A lo lejos, se oían ruidos; pitidos agudos y sonidos sordos que desconozco, como cuando estás bajo el agua y los sonidos se dispersan en un espacio que impresiona moverse lento. Van mimetizándose esos pitidos como grillos en mi cabeza hasta que se diluyen entre otras miles de cosas nuevas para mi. Floto! Siento como se debe sentir un águila en medio de su vuelo, planeando, solo con el aire debajo, como sujetando su peso... así me siento... etéreo, liviano, pero sobre todo frágil.
Vuelve la oscuridad, el silencio... aunque sigo sin saber muy bien si es silencio o ausencia. Todo oscuro, lúgubre, se siente como ese trozo de la película de terror en el que el silencio y la expectación te gritan que algo va a suceder. Creo que prefiero la oscuridad total y la ausencia a ésta sensación.
De pronto, como si encendieran de golpe una radio a todo volumen, oigo ruidos, voces, son risas! Vuelven los pitidos ensordecedores y las voces están cada vez mas cerca. No las reconozco. No entiendo que dicen!! De repente me siento mal, como mareado, como si me succionara un abismo... sigo oyendo las voces :

- Le dije que no me tocaba a mi jajaja , es que hay que tener un par y decirle algo. Así no podemos trabajar.
- Claro, tienes razón, deberíamos hacerlo todos, pero no hay huevos jajajaja! Bueno, ¿que nos queda? ¿Las constantes, no?. Voy yo con la diuresis y drenajes y tu lo demás.
-¡Taquicardia! Corre, llama a la guardia y que traigan el carro de paradas.

De pronto... De nuevo el silencio, otra vez esa sensación cómoda de flotar entre nubes de algodón... ¡que gusto!

Veo destellos, como luces tenues. Me siento sin fuerza. Vuelven los pitidos, ya familiares para mi. Entreabro un poco mi ojo derecho y veo unas luces blancas y unas paredes grises. ¿Donde estoy? Intento moverme pero me cuesta. Vuelvo a intentarlo pero algo me lo impide. Me desespero! Miro hacia abajo y veo mis manos atadas. ¿Pero que me hacen? ¡Quiero salir de aquí! Me muevo cuanto puedo para intentar soltarme y los pitidos se aceleran y se oyen alarmas...
Llegan corriendo unas mujeres que no conozco uniformadas de algo unicolor verde y las oigo decir :

- Esta despertando... ¿lo sedamos? (¿Sedarme? ¿Me quieren matar o que? )
- ¡No! Espera... a ver si logramos que razone.

Intento hablar y gritarle que me deje en paz, pero algo me lo impide... algo en la boca que molesta muchísimo y ¡no puedo! ¡no consigo hablar!.

-Carlos, tranquilo. Estas en reanimación. Tuviste un accidente. Estas despertando. No te asustes. Somos enfermeras.
- Voy a llamar a la Doctora. Ya vengo.

Veo salir a una chica por una puerta de vidrio y la otra se queda sujetandome. ¡Que me tranquilice dice! Estoy atado como si fuera un psicópata, no puedo hablar no se porque y no veo a nadie conocido cerca. ¡Esta mujer no sabe lo que dice! De pronto llega una chica con una bata blanca y me habla:

- Hola Carlos. Soy tu médico. Estas en el hospital en una unidad de cuidados críticos. Tuviste un accidente con la moto. ¿Lo recuerdas? Contestame con la cabeza .

Le digo que no. Yo solo recuerdo estar en casa y salir de allí porque llegaba tarde a mi cita.

-Carlos. Llevas aquí dos semanas. Estuviste en coma y tu familia ha estado aquí todo el tiempo. Pero tenemos que ir con calma. Iremos quitando cosas poco a poco. Vamos a empezar por este tubo de la boca y las ataduras.

No entiendo nada. Miro a mi alrededor y hay un montón de tubos saliendo de mi y muchas máquinas conectadas , pitidos que resuenan y noto algo en la cabeza presionando. ¿Donde esta mi familia?
Me piden que abra la boca y sacan eso que tenía ahí atragantado. Molesta muchísimo! Me duele la garganta y noto que ya podría hablar pero prefiero no hacerlo. Me pregunta la chica joven , la primera que vi, si estoy bien. Casi me provoca reír... ¿Bien? no. No estoy bien. No se que me pasó ni se claramente donde estoy ni quienes son estas personas. Pero prefiero decir que si con la cabeza ya que me siento aliviado de ver que estoy desatado; ¡ a ver que pasa luego!

- Vamos a avisar a tu familia para que pasen. Intenta no hablar que aún tendrás la garganta irritada por el tubo.

Al rato, veo que entra mi madre vestida con una especia de batola de tela sobre su ropa y un gorro de esos horribles de quirofano. La veo llorando y la médico le está diciendo "tranquila, es joven, sólo tiene 28 años y podrá irse recuperando poco a poco. La peor parte ha pasado, y esta vivo y despierto" .
Veo a mi madre demacrada, como más vieja, con los ojos llenos de lagrimas, enrojecidos, y hasta más delgada. Me mira como si no me hubiera visto nunca, como si no fuera su hijo, con ojos de compasión. Y en ese instante pienso que quizás la que debería recibir atención ahora mismo es ella. ¡Lo que debe haber pasado mi vieja!
Pone su mano sobre la mía, como con miedo a tocarme y me dice " Hijo...¡creí que te perdía! ¡Gracias a Dios que has vuelto! ¡Más te vale que no vuelvas a tocar una moto en tu vida!" y me sonríe, con tristeza, pero ver las arruguitas en sus ojos me hace entender que debe haber sufrido mucho. Le sonrio y le cojo la mano con dificultad diciéndole con una voz que sale de mi algo extraña :

- Prometido ! No más motos!