaba de ellas de una forma hiriente y con un entusiasmo digno de mejor causa. Desde luego sus víctimas principales eran su esposa y la familia de esta.
Todavía recuerdo en la comida que me ofrecieron mis padres por haber obtenido, con más pena que gloria, mi título profesional. Mi primo político me felicitó y con muy mala leche dijo: “Te felicito por tu mediocre logro, yo hice una carrera muy brillante en el Tecnológico de Monterrey a diferencia de tus estudios en la Universidad Pública. Por eso no puedo recomendarte para un empleo, ya que mis amigos industriales necesitan para sus empresas ejecutivos asertivos y tú distas mucho de serlo”. No es muy agradable, aunque sea cierto, que a uno le digan p…
Para mi fortuna, mi padre me consiguió mi actual empleo en una paraestatal del gobierno, donde conocí a una linda secretara que es mi noviecita. Desde luego mi familia y yo dejamos de frecuentar a mi prima. Supe con tristeza que la adorable nana de mi infancia vivía un verdadero infierno en su matrimonio, sin hijos y aterrorizada por su marido que no le permitía salir siquiera a la iglesia, se deterioró físicamente. La tenía amenazada: que si lo dejaba le quitaría la casa donde vivían su suegra y su cuñada. Además no aceptaba el divorcio pues era muy católico.
Este rico señor como buen adinerado era muy presuntuoso, en la ciudad de Monterrey, en la agencia automovilística de más postín compró el carro más caro (desde luego no voy a hacer un comercial diciendo la marca y el modelo), pero si puedo decirles que era un sueño convertido en realidad. Además él por su apostura y más que nada por su dinero le daba por consolar a múltiples damas. Seguido llegaba, por lo mismo, a su casa casi en la madrugada.
Voy a referirles lo que leí en un artículo de la página roja del periódico local de mi ciudad. Llevaba como epígrafe: “Robo con violencia”. Y cómo subtítulo: “A altas horas de la noche al llegar a su casa asaltaron al rico industrial, le robaron su lujoso automóvil. A él le dejaron tirado en la banqueta con dos balazos en el cuerpo”.
La vida a veces tiene agradables cambios, la viuda mejoró en su salud, llevó a vivir con ella a su madre y a su hermana, comenzó a dirigir con acierto las empresas de su fallecido consorte y lo más importante: hace vida social, ya tiene varios pretendientes y pronto será la madrina de mi boda.
“¿Y la policía?” Me preguntaran ustedes. Pues los investigadores siguen indagando sin éxito. Por cierto el carro nunca apareció, probablemente porque lo dejé abierto y con la llave en el contacto, eso sí, apagué el motor. Pero no crean que soy tan descuidado, la pistola con el escudo nacional, orgullo de mi abuelo, y que me heredó. Esa la tengo bien guardada.
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